son tan rapidos que en mitad del camino uno se vuelve a encontrar en caida libre.

Nos dirigimos primero a la serie de habitaciones destinadas al Jefe de la Oposicion; aquella seria la residencia oficial de Bonforte hasta (si lo conseguia) que volviese al poder despues de las proximas elecciones. La magnificencia de aquellas habitaciones me hizo pensar en como serian las destinadas al Ministro Supremo. Creo que New Batavia es, sin duda, la capital que posee mejores palacios de toda la historia; es una lastima que casi no se pueda ver desde el exterior… pero este es un pequeno defecto que queda mas que compensado por el hecho de que es la unica ciudad en todo el Sistema Solar completamente a prueba de bombas termonucleares. O quiza debiera decir “en su mayor parte”, ya que cuenta con algunas estructuras en la superficie que podrian ser facilmente destruidas. El departamento de Bonforte incluia un salon superior en el lado de una colina, que contaba con balcon protegido por una burbuja de plastico desde el que se podian contemplar las estrellas y la madre Tierra… pero su dormitorio y su despacho estaban abajo, a mas de mil pies de solida roca, comunicados por un ascensor privado.

No tuve tiempo de examinar mis habitaciones; me vistieron en el acto para la audiencia; Bonforte no tenia valet, ni siquiera cuando vivia en su residencia de la Tierra, pero Roger insistio en ayudarme (en realidad, solo sirvio de estorbo), mientras revisamos los detalles de ultima hora. El traje era un anticuado traje de etiqueta, pantalones tubulares, sin forma definida, una absurda chaqueta con larga cola partida (creo que la llaman frac), ambas prendas de color negro, una camisa con pechera almidonada, un cuello duro, y una corbata de pajarita blanca. La camisa de Bonforte era de una pieza, porque (lo supongo) no estaba acostumbrado a servirse de un tocador, en realidad, aquella prenda debia vestirse pieza por pieza y anudarse la corbata ligeramente inclinada para demostrar que habia sido hecho el lazo a mano… pero es demasiado esperar que un hombre comprenda a la vez la politica y los trajes de epoca.

Era un traje muy feo, pero formaba un fondo excelente para la condecoracion de la Orden Wilhelmina, que se extendia en diagonal en mi pecho con brillante colorido. Contemple mi figura en un espejo, y me senti satisfecho del efecto; el toque de color contra el severo negro y blanco del traje formaba un excelente contraste. Aquel traje tradicional podia ser feo, pero tenia dignidad, algo parecido a la fria correccion de un maitre d'hotel. Decidi que aquel traje era el mas adecuado para atender a los deseos de un soberano.

Roger Clifton me entrego el pergamino enrollado, en el que se suponia estaban escritos los nombres designados para ser Ministros del nuevo Gobierno y coloco en un bolsillo interior de mi traje una copia de la lista a maquina… el original habia sido despachado a mano por el propio Jimmy Washington, al Secretario de Estado del Emperador, tan pronto como tocamos tierra. Teoricamente el objeto de la audiencia real era para que el Emperador me informase de sus deseos de que yo formase nuevo Gobierno y para que yo sometiese humildemente mis propuestas; los nombramientos se suponian secretos hasta que el Soberano concedia su graciosa aprobacion.

En realidad, todos los cargos estaban ya designados. Roger y Bill habian pasado la mayor parte del viaje preparando la lista del nuevo Gabinete asegurandose que los nombrados aceptarian los nombramientos, usando para ello radiocifra espacial. Yo habia estudiado las fichas Farley de cada uno de los propuestos y sus posibles sustitutos. Pero la lista, en realidad, era secreta, en el sentido de que las agencias de prensa no las recibirian para su publicacion hasta despues de la audiencia real.

Cogi el pergamino y mi varilla marciana; Roger parecio horrorizado.

—?Cielo santo, hombre, no querra llevar eso en presencia del Emperador!

—?Por que no?

—Bueno… es un arma.

—Es un arma de ceremonias. Roger, todos los duques y barones de tres al cuarto llevaran sus espadas. De modo que yo llevare esto.

Movio la cabeza lentamente.

—Ellos tienen que hacerlo. ?Es que no conoce la antigua teoria legal sobre el particular? Sus espadas de ceremonia simbolizan el deber que tienen para su senor de apoyarle y defenderle por las armas y con sus propias personas. Pero usted es una persona civil; por tradicion debe presentarse ante el Emperador desarmado.

—No, Roger. ?Oh, desde luego, hare lo que quiera, pero nos perdemos una magnifica oportunidad de elevarnos con la marca! Eso seria buen teatro, un excelente golpe de efecto.

—Temo que no le comprendo.

—Bien, mire, ?cree que la noticia llegara a Marte si hoy llevo la varilla? Quiero decir, ?hasta los nidos?

—?Eh? Supongo que si.

—Desde luego. Creo que todos los nidos tienen receptores de estereovision; por lo menos, observe muchos en el nido de Kkkah. Siguen las noticias del Imperio con la misma atencion que los terrestres. ?No es cierto?

—Si. Por lo menos los mayores.

—Si llevo la varilla, ellos lo sabran; si dejo de llevarla, tambien lo sabran. Es algo importante para ellos; esta estrechamente unido a su sentido de la etiqueta. Ningun marciano adulto se presentaria fuera de su nido sin llevar su varilla, y dentro de el en ocasiones importantes. Los marcianos se han presentado delante del Emperador en el pasado y llevaban sus varillas, ?no es verdad? Me apostaria la vida a que es asi.

—Si, pero usted…

—Se olvida de que soy un marciano.

El rostro de Roger perdio toda expresion; yo continue:

—No solo soy John Joseph Bonforte; tambien soy Kkkahjjjerrr, del nido de Kkkah. Si dejo de llevar mi varilla, cometere una grave falta de etiqueta, y, francamente, no se cuales seran los resultados cuando se enteren de ello; no conozco lo bastante las costumbres marcianas. Ahora de la vuelta al problema y mirelo desde otro punto de vista. Cuando atraviese aquel salon llevando esta varilla, sere un ciudadano marciano a punto de ser nombrado Primer Ministro de su Majestad Imperial. ?Que efecto causara esto en los nidos?

—Creo que no habia pensado en eso —respondio lentamente.

—Yo tampoco lo habria hecho si no hubiera tenido que decidir si llevaba o no la varilla marciana. Pero ?no cree que Bonforte ya habia pensado en esto… aun antes de que aceptara la invitacion a ser adoptado en uno de los nidos? Roger, tenemos agarrado a un tigre por la cola; lo unico que podemos hacer es subirnos y seguir encima de el. No podemos soltarlo.

Dak llego en ese momento, confirmo mi opinion y parecio sorprendido que Clifton esperara algo diferente.

—Desde luego, establecemos un nuevo precedente, Roger… y tendremos que establecer muchos mas antes de que terminemos con todo esto.

Pero cuando vio la forma en que yo llevaba la varilla, dejo escapar un aullido:

—?Caramba, hombre! ?Es que quiere matar a alguien? ?O quiere hacer un agujero en la pared?

—No apretaba el boton.

—?Demos gracias al Cielo por sus pequenos favores! Ni siquiera tiene puesto el seguro —me saco la varilla de la mano con exquisito cuidado y dijo—: Hay que darle la vuelta a este anillo… y empujar esta pieza dentro de su ranura… entonces no es mas que un baston. ?Uf!

—?Oh! Lo siento.

Me dejaron en el vestibulo del palacio, entregandome en las manos del ayudante de campo del rey Willem, hindu de rostro impasible, llamado Pateel, con modales perfectos y el deslumbrante uniforme blanco de las Fuerzas Imperiales del Espacio. La inclinacion que me dispenso debio de calcularla con una regla de calculo; sugeria que yo era una persona que estaba en camino de ser Ministro Supremo, pero aun no lo era; que era su superior, pero, sin embargo, un paisano… luego resta cinco grados por el hecho de que llevaba la charretera del Emperador en su hombro derecho.

Miro a la varilla marciana y dijo tranquilamente:

—Esto es una varilla marciana, ?no es cierto? Muy interesante, senor. Supongo que querra dejarla aqui. Estara segura.

—La llevare conmigo —conteste.

—?Senor?

Sus cejas se levantaron y espero a que yo rectificase mi evidente error.

Busque entre las frases favoritas de Bonforte y escogi una que usaba con frecuencia para amonestar a los entrometidos.

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