barra en el centro.

—?Eh, Wentz! —grito Nilesa. .

—?Quien es? —pregunto una voz.

—Yo, Nilesa. El capitan Vorkosigan quiere enviar a esa tia betana a hablar con Radnov.

—?Para que?

—?Y como demonios quieres que yo lo sepa? Sois vosotros los que se supone que teneis receptores en las camas de todo el mundo. Tal vez no tiene un polvo tan bueno despues de todo. —Nilesa se encogio de hombros hacia ella, pidiendo disculpas por la expresion, y ella las acepto con un gesto.

Abajo oyeron un debate entre susurros.

—?Esta armada?

Cordelia, preparando sus dos aturdidores, nego con la cabeza.

—?Le darias un arma a una tia betana? —pregunto Nilesa retoricamente, observando asombrado sus preparativos.

—Muy bien. Metela, cierra la escotilla y dejala caer. Si no cierras la escotilla antes de que caiga, le dispararemos. ?Entendido?

—Si.

—?Que vere cuando llegue al fondo? —le pregunto Cordelia a Nilesa.

—Es un sitio feo. Estara en una especie de hueco en el almacen de la sala principal de control. Solo puede pasar un hombre cada vez, y estara atrapada alli como un blanco de tiro, rodeada por la pared por tres lados. Fue disenado asi a proposito.

—?No se puede entrar a la fuerza por ahi? ?No planea hacerlo?

—Ni de cona.

—Bien. Gracias.

Cordelia se encaramo a la barra, y Nilesa cerro la escotilla con un sonido que hizo que pareciera la tapa de un ataud.

—Muy bien —dijo la voz de abajo—, dejese caer.

—Esta muy lejos —dijo ella, sin ningun problema para parecer asustada—. Tengo miedo.

—Jodase. Yo la agarrare.

—Muy bien.

Paso las piernas y un brazo por la barra. Su mano temblo al meter el segundo aturdidor en su funda. El estomago le bombeaba bilis agria a la garganta. Deglutio, inspiro profundamente para mantenerla alli, preparo el aturdidor, y se dejo caer.

Aterrizo cara a cara ante el hombre de abajo, que sujetaba desenfadadamente el disruptor neural a la altura de la cintura. Los ojos del hombre se abrieron como platos al ver el aturdidor. La costumbre barrayaresa de tener tripulaciones exclusivamente masculinas jugo a favor de Cordelia, pues el hombre vacilo antes de disparar contra una mujer. En esa fraccion de segundo, ella disparo primero. Cayo pesadamente sobre ella, la cabeza posada sobre su hombro. Ella lo sujeto como escudo y siguio avanzando.

Su segundo disparo alcanzo al siguiente guardia cuando este alzaba su disruptor para apuntar. El tercer guardia lanzo una rapida descarga que fue absorbida por la espalda del hombre que Cordelia sujetaba, aunque la aureola le chamusco el borde exterior del muslo izquierdo. El dolor hizo que quisiera gritar, pero de sus dientes apretados no escapo ningun sonido. Con salvaje precision que no parecia formar parte de ella, le disparo tambien, y luego busco freneticamente un lugar donde ocultarse.

Por encima se extendian varios conductos; la gente al entrar en una habitacion normalmente mira hacia abajo y alrededor antes de pensar en mirar hacia arriba. Se guardo el aturdidor en el cinturon, y de un salto que nunca podria haber duplicado a sangre fria se encaramo entre los conductos y el techo blindado. Respirando silenciosamente a traves de la boca abierta, desenfundo de nuevo el aturdidor y se preparo para lo que pudiera venir por la puerta oval que daba a la sala principal de maquinas.

—?Que ha sido ese ruido? ?Que esta pasando ahi?

—Lanza una granada y sella la puerta.

—No puedo, nuestros hombres estan ahi dentro.

—?Wentz, informa!

Silencio.

—Entra tu, Tafas.

—?Por que yo?

—Porque yo te lo ordeno.

Tafas se arrastro cuidadosamente por la puerta, pasando el umbral casi de puntillas. Se dio la vuelta dos veces, observando. Temeroso de que pudiera cerrar la puerta y sellarla al oir otro disparo, ella espero a que por fin mirara hacia arriba.

Le sonrio y le hizo un gesto con los dedos.

—Cierra la puerta —silabeo en silencio, apuntando.

El se la quedo mirando con una expresion muy extrana en la cara: aturdimiento, esperanza y furia a la vez. La boca de su disruptor parecia tan grande como una linterna, y apuntaba con bastante precision a su cabeza. Era como mirar a los ojos del juicio final. Una especie de tablas. Vorkosigan tiene razon, penso ella, un disruptor tiene autentica autoridad.

Entonces Tafas exclamo:

—Parece que hay una fuga de gas o algo parecido. Sera mejor que cierre la puerta mientras lo compruebo.

La puerta se cerro obediente tras el.

Cordelia sonrio desde el techo, los ojos entornados.

—Hola. ?Quieres salir de este lio?

—?Que esta haciendo aqui… betana?

Excelente pregunta, penso ella con tristeza.

—Intentar salvar algunas vidas. No se preocupe: sus amigos estan aturdidos nada mas.

No menciono el que habia sido alcanzado por fuego amigo y que quizas estaba muerto, por haberle servido de escudo.

—Pasese a nuestro bando —lo coacciono, repitiendo locamente un juego infantil—. El capitan Vorkosigan le perdonara, limpiara su historial. Le dara una medalla —prometio sin cortarse un pelo.

—?Que medalla?

—?Como quiere que lo sepa? La medalla que usted quiera. Ni siquiera tendra que matar a nadie. Tengo otro aturdidor.

—?Que garantia tengo?

La desesperacion la volvio arrojada.

—La palabra de Vorkosigan. Digale que yo se la ofreci.

—?Quien es usted para ofrecerla por el?

—Lady Vorkosigan, si los dos vivimos.

?Una mentira? ?La verdad? ?Una fantasia desesperada?

Tafas solto un silbido, mirandola. La credulidad empezo a iluminar su rostro.

—?De verdad quiere ser responsable de dejar que ciento cincuenta amigos suyos respiren vacio solo por salvar la carrera de ese espia ministerial? —anadio ella, persuasiva.

—No —respondio el firmemente por fin—. Deme el aturdidor.

Ahora habia que poner a prueba la confianza… Le lanzo uno.

—He eliminado a tres, faltan siete. ?Cual es el mejor plan?

—Puedo atraer a un par mas de ellos. Los otros estan en la entrada principal. Podemos sorprenderlos desde atras, si tenemos suerte.

—Adelante.

Tafas abrio la puerta.

—Era un escape de gas —rio convincente—. Ayudame a sacar a estos tios y sellaremos la puerta.

—Me parecio oir un aturdidor hace un rato —dijo su companero mientras entraba.

—Tal vez intentaban llamar la atencion.

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