revolotearon cuando golpeo dos, tres veces.

El radial exploto en una bola de llamas cegadoras que le chamusco las cejas, con un gran retumbar y un hedor sorprendente. Fogonazos naranjas y verdes bailaron ante sus retinas. Cordelia repitio el truco con la siguiente presa de Vorkosigan. La piel de uno de los carroneros ardio, y eso provoco la retirada general, entre chirridos y siseos. Cordelia pincho de nuevo un radial en el aire. Estallo con un destello que ilumino toda la extension del valle fluvial y las espaldas jorobadas de la camada de carroneros en fuga.

Vorkosigan la palmeo freneticamente en la espalda; no fue hasta que noto el olor, que ella advirtio que su pelo estaba ardiendo. El lo apago. El resto de los radiales se perdio en las alturas, excepto uno que Vorkosigan capturo y mantuvo sujeto por los tentaculos.

—?Ja! —Cordelia bailo a su alrededor una danza de la guerra. La subida de adrenalina provocaba en ella unas tontas ganas de reir. Inspiro profundamente—. ?Esta bien su mano?

—Un poco quemada —admitio el. Se quito la camisa y metio dentro el radial. El bicho latia y apestaba—. Tal vez nos haga falta mas tarde.

Se lavo la mano brevemente en el arroyo y volvieron corriendo al campamento. Dubauer dormia tan tranquilo, aunque unos pocos minutos mas tarde un carronero perdido aparecio en el borde del circulo de luz, olisqueando y siseando. Vorkosigan lo puso en fuga con la antorcha, el cuchillo y algunas maldiciones… susurradas, para no despertar al alferez.

—Creo que sera mejor que nos mantengamos con las raciones de campana el resto del viaje —dijo al regresar.

Cordelia asintio de todo corazon.

Desperto a los hombres con las primeras luces grises del amanecer, tan ansiosa ahora como Vorkosigan por completar el viaje hasta la seguridad del escondite de suministros lo mas rapido posible. El radial que Vorkosigan tenia cautivo en la camisa habia muerto y se habia desinflado durante la noche, convirtiendose en una horrible masa gelida. Vorkosigan invirtio unos minutos en lavar la camisa en el arroyo, pero los hedores y manchas que el bicho habia dejado lo convirtieron en el indiscutible campeon en la competicion de suciedad que a Cordelia le parecia que estaban manteniendo. Tomaron un rapido refrigerio de sus sosas pero seguras gachas y su salsa de queso azul, y se pusieron en marcha en cuanto salio el sol.

Cerca de su descanso de mediodia Vorkosigan desaparecio detras de unos matorrales para atender sus necesidades biologicas. Unos momentos despues se oyo una sarta de maldiciones, y Vorkosigan salio saltando de un pie a otro y sacudiendo las perneras de sus pantalones. Cordelia le dirigio una mirada de inocente curiosidad.

—?Sabe esos conos amarillos de arena que hemos visto…? —dijo Vorkosigan, desabrochandose los pantalones.

—Si.

—No pise ninguno para hacer pis.

Cordelia no pudo sofocar una risita.

—?Que ha encontrado? ?O debo decir que lo ha encontrado a usted?

Vorkosigan dio vuelta a los pantalones y empezo a quitar las pequenas criaturas redondas y blancas que corrian entre sus pliegues. Cordelia agarro una y la sostuvo en la palma de la mano para mirarla con atencion. Era otro modelo de radial, con cilios por patas, una forma subterranea.

—?Ay! —Se libro rapidamente del bicho.

—Pica, ?eh? —rugio Vorkosigan.

Un borboton de risa se acumulo en su interior. Pero evito perder el control cuando advirtio un rasgo mas preocupante en el aspecto de el.

—Eh, ese aranazo no tiene buen aspecto, ?no?

La marca de la garra del carronero en el muslo derecho que Vorkosigan habia recibido la noche en que enterraron a Rosemont estaba hinchada y azulina, con feas vetas rojas que llegaban hasta la rodilla.

—No pasa nada —dijo el con firmeza, y empezo a ponerse los pantalones libres de radiales.

—No tiene buena pinta. Dejeme ver.

—No hay nada que pueda hacer —protesto el, pero se sometio a un breve reconocimiento—. ?Satisfecha? —inquirio sarcastico, y termino de vestirse.

—Ojala sus microespecialistas hubieran sido un poco mas concienzudos cuando crearon ese aposito. — Cordelia se encogio de hombros—. Pero tiene usted razon. No podemos hacer nada.

Continuaron el camino. Cordelia lo observo con mas atencion a partir de entonces. De vez en cuando el empezaba a cojear, luego advertia que ella lo estaba mirando y avanzaba con paso aun mas decidido. Pero al final del dia abandono las pretensiones y cojeo sin disimulo. A pesar de eso, continuaron andando hasta la puesta de sol y tambien despues, hasta que la montana hacia la que se dirigian se convirtio en una masa negra en el horizonte. Por fin, dando tumbos en la oscuridad, el cedio y detuvo la marcha. Cordelia se alegro, pues Dubauer no podia mas, y se apoyaba en ella pesadamente y trataba de tumbarse. Durmieron en el lugar donde se detuvieron, en el suelo de arena rojiza. Vorkosigan rompio una bengala y se encargo de la guardia, mientras Cordelia yacia en tierra y observaba las inalcanzables estrellas girar en el cielo.

Vorkosigan habia pedido que lo despertaran antes del amanecer, pero ella lo dejo dormir hasta pasado un buen rato. No le gustaba el aspecto que tenia, alternativamente palido y enrojecido, ni la forma entrecortada de su respiracion.

—?No cree que seria mejor que se tomara uno de sus analgesicos? —le pregunto ella cuando se desperto, pues el apenas podia apoyar el peso en la pierna, que estaba mucho mas hinchada.

—Todavia no. Tengo que guardar un poco para el final.

Corto en cambio una larga vara, y los tres comenzaron la tarea del dia caminando hacia el sol.

—?Cuanto falta? —pregunto Cordelia.

—Calculo que un dia, dia y medio, depende del ritmo que podamos seguir. —Hizo una mueca—. No se preocupe. No va a tener que llevarme en brazos. Soy uno de los hombres mas en forma de mi regimiento. — Continuo cojeando—. De los de mas de cuarenta anos.

—?Cuantos hombres de mas de cuarenta hay en su regimiento?

—Cuatro.

Cordelia hizo una mueca.

—De todas formas, si es necesario, tengo un estimulante en mi equipo medico que animaria a un cadaver. Pero quiero guardarlo tambien para el final.

—?Que clase de problemas espera?

—Depende de quien atienda a mi llamada. Se que Radnov, mi oficial politico, tiene al menos a dos agentes en mi seccion de comunicaciones. —Fruncio los labios, midiendola de nuevo— Vera, no creo que hubiera un motin general. Creo que fue un intento de asesinato improvisado en el acto por parte de Radnov y unos cuantos. Usaron a los betanos, pensando que podrian deshacerse de mi sin implicarse. Si tengo razon, todo el mundo a bordo de la nave cree que estoy muerto. Todos menos uno.

—?Quien?

—Bien que me gustaria saberlo. El que me golpeo en la cabeza y me oculto entre los helechos, en vez de cortarme la garganta y arrojarme al agujero mas cercano. El teniente Radnov parece tener un topo en su grupo. Y sin embargo… si ese topo me fuera leal, lo unico que tendria que hacer es decirselo a Gottyan, mi primer oficial, y este haria que una patrulla leal bajara a recogerme en un santiamen. ?Quien de mis hombres esta tan confuso como para traicionar a ambos bandos a la vez? ?O me estoy pasando por alto algun detalle?

—Tal vez todavia estan persiguiendo mi nave —sugirio Cordelia.

—?Donde esta su nave?

Cordelia calculo que la sinceridad deberia ser ya segura.

—Camino de la Colonia Beta.

—A menos que los hayan capturado.

—No. Estaban fuera de su alcance cuando hable con ellos. Puede que no esten armados, pero son mas veloces que su crucero de batalla.

—Mmm. Bueno, es posible.

No parece sorprendido, advirtio Cordelia. Apuesto a que sus informes

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