– Era mas comodo ir andando -dijo Rosen-. A veces ibamos juntos.

– ?Le conto adonde pensaba ir ayer por la manana?

– Yo estaba en la clinica -respondio Rosen-. Supuse que se quedaria todo el dia en casa. Cuando Lena llego…

Pronuncio el nombre de Lena con una familiaridad que a Jeffrey le hubiera gustado averiguar el porque, pero no se le ocurrio la manera de introducir el tema en la conversacion.

Jeffrey saco su libreta y pregunto:

– ?Andy trabajaba para usted, doctor Keller?

– Si. No es que hiciera gran cosa, pero no queria que pasara mucho tiempo en casa solo.

– Tambien ayudaba en la clinica -anadio Rosen-. Nuestra recepcionista no es muy de fiar. A veces Andy se encargaba de la recepcion o trabajaba en los ficheros.

– ?Alguna vez tuvo acceso a informacion de los pacientes? -pregunto Jeffrey.

– Oh, nunca -dijo Rosen, como si la sola idea la alarmara-. Eso esta bajo llave. Andy se encargaba de las facturas, de concertar citas, de las llamadas telefonicas. Ese tipo de cosas. -Le temblo la voz-. Solo era para mantenerlo ocupado durante el dia.

– Y lo mismo en el laboratorio -dijo Keller-. No estaba realmente cualificado para ayudar en la investigacion. Ese trabajo lo hacen los estudiantes de postgrado. -Keller se irguio con las manos en las rodillas-. Solo queria tenerle cerca para no perderlo de vista.

– ?Les preocupaba que hiciera algo asi? -pregunto Jeffrey.

– No -dijo Rosen-. Bueno, no se. Quiza, de manera subconsciente, pense que a lo mejor se lo estaba planteando. Ultimamente se comportaba de manera muy extrana, como si ocultara algo.

– ?Tiene idea de que era?

– Imposible saberlo -dijo con autentico pesar-. A esa edad los chicos son dificiles. Y las chicas tambien, por supuesto. Intentan hacer la transicion entre la adolescencia y la edad adulta. Y los padres a veces son un lastre y otras una muleta donde apoyarse, segun el dia de la semana.

– O segun si necesitan dinero o no -anadio Keller.

Los dos sonrieron ante el comentario, como si fuera un chiste compartido por ambos.

– ?Tiene hijos, jefe Tolliver? -pregunto Keller.

– No.

Jeffrey se reclino en la butaca. No le habia gustado la pregunta. De joven, jamas penso en tener hijos. Al enterarse de lo de Sara, no volvio a pensar en ello. Pero en el ultimo caso en el que trabajo con Lena hubo algo que le hizo preguntarse que se sentiria ejerciendo de padre.

– Te parten el corazon -dijo Keller en un ronco susurro, hundiendo la cabeza entre las manos.

Jill Rosen parecio entablar un mudo debate consigo misma antes de extender un brazo y acariciarle la espalda. Keller levanto los ojos, sorprendido, como si ella acabara de concederle un premio.

Jeffrey espero un instante antes de preguntar:

– ?Les dijo Andy si dejar las drogas le causaba algun problema? -Los dos negaron con la cabeza-. ?Habia algo o alguien que pudiera haberlo disgustado?

Keller se encogio de hombros.

– Se esforzaba muchisimo por forjar su propia identidad. -Movio la mano en direccion a la parte de atras de la casa-. Por eso le dejabamos vivir encima del garaje.

– Ultimamente le interesaba el arte -dijo Rosen. Senalo la pared que habia detras de Jeffrey.

– No esta mal.

Jeffrey le echo un vistazo al lienzo, esforzandose para que su reaccion sonara sincera. El cuadro mostraba, de manera bastante unidimensional, a una mujer desnuda tendida sobre una roca. Tenia las piernas abiertas, y sus genitales eran la unica parte de la pintura en color, por lo que parecia tener un plato de lasana entre los muslos.

– Tenia talento -afirmo Rosen.

Jeffrey asintio, pensando que solo una madre enganada o el editor de la revista Screw [2] pensaria que el autor de ese cuadro tenia talento. Se volvio, y su mirada se encontro con Keller, quien tenia una expresion remilgada e incomoda que reflejaba la propia reaccion de Jeffrey.

– ?Andy se veia con alguien? -pregunto Jeffrey, pues aunque el cuadro era descriptivo, parecia que al muchacho se le habian pasado por alto algunas partes importantes.

– No que nosotros sepamos -respondio Rosen-. Nunca vimos salir a nadie de su habitacion, pero el garaje esta en la parte de atras de la casa.

Keller le lanzo una mirada a su mujer antes de responder:

– Jill cree que tomaba drogas otra vez.

– Encontramos algo de material en su habitacion -le dijo Jeffrey. No espero a que Rosen formulara la pregunta obvia-. Recortes de papel de aluminio y una pipa. No hay manera de saber cuando los utilizo por ultima vez.

Rosen se hundio en el sofa, y su marido la rodeo con el brazo, apretandola contra su pecho. Sin embargo, ella parecia ausente, y Jeffrey volvio a preguntarse por el estado de su matrimonio.

Jeffrey prosiguio.

– No habia nada mas en su habitacion que indicara que tenia algun problema con las drogas.

– Tenia cambios bruscos de humor -dijo Keller-. A veces estaba muy melancolico. Triste. Era dificil saber si era por las drogas o su temperamento natural.

Jeffrey se dijo que ese era un buen momento para mencionar los piercings de Andy.

– Observe que llevaba un piercing en la ceja.

Keller puso los ojos en blanco.

– Eso casi mata a su madre.

– Tambien llevaba uno en la nariz -anadio Rosen con desaprobacion-. Creo que ultimamente se habia hecho algo en la lengua. No me lo enseno, pero siempre lo estaba chupando.

– ?Alguna otra cosa inusual? -insistio Jeffrey.

Keller y Rosen abrieron mucho los ojos en una expresion inocente. Keller hablo por los dos:-?No creo que se pueda poner un piercing en ninguna otra parte!

Jeffrey cambio de tema.

– ?Que me dicen del intento de suicidio de enero?

– Visto con perspectiva, no creo que realmente tuviera intencion de matarse -dijo Keller-. Sabia que Jill encontraria la nota cuando se despertara. Lo calculo para que la hallara antes de que el acto fuera irremediable. -Hizo una pausa-. Creemos que intentaba llamar la atencion.

Jeffrey espero a que Rosen dijera algo, pero tenia los ojos cerrados y el cuerpo inclinado y apoyado en el de su marido.

– A veces sacaba las cosas de quicio -confeso Keller-. No pensaba en las consecuencias.

Rosen no replico.

Keller nego con la cabeza.

– No se, a lo mejor no deberia decir algo asi.

– No -susurro Rosen-. Es la verdad.

– Deberiamos habernos dado cuenta -insistio Keller-. Debio de enviarnos alguna senal.

La muerte ya es mala de por si, pero los suicidios son especialmente horribles para los allegados. O bien se culpan por no haber visto algun indicio o se sienten traicionados por el egoismo del difunto, que les ha dejado para que arreglen el estropicio. Jeffrey se imagino que los padres de Andy Rosen se pasarian el resto de sus vidas intentando resolver el dilema.

Rosen se incorporo, limpiandose la nariz. Saco otro panuelo de papel de la caja y se seco los ojos.

– Me asombra que encontrara algo en el apartamento -dijo-. Andy era tan desordenado.

Habia intentado mantener la calma, pero sus palabras parecieron remover de nuevo su dolor.

Rosen se derrumbo lentamente; la boca comenzo a temblarle mientras intentaba reprimir los sollozos, hasta que por fin se cubrio la cara con las manos.

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