– Deja que vaya a buscarte.

– No -dijo ella-. Son muchas horas por carretera y…

– Me da igual -la interrumpio. Anteriormente ya habia cometido el error de no estar junto a Sara cuando la necesitaba, y no iba a repetirlo-. Te vere en el vestibulo a las cuatro.

– Eso es casi la hora punta. Tardaras horas.

– Ire en direccion opuesta -dijo Jeffrey, aunque en Atlanta eso importaba poco, pues cualquier persona mayor de quince anos tenia coche-. No quiero que vuelvas sola y conduciendo. Estas demasiado cansada.

Sara no dijo nada.

– No te lo estoy pidiendo, Sara -dijo en tono firme-. Estare alli a las cuatro, ?entendido?

Ella finalmente cedio.

– De acuerdo.

– A las cuatro en el vestibulo principal.

– Muy bien.

Jeffrey le dijo adios y colgo antes de que Sara cambiara de opinion. Comenzo a desarremangarse, pero se lo penso dos veces al ver la hora. Tenia que recoger a Dan Brock y llevarle al deposito una hora despues para que este pudiera extraer muestras de sangre de Andy Rosen. Despues, Jeffrey habia quedado con los Rosen para hablar de su hijo y ver si durante la noche habian recordado algo que le fuera de utilidad.

Jeffrey no tenia nada que hacer en su despacho hasta que la policia cientifica acabara de analizar el apartamento de una habitacion que Andy tenia sobre el garaje de sus padres. Todas las huellas serian introducidas en el ordenador, pero eso era siempre muy aleatorio, pues el ordenador solo podia comparar esas huellas con las que tenia archivadas. Frank llamaria a Jeffrey cuando los informes estuvieran listos, pero por el momento no podia hacer nada. A no ser que surgiera una revelacion trascendental, Jeffrey se dejaria caer por el colegio mayor de Ellen Schaffer para ver si reconocia la foto de Andy Rosen. La muchacha solo habia visto el cadaver de espaldas, aunque considerando lo rapido que circulaban los chismorreos por el campus, probablemente ya sabia mas de Andy Rosen que cualquier miembro de la policia.

Jeffrey decidio hacer algo util. Se dirigio al dormitorio y, mientras recorria el pasillo, fue recogiendo los calcetines y los zapatos de Sara, y a continuacion una falda y la ropa interior. Obviamente se habia quitado la ropa mientras caminaba por la casa. Jeffrey sonrio, recordando como le molestaba eso cuando vivian juntos.

Arrojo las ropas de Sara sobre la silla que habia junto a la ventana. Billy y Bob se habian vuelto a echar en la cama. Jeffrey se sento junto a ellos, y acaricio a ambos por turnos. Habia un par de fotos enmarcadas junto a la cama de Sara, y se detuvo a mirarlas. Tessa y Sara aparecian en la primera foto, las dos de pie delante del lago, cada una con una cana de pescar. Tessa llevaba un raido sombrero de pescador que Jeffrey sabia que habia sido de Eddie. La segunda foto correspondia a la graduacion de Tessa. Eddie, Cathy, Tessa y Sara aparecian en la instantanea con los brazos echados por los hombros, con una gran sonrisa.

Sara, con el cabello rojo oscuro y su piel clara, era unos cuantos centimetros mas alta que su padre, y siempre parecia esa hija del vecino que se cuela en las fotos familiares, aunque su sonrisa era inequivocamente igual que la de su padre. Tessa habia heredado el cabello rubio de la madre, sus ojos azules y su complexion menuda, y las tres mujeres compartian la forma almendrada de los ojos. De todos modos, habia algo mas femenino en Sara, y a Jeffrey siempre le habian atraido que tuviera curvas justo en los lugares mas apreciados.

Dejo la foto y vio una capa de polvo donde antes habia habido otra foto. Jeffrey miro en el suelo, a continuacion abrio el cajon y aparto un par de revistas antes de encontrar en el fondo la fotografia enmarcada en plata. Conocia bien la foto; un desconocido que paseaba por la playa se la habia tomado durante su luna de miel.

Utilizo una esquina de la sabana para quitarle el polvo a la fotografia antes de volver a colocarla sobre la comoda.

La empresa de pompas funebres de Brock tenia su sede en un gran edificio victoriano, el tipo de casa en la que Jeffrey siempre habia deseado vivir desde que era nino. En Sylacauga, Alabama, Jeffrey y su madre -y con menos frecuencia su padre- vivian en una casa de dos habitaciones y un bano que ni siendo muy optimistas se podia denominar hogar. Su madre nunca fue una persona feliz, y, que Jeffrey recordara, no habia cuadros en las paredes, ni alfombras en el suelo ni nada que pudiera anadir un toque personal a la casa. Era como si May Tolliver hiciera todo lo que podia para no echar raices. Tampoco es que, de haber querido, pudiera haber hecho gran cosa.

Las ventanas, mal aisladas, temblaban cuando cerraban la puerta, y el suelo de la cocina estaba tan inclinado hacia atras que la comida que se caia al suelo acababa amontonada bajo el zocalo. En las noches frias de invierno, Jeffrey habia llegado a dormir dentro de su saco en el suelo del armario del pasillo, la habitacion mas caliente de la casa.

Jeffrey llevaba demasiado tiempo trabajando de policia para pensar que una infancia de mierda pudiera justificar nada, pero entendia por que algunas personas la utilizaban como excusa para sus actos. Jimmy Tolliver era un borracho repugnante, y habia sacudido muchas veces a Jeffrey, siempre que este cometia el error de entrometerse en su camino. Casi siempre, Jeffrey resultaba lastimado cuando cometia el error de interponerse entre su madre y los punos de su padre. Aunque eso pertenecia al pasado, y Jeffrey se habia marchado de casa hacia mucho tiempo. A todo el mundo le sucedia algo horrible en uno u otro momento de sus vidas; formaba parte de la condicion humana. La manera en que te enfrentabas a la adversidad daba la medida de la clase de personas que eras. Quiza por eso Jeffrey lo estaba pasando tan mal con Lena. Queria que fuera una persona distinta de la que era.

Dan Brock salio por la puerta dando un traspie, y se detuvo cuando su madre lo llamo. Esta le dio dos vasos de plastico, y Jeffrey le rezo a Dios para que uno de ellos fuera para el. Penny Brock hacia un cafe fabuloso.

Jeffrey intento no sonreir al ver como se despedian madre e hijo. Brock se inclino hacia su mama para besarle en la mejilla, y ella aprovecho para cepillarle el hombro de su traje negro. Habia una explicacion para entender por que Dan Brock tenia casi cuarenta anos y no se habia casado.

Brock le sonrio ensenandole los dientes mientras se dirigia hacia el coche. Era un hombre desgarbado con la enorme mala suerte de parecer exactamente lo que era; un empresario de pompas funebres de tercera generacion. Tenia los dedos largos y huesudos, y un rostro inexpresivo muy apropiado para consolar a los que acababan de sufrir una perdida. En su trabajo, la clientela o bien lloraba a moco tendido o no tenia mucha conversacion, por lo que cuando no estaba de servicio solia mostrarse muy locuaz con cualquiera que estuviera a mano. Tenia un ingenio muy mordaz, y a veces un sentido del humor alarmante. Cuando se reia lo hacia con ganas, abriendo la boca hasta casi descoyuntarsela, como un Teleneco.

Jeffrey se inclino para abrir la portezuela, pero Brock ya lo habia hecho, pasandose los dos vasos a una de sus grandes manos.

– Hola, jefe -dijo, subiendose al coche. Le entrego un vaso a Jeffrey-. Lo ha hecho mama.

– Dale las gracias de mi parte -dijo Jeffrey, cogiendo el vaso. Quito la tapa e inhalo el vapor, pensando que le despertaria. Adecentar la casa de Sara no era exactamente una tarea agotadora, pero le habia dejado hecho polvo comprobar que ella habia escondido aquella fotografia en el cajon, como si no quisiera tener a la vista nada que le recordara que habian estado casados. No pudo evitar reirse de si mismo; actuaba como una adolescente enamorada.

– ?Que te pasa? -pregunto Brock, pues como todo buen empresario de pompas funebres, intuia cuando alguien se dejaba dominar por sus emociones.

Jeffrey puso la primera.

– Nada.

Brock se apoltrono alegremente, extendiendo las piernas delante de el como dos mondadientes doblados.

– Gracias por recogerme. No se cuando va a estar arreglado el coche funebre, y mama va a aerobic los lunes.

– Ningun problema -le dijo Jeffrey, procurando no reirse al imaginar a Penny Brock en mallas.

Le vino a la mente la imagen de un saco de patatas informe.

– ?Sabes algo de Tessa? -le pregunto Brock.

– Hable con Sara esta manana -le dijo Jeffrey-. Esta mejor, o eso parece.

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