Ninguna respuesta.

– El iba al bosque a buscarla -dije-. Hace tres meses, en su lecho de muerte, sus ultimas palabras fueron que queria que siguiera buscando. ?Tanto le odiaba, senora Perez?

– No lo se -repitio.

Empezo a penetrar en mi cerebro, como gruesas gotas de lluvia. Golpes sordos.

– Estaba ganando tiempo, ?no?

La senora Perez no respondio.

– Escondio a mi hermana. No se lo dijo a nadie, ni siquiera… ni siquiera a mi. Esperaba a cobrar el dinero de la demanda. Ese era su plan. Y en cuanto lo cobro… se marcho. Cogio el dinero que necesitaba y se fue con mi hermana.

– Ese era… ese era su plan, si.

Farfulle la siguiente pregunta:

– ?Por que no me llevo con ella?

La senora Perez se limito a mirarme. Lo pense un momento. ?Por que? Y me di cuenta de algo.

– Si me llevaba a mi, mi padre nunca dejaria de buscarla. Pondria al tio Sosh y a todos sus ex colegas del KGB a buscarla. Podia dejar marchar a mi madre, probablemente tampoco la amaba desde hacia tiempo. Creia que mi hermana estaba muerta, o sea que eso no seria un problema. Pero mi madre sabia que nunca me dejaria marchar a mi.

Recorde lo que el tio Sosh habia dicho, sobre que mi madre habia vuelto a Rusia. ?Estarian alli las dos? ?Estarian alli todavia? ?Tenia sentido?

– Gil se cambio el nombre -siguio la senora Perez-. Viajo mucho. Su vida no era nada del otro mundo. Y cuando aquellos detectives privados se presentaron en casa haciendo preguntas, se entero. Lo vio como una oportunidad de volver a cobrar Es curioso, pero el tambien le culpaba a usted.

– ?A mi?

– Aquella noche no hizo su guardia.

No dije nada.

– Por eso le culpaba, en parte. Pensaba que esta podia ser una forma de vengarse.

Era logico. Concordaba con todo lo que me habia dicho Raya Singh.

La senora Perez se puso de pie.

– No se mas.

– ?Senora Perez?

Ella me miro.

– ?Estaba embarazada mi hermana?

– No lo se.

– ?Llego a verla?

– ?Disculpe?

– A Camille. Gil le dijo que estaba viva. Mi madre le dijo que estaba viva. Pero ?usted llego a verla?

– No -dijo-, nunca vi a su hermana.

Capitulo 41

No sabia que pensar.

Tampoco tenia mucho tiempo. Cinco minutos despues de que la senora Perez saliera de mi habitacion, entro Muse.

– Tienes que ir al juzgado.

Salimos del hospital sin demasiados problemas. Tenia un traje de recambio en el despacho. Me cambie. Y entonces fui al despacho del juez Pierce. Flair Hickory y Mort Pubin ya estaban alli. Se habian enterado de mi incidente de la noche anterior, pero si estaban preocupados no iban a demostrarlo entonces.

– Caballeros -dijo el juez-. Espero que podamos encontrar una forma de cerrar este caso.

No estaba de humor.

– ?De eso se trata?

– Si.

Mire al juez. El me miro. Sacudi la cabeza. Era logico. Si habian intentado presionarme sacando mis trapos sucios, ?que iba a impedirles hacer lo mismo con el juez?

– La fiscalia no esta interesada en hacer un trato -dije.

Me puse de pie.

– Sientese, senor Copeland -dijo el juez Pierce-. Podria haber problemas con la prueba del DVD. Puede que tenga que excluirla.

Fui hacia la puerta.

– ?Senor Copeland!

– No me quedo -dije-. Van a por mi, juez. Usted ya ha hecho lo que ha podido. Echeme la culpa.

Flair Hickory fruncio el ceno.

– ?De que esta hablando?

No conteste. Cogi la manilla de la puerta.

– Sientese, senor Copeland, o le denunciare por desacato.

– ?Porque no quiero negociar?

Me volvi a mirar a Arnold Pierce. Le temblaba el labio inferior.

– ?Alguien tiene la bondad de explicarme de que va esto? -dijo Mort Pubin.

El juez y yo no le hicimos caso. Asenti, dando a entender a Pierce que lo comprendia. Pero no pensaba rendirme. Gire el pomo y me marche. Baje por el pasillo. Me dolia el costado herido. La cabeza me retumbaba. Tenia ganas de sentarme y llorar. Queria sentarme y pensar en lo que acababa de saber de mi madre y mi hermana.

– No crei que fuera a funcionar.

Me volvi. Era EJ Jenrette.

– Solo intento salvar a mi hijo -dijo.

– Su hijo violo a una chica.

– Lo se.

Pare. El tenia un sobre en la mano.

– Sientese un segundo -dijo Jenrette.

– No.

– Imaginese a su hija. Su Cara. Imagine que un dia ella se hace mayor. Que bebe demasiado en una fiesta. Que conduce y atropella a alguien. Que esta persona muere. Algo asi. Un error.

– La violacion no es un error.

– Si lo es. Sabe que no volvera a hacerlo nunca mas. Ha metido la pata. Creia que era invencible. Ahora sabe que no.

– No vamos a empezar otra vez con esto -dije.

– Lo se. Pero todo el mundo tiene secretos. Todo el mundo comete errores, comete delitos, lo que sea. Algunas personas los entierran mejor que otras.

No dije nada.

– Nunca fui tras su hija -dijo Jenrette-. Fui tras usted. Fui tras su pasado. Incluso fui tras su cunado. Pero nunca me acerque a su hija. No lo haria jamas.

– Es muy noble -dije-. ?Que tiene contra el juez Pierce?

– No es importante.

Tenia razon. No necesitaba saberlo.

– ?Que puedo hacer para ayudar a mi hijo, senor Copeland?

– Eso ya no tiene remedio -dije.

– ?De verdad cree eso? ?Cree que su vida ha acabado?

– Su hijo cumplira cinco, seis anos maximo -dije-. Lo que haga en la carcel y lo que haga cuando salga decidiran como es su vida.

EJ Jenrette levanto el sobre.

– No se que hacer con esto.

No dije nada.

– Un hombre hace lo que sea para proteger a sus hijos. Puede que esta fuera mi excusa. Puede que fuera la de su padre.

– ?Mi padre?

– Su padre era del KGB. ?Lo sabia?

– No tengo tiempo para esto.

– Esto es un resumen de su expediente. Mis empleados lo han traducido al ingles.

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