Dubauer, palido y exhausto, se acurruco de costado en su escondite y se quedo dormido. Cordelia lo observo hasta que su respiracion se volvio lenta y firme, y luego siguio a Vorkosigan. El capitan de Barrayar habia sacado su catalejo de campana y estaba escrutando el verde anfiteatro.

—Alli esta la lanzadera. Han acampado en las cuevas donde esta oculto el material. ?Ve esa veta oscura junto a la cascada grande? Esa es la entrada.

Le presto el catalejo para que pudiera ver mejor.

—Oh, esta saliendo alguien. Se les puede ver la cara con este magnifico aumento.

Vorkosigan recupero el catalejo.

—Koudelka. No hay problema. Pero el tipo delgado que lo acompana es Darobey, uno de los espias de Radnov en mi seccion de comunicaciones. Recuerde su cara: necesitara saber cuando mantener la cabeza gacha.

Cordelia se pregunto si el aire de diversion de Vorkosigan era producido por el estimulante o si era una especie de expectacion primitiva del inminente enfrentamiento. Sus ojos parecian chispear mientras observaba, contaba y calculaba.

Siseo entre dientes y, por un momento, parecio uno de los carnivoros locales.

—?Alli esta Radnov, por Dios! Cuanto me gustaria ponerle las manos encima. Pero esta vez puedo llevar a juicio a los hombres del Ministerio. Me gustaria ver como intentan sacar a uno de sus lacayos de una acusacion de motin. El Alto Mando y el Consejo de Condes estaran conmigo esta vez. No, Radnov, vas a vivir… y a lamentarlo.

Se apoyo en el suelo con el estomago y los codos y devoro la escena con la mirada.

De repente se enderezo y sonrio con una mueca.

—Es hora de que cambie mi suerte. Alli esta Gottyan, armado, asi que debe estar al mando. Casi estamos ya en casa. Vamos.

Se arrastraron de vuelta al refugio entre los arboles. Dubauer no estaba donde lo habian dejado.

—Oh, senor —suspiro Cordelia, dandose la vuelta y escrutando el bosque en todas direcciones—. ?Por donde se ha ido?

—No puede haber llegado muy lejos —la tranquilizo Vorkosigan, aunque tambien el parecia preocupado.

Cada uno trazo un circulo de un centenar de metros en el bosque. ?Idiota!, se castigo furiosamente Cordelia, llena de panico. Tuviste que ir a mirar… Se reunieron en el punto original sin ver ninguna marca que hubiera dejado el alferez errante.

—Mire, ahora no tenemos tiempo para buscarlo —dijo Vorkosigan—. En cuanto haya recuperado el mando, enviare a una patrulla en su busca. Con rastreadores adecuados, daran con el mas rapido que nosotros.

Cordelia penso en carnivoros, acantilados, lagos profundos, patrullas barrayaresas de gatillo facil.

—Hemos llegado tan lejos… —empezo a decir.

—Y si no recupero el mando pronto, ninguno de ustedes sobrevivira de todas formas.

Dolorida, pero obedeciendo a la razon, Cordelia permitio que Vorkosigan la tomara del brazo. Tras apoyarse levemente en ella, se abrio camino por el bosque. Cuando se acercaron al campamento barrayares, se llevo un grueso dedo a los labios.

—Avance lo mas silenciosamente que pueda. No he llegado hasta aqui para que me dispare uno de mis propios hombres. Ah. Tiendase aqui.

La deposito en un lugar tras unos troncos caidos y vegetacion alta, desde donde podian dominar un sendero entre los matorrales.

—?No va a ir a llamar a la puerta?

—No.

—?Por que no, si su Gottyan le es fiel?

—Porque sucede algo raro. No se por que esta partida de desembarco esta aqui.

Vorkosigan medito un instante, luego le entrego el aturdidor.

—Si tiene que usar un arma, sera mejor que sea una que pueda manejar. Todavia le queda un poco de carga: uno o dos disparos. Este sendero corre entre los puestos de los centinelas y, tarde o temprano, por aqui vendra alguien. Mantenga la cabeza baja hasta que yo la llame.

Aflojo el cuchillo en su vaina y se oculto al otro lado del sendero. Esperaron un cuarto de hora, luego otro. El bosquecillo dormitaba bajo el aire calido, suave y blanco.

Entonces oyeron en el sendero el sonido de botas pisando la capa de hojas. Cordelia se quedo inmovil, tratando de ver por entre los matorrales sin alzar la cabeza. Una forma alta, vestida con el maravilloso y efectivo uniforme de camuflaje de Barrayar se convirtio en un oficial de pelo gris. Cuando pasaba, Vorkosigan se levanto de su escondite, como si hubiera resucitado.

—Korabik —dijo en voz baja, pero con sincero afecto. Permanecio de pie, sonriente, cruzado de brazos, esperando.

Gottyan se giro, desenfundando con una mano el disruptor neural de su cadera. Un segundo despues, una expresion de sorpresa asomo a su rostro.

—?Aral! La partida de aterrizaje informo de que los betanos le habian matado.

Y dio un paso, no adelante, como Cordelia habia esperado por el tono de voz de Vorkosigan, sino atras. Todavia sostenia en la mano el disruptor, como si se hubiera olvidado de guardarlo, pero lo empunaba con fuerza. El estomago de Cordelia se encogio.

Vorkosigan parecia levemente aturdido, como decepcionado por la fria y controlada recepcion.

—Me alegro de saber que no eres supersticioso —bromeo.

—Se bien que no lo podia dar por muerto hasta que lo hubiera visto enterrado con una estaca en el corazon —dijo Gottyan, tristemente ironico.

—?Que ocurre, Korabik? —pregunto Vorkosigan suavemente—. No eres ningun lameculos del Ministerio.

Al oir estas palabras, Gottyan alzo el disruptor, apuntando claramente. Vorkosigan se quedo muy quieto.

—No —respondio con sinceridad—. Me parecio que la historia que Radnov conto sobre usted y los betanos apestaba. E iba a asegurarme de que llegara a un tribunal de investigacion cuando regresaramos a casa. —Hizo una pausa—. Pero claro… yo habria tenido el mando. Despues de actuar como capitan en funciones durante seis meses, sin duda que me confirmarian en el puesto. ?Cuales cree que son mis posibilidades de conseguir un puesto de mando a mi edad? ?El cinco por ciento? ?El dos? ?Cero?

—No son tan pocas como crees —dijo Vorkosigan, todavia suavemente—. Se preparan algunas cosas de las que poca gente ha oido hablar. Mas naves, mas puestos.

—Los rumores de costumbre —desprecio Gottyan.

—?Asi que no creiste que estuviera muerto? —sondeo Vorkosigan.

—Estaba seguro de que si. Me hice cargo… ?donde dejo las ordenes selladas, por cierto? Revolvimos su camarote de cabo a rabo para encontrarlas.

Vorkosigan sonrio secamente y sacudio la cabeza.

—No voy a aumentar tus tentaciones.

—No importa. —El pulso de Gottyan no temblo—. Anteayer ese idiota psicopata de Bothari vino a verme a mi camarote. Me conto la historia de lo que habia sucedido en el campamento betano. Me sorprendio de muerte… crei que le habria encantado tener una oportunidad de cortarle la garganta. Asi que volvimos aqui para hacer practicas sobre el terreno. Estaba seguro de que volveria usted a aparecer tarde o temprano… Esperaba que llegase antes.

—Me he retrasado un poco. —Vorkosigan cambio levemente de posicion, apartandose de la linea de tiro de Cordelia hacia Gottyan—. ?Donde esta Bothari ahora?

—En confinamiento solitario.

Vorkosigan dio un respingo.

—Lo siento por el. ?He de suponer que no difundiste la noticia de mi huida?

—Ni siquiera Radnov lo sabe. Todavia piensa que Bothari lo elimino.

—Es sibilino, ?eh?

—Como un gato. Me habria encantado restregarle la cara contra el Consejo; si al menos hubiera tenido

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