Vorkosigan se hinco de rodillas, apunto, y abatio a la criatura de un disparo.

—?Oh, buen tiro! —chillo Cordelia, extasiada.

Vorkosigan sonrio como un crio por encima del hombro y echo a correr hacia su presa.

—Oh —murmuro ella, aturdida por el efecto de la sonrisa. Habia iluminado su cara como el sol durante un breve instante. Oh, hazlo otra vez, penso; luego se sacudio del pensamiento. El deber. Cinete al deber.

Ella lo siguio hasta donde yacia el animal. Vorkosigan habia sacado el cuchillo, sin saber por donde empezar. No podia cortarle la garganta, pues no tenia cuello.

—El cerebro esta localizado justo detras de los ojos. Tal vez podria matarlo clavandoselo entre el primer conjunto de omoplatos —sugirio Cordelia.

—Eso debe ser bastante rapido —reconocio Vorkosigan, y asi lo hizo. La criatura se estremecio, suspiro y murio—. Es temprano para acampar, pero aqui hay agua, y la madera que el rio arrastra nos servira como lena para encender un fuego. Pero eso significa que manana tendremos que caminar mas kilometros —advirtio.

Cordelia contemplo el cadaver, pensando en la carne asada.

—No importa.

Vorkosigan se echo el animal al hombro y se puso en pie.

—?Donde esta su alferez?

Cordelia miro alrededor. No se veia a Dubauer por ninguna parte.

—Oh, senor —resoplo, y corrio hacia el lugar donde se encontraba cuando Vorkosigan disparo. Dubauer no estaba alli tampoco. Cordelia se acerco al borde del riachuelo.

Dubauer estaba alli de pie, los brazos colgando a sus costados, mirando hacia arriba, como en trance. Flotando suavemente sobre su rostro vuelto habia un gran radial transparente.

—?Dubauer, no! —chillo Cordelia, y corrio hacia el. Vorkosigan la adelanto de un salto y ambos corrieron hacia la orilla.

El radial se poso sobre la cara de Dubauer y empezo a aplanarse, y el alzo las manos con un grito.

Vorkosigan llego primero. Agarro la cosa semiflacida con su mano desnuda y la aparto de la cara de Dubauer. Una docena de oscuros apendices parecidos a tentaculos estaban enganchados en la piel del alferez, y se estiraron y chasquearon cuando la criatura fue arrancada de su presa. Vorkosigan la arrojo a la arena y la pisoteo mientras Dubauer caia al suelo y se enroscaba de costado. Cordelia intento quitarle las manos de la cara. Estaba haciendo ruidos extranos y roncos, y su cuerpo se estremecia. Otro ataque, penso. Pero luego advirtio con horror que estaba llorando.

Sostuvo su cabeza sobre su regazo para detener los salvajes movimientos. Los lugares donde los tentaculos habian penetrado su piel eran negros en el centro, rodeados por circulos de carne roja que empezaban a hincharse alarmantemente. Habia uno particularmente desagradable en la comisura de un ojo. Cordelia le quito los tentaculos restantes de la piel y descubrio que le quemaban los dedos, como acido. Al parecer la criatura estaba toda cubierta de un veneno similar, pues Vorkosigan estaba arrodillado, con la mano metida en el arroyo. Cordelia quito rapidamente los demas tentaculos y llamo al barrayares.

—?Tiene algo en su botiquin que nos ayude con esto?

—Solo el antibiotico.

Le tendio un tubo y ella rocio un poco sobre el rostro de Dubauer. En realidad no era un unguento adecuado para las quemaduras, pero tendria que valer. Vorkosigan contemplo a Dubauer un momento y luego saco reacio una pequena pildora blanca.

—Esto es un potente analgesico. Solo tengo cuatro. Debera durarle hasta la noche.

Cordelia se lo coloco a Dubauer en la lengua. Evidentemente sabia amargo, pues el trato de escupirlo, pero ella lo recupero y lo obligo a tragarselo. En unos pocos minutos pudo ponerlo en pie y llevarlo al campamento que Vorkosigan habia elegido, dominando el canal arenoso.

Vorkosigan, mientras tanto, habia recogido lena para el fuego.

—?Como va a encenderlo? —inquirio Cordelia.

—Cuando era un nino pequeno, tuve que aprender a encender fuego por friccion —recordo Vorkosigan—. Campamento de verano de la escuela militar. No era facil. Llevaba toda la tarde. Ahora que lo pienso, nunca llegue a conseguirlo. Lo encendi diseccionando un comunicador de la mochila.

Rebusco en su cinturon y sus bolsillos.

—El instructor se puso furioso. Creo que el comunicador era suyo.

—?No hay prendedores quimicos? —pregunto Cordelia, haciendo un gesto con la cabeza hacia su actual inventario del cinturon.

—Se supone que si quieres calor, puedes encender tu arco de plasma. —El palpo con los dedos la cartuchera vacia—. Tengo otra idea. Un poco drastica, pero creo que sera efectiva. Sera mejor que vaya con su botanico. Esto va a sonar fuerte.

Saco un cartucho de energia del inutil arco de plasma de su cinturon.

—Oh-oh —dijo Cordelia, apartandose—. ?No sera un poco exagerado? ?Y que va a hacer con el crater? Sera visible desde el aire desde kilometros de distancia.

—?Quiere sentarse aqui y frotar dos palitos? Pero supongo que sera mejor que haga algo respecto al crater.

Penso un instante y luego se acerco al borde del vallecillo. Cordelia se sento junto a Dubauer, rodeo sus hombros con un brazo y se encogio, esperando la explosion.

Vorkosigan llego corriendo desde el borde del valle y alcanzo el suelo rodando. Hubo un brillante destello blanquiazul, y una explosion que estremecio el terreno. Una gran columna de humo, polvo y vapor se alzo al aire, y guijarros, tierra y trozos de arena fundida empezaron a caer como lluvia alrededor. Vorkosigan desaparecio de nuevo tras el risco y regreso poco despues con una antorcha encendida.

Cordelia fue a echar un vistazo a los danos. Vorkosigan habia colocado el cartucho cortocircuitado corriente arriba, a unos doscientos metros, en el borde exterior de un recodo donde el arroyo se curvaba corriente arriba. La explosion habia dejado un espectacular crater cristalino de unos quince metros de ancho y cinco de profundidad que todavia humeaba. Pero mientras ella miraba el arroyo erosiono el borde y entro en el hueco, provocando una columna de vapor. Dentro de una hora seria un agujero de aspecto natural.

—No esta mal —murmuro, aprobando la accion.

Para cuando el fuego se redujo a un lecho de brasas, tenian trozos de oscura carne roja preparados ya en las espetas.

—?Como le gusta la carne? —pregunto Vorkosigan—. ?Poco hecha? ?En su punto?

—Creo que sera mejor que este bien pasadita —sugirio Cordelia—. Todavia no habiamos completado la investigacion sobre parasitos.

Vorkosigan miro su carne con gesto dubitativo.

—Ah. Vaya —dijo debilmente.

La cocinaron a conciencia y luego se sentaron junto al fuego y se lanzaron a la humeante carne con feliz salvajismo. Incluso Dubauer consiguio alimentarse solo, con pequenos bocados. La carne era dura y correosa, quemada por fuera y con un saborcillo amargo, pero nadie sugirio un acompanamiento de gachas o salsa de queso azul.

Cordelia se sintio de buen humor. Las ropas de Vorkosigan estaban sucias, humedas y salpicadas de sangre seca por haber arrastrado la cena, igual que las suyas. El tenia barba de tres dias, su rostro brillaba a la luz de la hoguera con grasa de hexapodo y apestaba a sudor seco.

A excepcion de la barba, ella no tenia mejor aspecto y sabia que tampoco olia mejor. Se sintio inquietantemente consciente del cuerpo de el, musculoso, compacto, completamente masculino, agitando sentidos que ella creia haber suprimido. Seria mejor que pensara en otra cosa…

—De hombre del espacio a cavernicola en tres dias —medito en voz alta—. Imaginamos que la civilizacion esta en nosotros mismos, cuando en realidad esta en nuestras cosas.

Vorkosigan miro con una sonrisa torcida a Dubauer, tan cuidadosamente atendido.

—Parece que usted lleva la civilizacion por dentro.

Cordelia se ruborizo, incomoda, y se alegro del camuflaje que le prestaba la hoguera.

—Solo cumplo con mi deber.

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