persona para revivir esta antigua aficion; personalmente no comprendo que sea una cosa adecuada para un hombre ya mayor. Pero procure mostrarme cortes e interesado por su nueva locomotora, que arrastraria al
—Si hubiese tenido suerte —me dijo, arrodillandose para mirar al interior de la maquina de juguete— habria sido un buen encargado de taller, creo… mecanico especialista. Pero la casualidad de mi nacimiento fijo mi destino por otros caminos.
—?Esta seguro de que lo habria preferido, Willem?
—No lo se. Este trabajo que tengo no es malo. La jornada es facil y el sueldo bastante bueno… casi la plena seguridad de que no puedo perder el empleo… descontando la remota posibilidad de una revolucion, y mi dinastia siempre ha tenido suerte en ese punto. Pero la mayor parte del trabajo es aburrido y cualquier actor de segunda fila podria hacerlo tan bien como yo —lanzo una rapida mirada—. Yo descargo a mis ministros de muchos de esos aburridos trabajos de colocar primeras piedras y asistir a los desfiles, ya sabe.
—Lo se y se lo agradezco.
—Muy rara vez se me presenta la oportunidad de dar un pequeno empujon en la direccion acertada… lo que yo creo que es la direccion acertada. El reinar es una profesion muy rara, Joseph. Le recomiendo que no piense en ser Rey.
—Me temo que ya es un poco tarde, aunque quisiera.
Apreto algunos tornillos del juguete con un pequeno destornillador.
—Mi verdadera funcion es la de impedir que usted se vuelva loco.
—?Eh?
—Desde luego. La psicosis profesional es la enfermedad de los Jefes de Estado. Mis predecesores en el oficio de Rey, los que realmente gobernaban, eran casi todos un poco insanos. Y eche una mirada a sus Presidentes americanos; el empleo a menudo los mataba cuando estaban en lo mejor de sus vidas. Pero yo no tengo que preocuparme de los asuntos del Estado; tengo a un profesional como usted para que lo haga por mi. Y usted tampoco se ve sometido a esa tremenda presion; usted o el que tenga su empleo, siempre puede abandonar si las cosas se ponen demasiado dificiles… mientras que el viejo Emperador… casi siempre se le llama el “viejo Emperador”; ascendemos al trono a la edad en que los demas hombres se disponen a retirarse… el Emperador esta siempre aqui, manteniendo la continuidad, protegiendo el simbolo del Estado, mientras que ustedes, los profesionales, se dedican a buscar una nueva formula —me hizo un guino y anadio—: Mi empleo no sera muy brillante, pero es util.
Al cabo de unos minutos me permitio que dejase de admirar aquellos trenes infantiles y volvimos al despacho. Pense que iba a despedirme. En efecto, me dijo:
—No deberia retenerle por mas tiempo. ?Ha tenido un viaje pesado?
—No mucho. Lo pase trabajando.
—Es natural. Y a proposito, ?quien es usted?
Hay el golpecito del policia sobre el hombro del criminal, la sorpresa del ultimo escalon que no existe, tenemos la sensacion de caer de la cama, y tambien cuando el esposo regresa al hogar sin avisar… prefiero cualquier combinacion de esas antes que esta simple pregunta. Envejeci en mi interior lo suficiente para justificar mi apariencia y mucho mas.
—?Sire?
—Vamos, vamos —dijo con impaciencia—; creo que mi oficio debe tener algun privilegio. Simplemente, digame la verdad. Durante la ultima hora he sabido que usted no era John Joseph Bonforte… aunque podria enganar a su propia madre; tiene hasta sus mismos gestos. Pero ?quien es usted?
—Me llamo Lorenzo Smythe, Majestad —dije debilmente.
—?Animese, hombre! Podria haber llamado a los guardias hace ya mucho rato, si hubiese querido. ?Le enviaron para que me asesine?
—No, Sire. Soy… leal a su Majestad.
—Tiene una manera rara de demostrarlo. Bien; sirvase otro vaso, sientese y cuentemelo todo.
Se lo conte todo, hasta el ultimo detalle. Necesite mas de un vaso, y poco a poco me senti mejor. Parecio furioso cuando le conte lo del secuestro, pero cuando le dije lo que habian hecho con el cerebro del pobre Bonforte, su rostro se ennegrecio con una ira gigantesca.
Por fin dijo, con voz tranquila:
—Entonces, ?solo se trata de una cuestion de dias hasta que se recupere totalmente?
—Eso es lo que el doctor Capek asegura.
—No dejen que vuelva al trabajo hasta que este bien del todo. Es un hombre de gran valor para nosotros. Lo sabia, ?no es cierto? Vale por seis hombres como usted o yo. De modo que siga con su papel y dele la oportunidad de recuperarse. El Imperio le necesita.
—Si, Sire.
—Puede apear el Sire. Ya que representa a Bonforte, llameme Willem, como el lo hace. ?Sabia que fue por eso por lo que le descubri?
—No, Sir… No, Willem.
—El me ha llamado Willem durante veinte anos. Pense que era algo extrano que me llamase Sire en privado, sencillamente porque la visita era sobre asuntos de Estado. Sin embargo, no sospeche nada, de momento. Pero, aunque su caracterizacion es asombrosa, aquello me hizo pensar. Luego me convenci cuando fuimos a ver los trenes.
—?Que quiere decir? ?Como lo advirtio?
—Usted se mostro cortesmente interesado, hombre. Le he ensenado mis trenes muchas veces en el pasado… y siempre se vengaba diciendome claramente lo que pensaba de un hombre que jugase con tales cosas. Era una pequena comedia que siempre haciamos. Los dos disfrutabamos con eso.
—?Oh, no lo sabia!
—?Como podia saberlo?
Estaba pensando que debi saberlo; aquel maldito archivo Farley debio advertirme con tiempo… No fue hasta despues de la entrevista cuando me di cuenta de que el archivo no habia fallado, en vista de la teoria en la que se basaba, es decir, que su objeto era permitir a un hombre famoso recordar detalles sobre los menos famosos. Pero eso era precisamente lo que el Emperador no era… quiero decir menos famoso. Naturalmente que Bonforte no necesitaba notas para recordar los detalles personales de Willem. Tampoco creeria correcto anotar detalles intimos del Soberano en una ficha que podia ser vista por sus empleados.
No habia visto lo obvio… aunque tampoco veia la forma de haberlo podido evitar, aun cuando me diese cuenta de que la ficha debia estar incompleta.
Pero el Emperador seguia hablando.
—Ha hecho un buen trabajo… y despues de arriesgar su vida en un nido marciano, no me sorprende que estuviera dispuesto a enfrentarse conmigo. Digame, ?le he visto alguna vez en estereovision o en alguna otra parte?
Le habia dicho mi nombre legal, desde luego, cuando el Emperador me lo pregunto; ahora le di mi nombre profesional con cierta timidez. Me miro levantando las manos y se echo a reir. Me senti algo molesto.
—?Ejem!, ?ha oido hablar de mi?
—?Oir hablar de usted? Soy uno de sus admiradores —me miro mas de cerca—. Pero todavia se parece a Joe Bonforte. No puedo creer que sea “el Gran Lorenzo”.
—Sin embargo lo soy.
—?Oh, lo creo, lo creo! ?Se acuerda de aquella cinta en la que representa a un vagabundo? Primero trata de ordenar a una vaca… sin exito. Por fin termina comiendose el plato del gato… pero hasta el gato lo echa de alli.
Admiti que habia hecho aquel papel.
—Casi he gastado a trozos el microfilm. Rio y lloro casi al mismo tiempo.
—Esa es la idea —vacile, y luego le confese que el tipo de bohemio Willie era copiado de un gran artista de otro siglo—. Pero prefiero los papeles dramaticos.
—?Como este?
—Bien… no exactamente. En este papel, una sola representacion es suficiente. No quisiera que durase una larga temporada en las carteleras.