inconscientemente, se abrocho la parte superior de la camisa. Tiene frio, penso ella; le esta subiendo la fiebre. ?Cuanto mas le subira? Aparte del efecto que tengan esas pildoras. Esto podria ponerse muy feo.

Un oscuro impulso la hizo decir:

—Se lo que quiere decir, cuando habla de recuerdos. Primero estaba la lanzadera subiendo, como una bala, igual que de costumbre, y mi hermano saludando, lo cual era una tonteria, porque el no podia vernos… y entonces esa mancha de luz en el cielo, como un segundo sol, y una lluvia de fuego. Y esa estupida sensacion de absoluta comprension. Esperas a que llegue la conmocion y te alivie… y nunca lo hace. Entonces la vision en blanco. No en negro, sino ese brillo purpura y plateado, durante dias. Casi habia olvidado lo que es quedarte cegada, hasta ahora.

El la miro.

—Eso es exactamente… iba a decirle que el le disparo una granada sonica al estomago. No pude oir nada durante algun tiempo. Como si todo el sonido hubiera rebasado la escala de la percepcion humana. Ruido total, mas vacio de significado que el silencio.

—Si…

Que extrano, que el supiera exactamente lo que senti. Sin embargo, lo dice mejor…

—Supongo que mi decision de ser soldado deriva de esa fecha. Me refiero a la de verdad, no a los desfiles y los uniformes y el glamour. A la logistica, la ventaja ofensiva, la velocidad y la sorpresa… el poder. Convertirme en un hijo de puta mejor preparado, mas fuerte, mas duro, mas rapido que nadie que pudiera atravesar mi puerta. Mi primera experiencia de combate. No tuve mucho exito.

Estaba temblando. Pero ella tambien. Siguieron caminando, y Cordelia intento cambiar de tema.

—Nunca he estado en combate. ?Como es?

El hizo una pausa, reflexivo. Midiendome otra vez, penso Cordelia. Y sudando; la fiebre debe estar remitiendo, por el momento, gracias al cielo.

—A distancia, en el espacio, existe la ilusion de una lucha limpia y gloriosa. Casi abstracta. Podria ser una simulacion, o un juego. La realidad no hace mella hasta que alcanzan tu nave.

Contemplo el terreno que tenia delante, como si fuera a elegir su camino, pero era llano y sin problemas.

—El asesinato… El asesinato es diferente. Aquel dia en Komarr, cuando mate a mi oficial politico… Estaba mas furioso que el dia en que… que la otra vez. Pero de cerca, al ver que la vida se apaga entre tus manos, al ver ese cadaver vacio, ves tu propia muerte en la cara de tu enemigo. Sin embargo, habia traicionado mi honor.

—No estoy segura de comprender eso.

—Si. La furia parece hacerla mas fuerte, no mas debil como a mi. Ojala comprendiera como lo hace.

Era otro de sus extranos cumplidos incomprensibles. Ella guardo silencio, mirandose los pies, mirando la montana que tenian delante, el cielo, a cualquier parte menos a su ilegible rostro. Por eso ella fue la primera en advertir el brillo a poniente.

—Eh, ?no parece eso una lanzadera?

—En efecto. Observemos desde la sombra de esos grandes matorrales —indico Vorkosigan.

—?No quiere intentar atraer su atencion?

—No. —Alzo la palma de la mano en respuesta a su mirada interrogatoria—. Mis mejores amigos y mis enemigos mas letales llevan todos el mismo uniforme. Prefiero hacer conocer mi presencia de la manera mas selectiva posible.

Pudieron oir el distante rugir de los motores de la lanzadera cuando se perdio tras la gran montana al oeste.

—Parece que se dirigen al escondrijo —comento Vorkosigan—. Eso complica las cosas. —Apreto los labios—. Me pregunto que estaran haciendo de vuelta. ?Es posible que Gottyan haya encontrado las ordenes selladas?

—Sin duda habra heredado todas sus ordenes.

—Si, pero no tengo mis archivos en los lugares de rigor, porque no deseo compartir todos mis asuntos con el Consejo de Ministros. No creo que Korabik Gottyan pudiera encontrar lo que se le escapa a Radnov. Radnov es un espia listo.

—?Radnov es un tipo alto, ancho de hombros, con una cara que parece una hoja de hacha?

—No, ese es el sargento Bothari. ?Donde lo ha visto?

—Era el hombre que le disparo a Dubauer en el bosque, junto al barranco.

—?Oh, de veras? —Los ojos de Vorkosigan se iluminaron, y sonrio como un lobo—. Ahora se aclaran muchas cosas.

—Para mi no —insto Cordelia.

—El sargento Bothari es un hombre muy extrano. Tuve que castigarlo de manera muy severa el mes pasado.

—?Tanto como para convertirlo en candidato para la conspiracion de Radnov?

—Apuesto a que es lo que penso Radnov. No estoy muy seguro de que pueda hacerla comprender como es Bothari. Nadie mas parece comprenderlo. Es un combatiente de infanteria soberbio. Tambien odia mis tripas con todas sus fuerzas, como dicen ustedes los betanos. Disfruta odiandome. De algun modo, parece necesario para su ego.

—?Seria capaz de dispararle por la espalda?

—Nunca. Golpearme en la cara, si. De hecho, fue por eso por lo que tuve que castigarlo la ultima vez. — Vorkosigan se froto la mandibula, pensativo—. Pero armarlo hasta los dientes y guiarlo a la batalla a mi espalda es perfectamente seguro.

—Parece un completo pirado.

—Curioso, mucha gente dice eso. Yo lo aprecio.

—Y ustedes nos acusan a los betanos de ser un circo.

Vorkosigan se encogio de hombros, divertido.

—Bueno, me resulta util tener a alguien con quien practicar que no contenga los golpes. Sobrevivir a las practicas de combate mano a mano con Bothari me estimula. Pero prefiero mantener esa fase de nuestra relacion en el ring de practicas. Puedo imaginar que Radnov se equivocara al incluir a Bothari sin examinar con atencion su forma de ser. Actua como el tipo de hombre capaz de encargarse del trabajo sucio… ?Por Dios, apuesto a que eso es lo que hizo Radnov! El bueno de Bothari.

Cordelia miro a Dubauer, que estaba de pie tras ella, aturdido.

—Me temo que no puedo compartir su entusiasmo. Estuvo a punto de matarme.

—No puedo decir que sea un gigante moral o intelectual. Es un hombre muy complejo con una gama muy limitada de expresiones, que ha tenido algunas experiencias muy malas. Pero, a su modo retorcido, es honorable.

El terreno se alzo casi imperceptiblemente a medida que se fueron acercando a la base de la montana. El cambio quedo marcado por la gradual reduccion de la vegetacion, arbolillos regados por una multitud de arroyuelos de las fuentes secretas de la montana. Llegaron a la base del sucio cono verde que se alzaba unos mil quinientos metros sobre la pendiente.

Mientras tiraba de Dubauer, que no paraba de dar tumbos, Cordelia maldijo mentalmente, por enesima vez segun le parecia, la eleccion de armas de Vorkosigan. Cuando el alferez cayo, cortandose la frente, su pena e irritacion estallaron en palabras.

—?Por que no pueden ustedes usar armas civilizadas? Antes le daria un disruptor a un chimpance que a uno de Barrayar. Atontados de gatillo facil.

Dubauer estaba sentado en el suelo, aturdido, y ella le limpio la sangre con el panuelo sucio. Luego se sento tambien.

Vorkosigan se sento torpemente en el suelo junto a ellos, estirando la pierna mala, concediendo en silencio la pausa. Contemplo el rostro tenso y triste de ella, y le ofrecio una respuesta seria.

—En ese tipo de situacion, siento aversion hacia los aturdidores —dijo lentamente—. Nadie vacila en disparar uno, y si hay suficientes enemigos siempre pueden acabar quitandotelo. He visto morir a hombres, por confiar en sus aturdidores, que podrian haberse librado con un disruptor o un arco de plasma. Un disruptor tiene autentica autoridad.

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