Se tambaleo pero no cayo.
El le pisaba los talones, jadeando para mantener el paso.
– Calmate un poco.
– No tengo por que calmarme -dijo Lena, y era cierto.
La adrenalina que avanzaba por todo su cuerpo le mantenia la mente despejada.
– Lena, vamos -dijo Ethan, casi suplicando.
Lena tomo un estrecho sendero que discurria entre dos arbustos espinosos, sabiendo que llegaria al colegio mayor de su facultad si atajaba por el patio de la universidad.
Ethan la siguio, pero habia dejado de hablar.
– ?Que estas haciendo? -pregunto ella.
El no respondio.
– No vas a entrar en mi habitacion -dijo ella, apartando una rama baja mientras se dirigia a la entrada principal de su residencia-. Hablo en serio, Ethan.
El no le hizo caso, y se quedo a su lado mientras ella intentaba abrir la puerta. Pero Lena no tenia coordinacion, y no podia encontrar la cerradura. Probablemente se debia al Vicodin, nadando en el mar de alcohol que chapoteaba dentro de su estomago. ?Como se le habia podido ocurrir mezclar drogas y alcohol de ese modo? Lena sabia que eso no habia que hacerlo nunca.
Ethan le quito las llaves de un tiron y abrio la puerta. Ella intento recuperarlas, pero el ya estaba dentro.
– ?Cual es tu habitacion? -pregunto Ethan.
– Dame mis llaves.
De nuevo intento quitarselas, pero el fue demasiado rapido.
– Eres una capulla -dijo Ethan-. ?Lo sabias?
– Dame mis llaves -repitio Lena, aunque no queria hacer una escena.
La residencia era tan asquerosa que pocos profesores vivian en ella, pero Lena no deseaba que algun vecino asomara la cabeza.
Ethan estaba leyendo el nombre de Lena en el buzon del vestibulo. Sin mediar palabra, bajo el pasillo hacia su habitacion.
– Basta -ordeno-. Solo dame…
– ?Que has tomado? -pregunto, buscando entre sus llaves la que abria la puerta-. ?Que eran esas pildoras que te has tragado?
– ?Dejame en paz! -grito Lena, agarrandole las llaves. Apoyo la cabeza contra la puerta y se concentro en abrir la cerradura. Cuando oyo el chasquido se permitio una sonrisa, que rapidamente le desaparecio cuando Ethan la empujo hacia el interior de su cuarto.
– ?Que pildoras has tomado? -quiso saber.
– ?Me estas vigilando? -pregunto, pero eso era evidente.
– ?Que has tomado?
Lena se quedo en mitad de la habitacion intentando orientarse. No habia mucho que ver. Vivia en un antro de dos habitaciones con cuarto de bano privado y una cocina americana que siempre olia a grasa de beicon por mucho que limpiara. Se acordo del contestador, pero cuando miro el indicador de llamadas habia un cero bien gordo. Esa zorra de Jill Rosen no la habia llamado.
– ?Que has tomado? -repitio Ethan.
Lena se dirigio al armario de la cocina y dijo:
– Motrin. Tengo calambres, ?entendido? -pensando que eso le haria callar.
– ?Eso es todo? -pregunto el, acercandosele.
– Tampoco es asunto tuyo -le dijo Lena, sacando una botella de whisky del armarito.
Ethan hizo aspavientos con las manos.
– Y ahora vas a beber un poco mas.
– Gracias por la cronica, jovencito -se pitorreo Lena.
Se sirvio una generosa racion y la apuro de un trago.
– Estupendo -dijo el, y ella se sirvio otra copa.
Lena dio media vuelta y espeto:
– ?Por que no me…?
Se callo. Ethan estaba lo bastante cerca como para tocarla, y la desaprobacion emanaba de el como el calor de un incendio forestal.
El se quedo inmovil, las manos a los lados.
– No lo hagas.
– ?Por que no me acompanas? -le pregunto.
– No bebo. Y tu tampoco deberias.
– ?Eres de Alcoholicos Anonimos?
– No.
– ?Estas seguro? -dijo Lena, echando un buen trago y soltando un sonoro «ahhh», como si fuera lo mejor que hubiera probado nunca-. Desde luego te comportas como un alcoholico rehabilitado.
Los ojos de Ethan siguieron el vaso que se llevo a la boca.
– No me gusta perder el control.
Lena se puso el vaso bajo la nariz, inhalando.
– Huele -le dijo, y se lo acerco a la cara.
– Aparta eso -le ordeno, pero el no se movio.
Lena se paso la lengua por los labios con un chasquido. Ethan era un alcoholico; Lena estaba segura. Su reaccion no podia explicarse de otro modo.
– ?Ni siquiera puedes probarlo, Ethan? -dijo Lena-. Venga, Alcoholicos Anonimos es para maricones. No necesitas ir a esas estupidas reuniones para saber cuando parar.
– Lena…
– Eres un hombre, ?o no? Los hombres saben controlarse. Vamos, senor Control.
Lena le apreto el vaso contra los labios, y el cerro aun mas la boca. Ni siquiera cuando ella inclino el vaso, derramandole el liquido ambar por la barbilla y la camisa, se separaron sus labios.
– Bueno -dijo ella, viendo como el alcohol le goteaba por la barbilla-. Que manera de desperdiciar un buen whisky.
Con violencia, Ethan arranco la toalla del colgador y se la dio a Lena. Con los dientes apretados le ordeno:
– Limpialo. Ahora.
Lena se quedo estupefacta por su vehemencia. No le costaba nada limpiar aquello, de modo que obedecio, frotandole la camisa y a continuacion la bragueta de los pantalones. La encontro tensa, y, sin poder evitarlo, Lena se rio.
– ?Esto es lo que te pone? ?Mandonear a los demas?
– Callate -le ordeno Ethan, intentando arrebatarle la toalla.
Ella le dejo coger la toalla. Sin ella, Lena utilizo la mano, aumentando la presion en la bragueta. A Ethan se le puso mas dura.
Lena le pregunto:
– ?Ha sido el whisky? ?Te gusta como huele? ?Te pone caliente?
– Basta -dijo el, pero Lena le notaba cada vez mas empalmado.
– Mierdecilla pervertida -murmuro Lena, y le sorprendio oir el tono burlon de su voz.
– No lo hagas -repuso el, pero no intento detenerla cuando ella le bajo la bragueta.
– ?Que no haga el que? -pregunto Lena agarrandosela con la mano.
Era mas grande de lo que habia imaginado, y habia algo excitante en saber que podia darle placer o causarle un intenso dolor.
Lena se la acaricio.
– ?Que no haga esto?
– Oh, joder -susurro Ethan, pasandose la lengua por los labios-. Joder.
Lena movio la mano arriba y abajo, observando su reaccion. Lena no era precisamente virgen antes de que la