truco de mago.

Vorkosigan se encogio de hombros y se marcho para continuar su busqueda en la oscuridad, y ella empezo a darle de comer a Dubauer. El parecia vorazmente hambriento, pero incapaz de valerse por si mismo.

Vorkosigan regreso.

—He encontrado esto.

Le tendio una pequena pala de geologo de un metro de largo, para excavar muestras de terreno.

—Es poca cosa para lo que hay que hacer, pero todavia no he encontrado nada mejor.

—Era de Reg —dijo Cordelia, aceptandola—. Servira.

Condujo a Dubauer hasta un lugar cercano a su siguiente trabajo y lo sento. Se pregunto si algun helecho del bosque podria proporcionarle un poco de aislamiento, y resolvio dedicarse a ello mas tarde. Marco las dimensiones de una tumba cerca del lugar donde habia caido Rosemont, y empezo a apartar la gruesa hierba con la pala. El terreno era duro, pedregoso y resistente, y ella se quedo sin aliento rapidamente.

Vorkosigan aparecio entonces, surgido de la noche.

—He encontrado algunas bengalas.

Partio un tubo del tamano de un lapiz y lo dejo en el suelo, junto a la tumba, donde desprendio un brillo fantasmagorico verdigris. La observo criticamente mientras ella trabajaba.

Cordelia aparto la tierra, lamentando aquella vigilancia. Largate, penso, y dejame enterrar a mi amigo en paz. Se sintio aun mas incomoda cuando un nuevo pensamiento la asalto: tal vez no me deje terminar, estoy tardando demasiado… Cavo con mas fuerza.

—A este paso, estaremos aqui hasta la semana que viene.

Si se movia lo bastante rapido, penso ella, irritada, ?conseguiria golpearlo con la pala? Solo una vez…

—Vaya a sentarse con su botanico. —El extendio la mano; ella comprendio que por fin iba a ayudarla a cavar.

—Oh… —Solto la herramienta. El tomo su cuchillo de combate y lo clavo en las raices de las hierbas donde Cordelia habia marcado su rectangulo y empezo a cavar, de manera mucho mas eficaz que ella.

—?Que clase de carroneros han encontrado por aqui? —pregunto entre paletadas—. ?A que profundidad cavo?

—No estoy segura —respondio ella—. Solo llevabamos aqui tres dias. Pero es un ecosistema bastante complejo, y los nichos mas inimaginables parecen estar ocupados.

—Mmm.

—El teniente Stuben, mi zoologo jefe, encontro un par de hexapodos muertos y a mas que medio devorar. Detecto a algo que definio como cangrejo peludo rondando uno de ellos.

—?Que tamano tenian? —pregunto Vorkosigan con curiosidad.

—No lo dijo. He visto imagenes de los cangrejos de la Tierra, y no parecen muy grandes… Del tamano de su mano, tal vez.

—Un metro puede ser mas que suficiente.

El continuo la excavacion con poderosas y breves mordeduras de la inadecuada pala. La bengala iluminaba su rostro desde abajo, proyectando hacia arriba sombras de la poderosa mandibula, la nariz ancha y recta, y las tupidas cejas. Tenia una antigua cicatriz en forma de ele, advirtio Cordelia, en el lado izquierdo de la barbilla. Le recordo a un rey enano de alguna saga nortena, cavando en las profundidades insondables.

—Hay un palo junto a las tiendas —se ofrecio ella—. Podria colgar esa luz para que ilumine su trabajo.

—Eso ayudaria.

Cordelia regreso a las tiendas, mas alla del circulo de la bengala, y encontro el palo donde lo habia dejado caer esa manana. Al regresar a la tumba, amarro la luz al palo con unos cuantos hierbajos y lo clavo en la tierra, haciendo asi que el circulo de luz fuera mas amplio. Recordo su plan de recolectar helechos para Dubauer, y se dirigio hacia el bosque, pero se detuvo.

—?Ha oido eso? —le pregunto a Vorkosigan.

—?Que? —Incluso el empezaba a respirar entrecortadamente. Se detuvo, hundido hasta las rodillas en el agujero, y presto atencion.

—Una especie de roce, procedente del bosque.

El espero un momento, y luego sacudio la cabeza y continuo con su trabajo.

—?Cuantas bengalas hay?

—Seis.

Tan pocas. Ella odiaba desperdiciarlas usandolas de dos en dos. Estaba a punto de preguntarle si le importaba cavar un rato en la oscuridad, cuando oyo de nuevo el ruido, con mas claridad.

—Hay algo ahi fuera.

—Eso ya lo sabemos —dijo Vorkosigan—. La cuestion es…

Las tres criaturas saltaron al unisono hacia el circulo de luz. Cordelia logro atisbar unos cuerpos bajos y rapidos, con demasiadas patas negras y velludas, cuatro ojos negros como perlas en rostros sin cuello, y picos amarillos afilados como cuchillas que chasqueaban y siseaban. Tenian el tamano de cerdos.

Vorkosigan reacciono instantaneamente, golpeando al mas cercano en la cara con la hoja de la pala. Un segundo animal se abalanzo sobre el cuerpo de Rosemont, mordiendo la carne y la tela de un brazo, e intentando apartarlo de la luz. Cordelia agarro su palo y lo golpeo con sana entre los ojos. El pico rompio el extremo de la vara de aluminio. El animal siseo y retrocedio ante ella.

A estas alturas Vorkosigan ya habia desenvainado su cuchillo de combate. Ataco vigorosamente al tercer animal, gritando, apunalando y pateando con sus pesadas botas. La sangre broto cuando las garras aranaron su pierna, pero el descargo un golpe con su cuchillo que envio a la criatura aullando y siseando hacia el refugio del bosque junto con sus companeros de camada. Dandose un momento para respirar, Vorkosigan pesco su pistola aturdidora del fondo de la funda demasiado grande del disruptor donde, a juzgar por sus maldiciones en voz baja, se habia deslizado, y se quedo de pie, escrutando la oscuridad.

—Cangrejos peludos, ?eh? —jadeo Cordelia—. ?Stuben, se te va a caer el pelo! —grito, y apreto los dientes.

Vorkosigan limpio en la hierba la oscura sangre del cuchillo y lo devolvio a su vaina.

—Sera mejor que la tumba tenga al menos dos metros de profundidad —dijo seriamente—. Tal vez un poco mas.

Cordelia suspiro, mostrando su acuerdo, y devolvio el palo algo mas corto a su posicion original.

—?Como esta su pierna?

—Puedo encargarme de ello. Sera mejor que se ocupe de su alferez.

Dubauer, aturdido, se habia despertado con el estrepito y trataba de marcharse a gatas. Cordelia intento tranquilizarlo, luego tuvo que verselas con otro ataque, y al final, para su alivio, Dubauer se quedo dormido.

Vorkosigan, mientras tanto, se habia curado su aranazo usando el pequeno botiquin de emergencia de su cinturon y siguio cavando, apenas un poco mas despacio. Cuando se hundio en el agujero hasta la altura de los hombros, hizo que ella ayudara a sacar tierra de la tumba usando la caja vacia de especimenes botanicos como cubo improvisado. Era casi medianoche cuando el llamo desde el fondo del pozo.

—Creo que ya esta —dijo, y salio—. Lo podria haber hecho en cinco segundos con un arco de plasma — jadeo, recuperando el resuello. Estaba sucio y sudoroso bajo el frio aire de la noche. Hilillos de niebla surgian del barranco y el arroyo.

Juntos arrastraron el cadaver de Rosemont hasta el borde de la tumba. Vorkosigan vacilo.

—?Quiere la ropa para su alferez?

Era una sugerencia inevitablemente practica. A Cordelia le repugnaba la indignidad de bajar a Rosemont desnudo a la tierra, pero deseo al mismo tiempo haberlo pensado antes, cuando Dubauer tenia tanto frio. Saco el uniforme de los miembros ya tiesos con la macabra sensacion de que estaba desnudando un muneco gigantesco, y luego lo arrojaron a la fosa. Rosemont cayo de espaldas con un golpe ahogado.

—Espere un momento.

Saco el panuelo de Rosemont del bolsillo de su uniforme y salto a la tumba y resbalo con el cadaver. Extendio el panuelo sobre su rostro. Era un pequeno gesto de desafio a la realidad, pero se sintio mejor por hacerlo. Vorkosigan le sujeto la mano y la aupo.

—Muy bien.

Volvieron a verter la tierra en el agujero mucho mas rapidamente de lo que la habian excavado, y la

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