cuyos participantes estaban ya todos irrelevantemente muertos. Un erudito llamado Acztih lo habia hecho mejor, con una vivida biografia del emperador Dorca Vorbarra el Justo, la ambigua figura que Cordelia suponia que era el tatarabuelo de Vorkosigan, y cuyo reinado habia marcado el final de la Era del Aislamiento. Profundamente absorta en la multitud de personalidades y politicas retorcidas de su epoca, ni siquiera alzo la cabeza cuando llamaron a la puerta.

—Adelante.

Un par de soldados con uniforme de camuflaje planetario verde y gris atravesaron la puerta y la cerraron presurosamente tras de si. Que pareja mas extrana, penso ella; por fin, un soldado de Barrayar mas bajo que Vorkosigan. Solo un instante despues le parecio reconocerlos, y entonces en el pasillo exterior, ahogado por la puerta, empezo a sonar ritmicamente una sirena de alarma.

—?Capitana! —exclamo el teniente Stuben—. ?Se encuentra bien?

Todo el aplastante peso de la antigua responsabilidad cayo sobre ella al verle la cara. Su pelo castano, que antes llevaba a la altura de los hombros, habia sido sacrificado por una imitacion del corte militar barrayares, ese que parecia haber sido mordisqueado por algun herbivoro, y su cabeza parecia pequena, desnuda y extrana sin el. El teniente Lai, a su lado, liviano y delgado y algo encorvado como buen erudito, parecia todavia menos un guerrero, porque el uniforme le quedaba demasiado grande en las munecas y los tobillos, y una de las perneras se le habia desdoblado y se la pisaba con el talon de la bota.

Ella abrio la boca como para hablar, la cerro, y finalmente exclamo:

—?Por que no van ustedes camino de casa? ?Le di una orden, teniente!

Stuben, que esperaba un recibimiento mas caluroso, se quedo momentaneamente fuera de onda.

—Votamos —dijo simplemente, como si eso lo explicara todo.

Cordelia sacudio la cabeza.

—Que bien. Una votacion. Perfecto. —Enterro la cara en las manos un instante y sofoco una carcajada—. ?Por que? —pregunto sin apartar las manos.

—Identificamos la nave de Barrayar como la General Vorkraft… investigamos y descubrimos quien estaba al mando. No podiamos dejarla en manos del Carnicero de Komarr. Fue un voto unanime.

Ella se sintio divertida durante un momento.

—?Como demonios pudieron tener un voto unanime para…? No, no importa. —Lo interrumpio cuando el se disponia a responder, con un brillo de satisfaccion en los ojos.

Me dare con la cabeza contra la pared… No. Necesito mas informacion. Y el tambien.

—?Se dan cuenta —dijo cuidadosamente—, de que los barrayareses planeaban llevar hasta alli una flota invasora, para atacar Escobar por sorpresa? Si hubierais llegado a casa e informado de la existencia de ese planeta, el efecto sorpresa habria quedado destruido. Ahora todo esta perdido. ?Donde esta la Rene Magritte en este momento y como llegaron ustedes aqui?

El teniente Stuben parecia perplejo.

—?Como ha descubierto todo eso?

—Tiempo, tiempo —le recordo ansiosamente el teniente Lai, indicando su cronometro de muneca.

Stuben continuo.

—Dejeme contarselo camino de la lanzadera. ?Sabe donde esta Dubauer? No estaba en el calabozo.

—Si, ?que lanzadera? No… empiece por el principio. Tengo que saberlo todo antes de poner un pie en el pasillo. Doy por supuesto que saben que estan ustedes a bordo. —El sonido de la sirena seguia ululando en el exterior, y ella esperaba que la puerta se abriera de golpe de un momento a otro.

—No, no lo saben. Eso es lo bueno —dijo Stuben orgullosamente—. Tuvimos una suerte enorme.

»Nos persiguieron durante dos dias cuando escapamos por primera vez. No lo hicimos a plena potencia… solo lo suficiente para permanecer fuera de su alcance y mantenerlos en nuestra persecucion.

»Pense que podriamos tener una oportunidad de dar media vuelta y recogerla, de algun modo. Entonces ellos se pararon de repente, se dieron media vuelta, y regresaron aqui.

»Esperamos hasta que estuvieron bien lejos, y luego dimos media vuelta nosotros tambien. Esperabamos que estuviera usted todavia oculta en los bosques.

—No, me capturaron la primera noche. Continue.

—Lo preparamos todo, dimos impulso maximo, y luego desconectamos todo lo que consideramos que pudiera tener impulso electromagnetico. El proyector funciono bien como embozamiento, por cierto, igual que la simulacion de Ross del mes pasado. Pasamos junto a ellos y ni parpadearon…

—Por el amor de Dios, Stu, vaya al grano —murmuro Lai, impaciente—. No tenemos todo el dia.

—Si el proyector cae en manos barrayaresas… —empezo a decir Cordelia, subiendo la voz.

—No caera, se lo aseguro. De todas formas, la Rene Magritte esta describiendo una parabola alrededor del sol… En cuanto esten lo bastante cerca para quedar enmascarados por su ruido, frenaran y usaran el impulsor, y luego volveran a recogernos. Tenemos un margen de dos horas para sincronizar velocidades empezando… bueno, empezando hace unos diez minutos.

—Demasiado arriesgado —critico Cordelia, mientras todos los desastres posibles derivados de aquel panorama desfilaban ante sus ojos.

—Funciono —se defendio Stuben—. Al menos, va a funcionar. Luego tuvimos suerte. Encontramos a esos dos barrayareses deambulando por el bosque mientras estabamos buscandola a usted y a Dubauer.

Cordelia sintio un nudo en el estomago.

—?Radnov y Darobey, por casualidad?

Stuben se la quedo mirando.

—?Como lo sabe?

—Continue, continue.

—Eran los cabecillas de una conspiracion para derrocar al maniaco homicida Vorkosigan. Vorkosigan iba tras ellos, asi que se alegraron de vernos.

—Apuesto a que si. Como mana caido del cielo.

—Una patrulla de barrayareses fue a buscarlos. Preparamos una emboscada… los aturdimos a todos, excepto a uno a quien Radnov alcanzo con un disruptor neural. Esos tios juegan en serio.

—No sabra por casualidad quien… no, no importa. Continue. —Tenia el estomago revuelto.

—Nos hicimos con sus uniformes, con la lanzadera y abordamos la General asi de facil. Entre Radnov y Darobey sabian todas las contrasenas. Llegamos a los calabozos: fue facil, porque alli era donde esperaban que la patrulla fuera de todas formas. Pensabamos que Dubauer y usted estarian alli. Radnov y Darobey soltaron a todos sus amigos y fueron a apoderarse de la sala de maquinas. Desde alli pueden interrumpir todos los sistemas, armas, soporte vital, lo que sea. Se supone que se haran con las armas cuando escapemos con la lanzadera.

—Yo no contaria con eso —le advirtio Cordelia.

—No importa —dijo Stuben alegremente—. Los barrayareses estaran tan ocupados luchando entre si que podremos marcharnos sin problemas. ?Piense en la esplendida ironia! ?El Carnicero de Komarr muerto a manos de sus propios hombres! Ahora comprendo como funciona el judo.

—Esplendido —repitio ella, ausente. Su cabeza, penso. Es su cabeza la que voy a estampar contra la pared, no la mia—. ?Cuantos de los nuestros hay a bordo?

—Seis. Dos en la lanzadera, dos buscando a Dubauer y nosotros dos.

—?No se quedo nadie en el planeta?

—No.

—Muy bien. —Se froto la cara, tensa, ansiando una inspiracion que no llegaba—. Que lio. Dubauer esta en la enfermeria, por cierto. Con danos causados por un disruptor. —Decidio no dar mas detalles sobre su estado en aquel momento preciso.

—Asesinos repugnantes —dijo Lai—. Espero que se maten unos a otros.

Ella se volvio hacia la conexion con la biblioteca y recupero el burdo esquema de la General Vorkraft sin los datos tecnicos, al que podia acceder.

—Estudien esto, y localicen la ruta hacia la enfermeria y la escotilla de la lanzadera. Voy a averiguar algo. Quedense aqui y no respondan a la puerta. ?Quienes son los otros dos que estan deambulando por la nave?

—McIntyre y Big Pete.

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