— ?Los zapatos! ?Mis zapatos! ?Devuelveme las medias! — siseo Elena.

Miles le arrojo las cosas, apago el ordenador y cerro la tapa, todo en un solo frenetico y fluido movimiento. Se catapulto al sofa, tomo a Elena por la cintura y la arrastro con el. Ella rio nerviosamente y maldijo, peleando con su segundo zapato. Una lagrima marcaba todavia una huella reluciente en su mejilla.

Miles deslizo una mano por el cabello de Elena y atrajo su rostro hacia el suyo.

— Sera mejor que esto parezca bien. No quiero que el capitan Koudelka sospeche nada. — Dudo un instante, y su sonrisa troco en seriedad. Los labios de Elena se fundieron con los suyos.

Las luces se encendieron; ellos se separaron de un salto. Miles espio por encima del hombro de ella y, por un momento, se olvido de como exhalar.

El capitan Koudelka. El sargento Bothari. Y el conde Vorkosigan.

El capitan Koudelka parecia sonrojado, con un ligero pliegue en un costado de la boca, como si se le fugara una enorme presion interna. Miro de lado a sus acompanantes y se contuvo. Es rostro petreo del sargento era glacial. El conde estaba enfurenciendo rapidamente.

Miles descubrio por fin que hacer con todo el aire que habia retenido.

— Esta bien — dijo en un tono seguro y didactico —, ahora, despues de Concedeme esa gracia, en la siguiente linea dices: Con todo mi corazon; y mucho me alegra tambien ver que ahora estas tan arrepentido. — Miro de lo mas impertinentemente a su padre —. Buenas noches, senor. ?Estamos ocupando su espacio? Podemos ir a ensayar a otro lado…

— Si, vamos — dijo Elena con voz aguda, recogiendo con celeridad el pie que Miles le habia proporcionado.

Dirigio una sonrisa tonta a los tres adultos, ahora que Miles habia resguardado su honor. El capitan Koudelka retribuyo la sonrisa de todo corazon. El conde, de algun modo, se las arreglo para sonreir a Elena y fruncir amenazadoramente el ceno a Miles al mismo tiempo. El ceno del sargento era democraticamente universal. El guardia de servicio paso de sonreir a sofocar una carcajada cuando Miles y Elena huyeron por el corredor.

— Conque no puede fallar, ?eh? — gruno Elena cuando tomaron el ascensor.

El ejecuto un pirueta en el aire, desvergonzadamente.

— Una retirada estrategica, en orden; ?que mas puedes pedir siendo una desconocida, sin numero ni clasificacion? Solo estabamos ensayando esa vieja obra. Muy cultural. ?Quien podria objetar? Creo que soy un genio.

— Creo que eres un idiota — dijo ella furiosamente —. Mi otra media esta colgando de tu hombro.

— Oh. — Giro el cuello y se quito la prenda adherida. Se la devolvio a Elena con una debil sonrisa de disculpa —. Supongo que eso no habra quedado muy bien.

Elena le miro.

— Y ahora me van a echar un sermon. Considera a cada hombre que se acerca a mi como un potencial violador; probablemente ahora tambien me prohiba hablarte. O me envie otra vez al campo, para siempre… — Llegaron a la puerta —. Y, ademas de eso, me… me mintio acerca de mi madre.

Se refugio en su dormitorio, golpeando tan fuerte la puerta que estuvo cerca de pillar unos dedos de la mano de Miles que se estaba levantando en protesta. Este se inclino contra la puerta y dijo ansiosamente a traves de la madera labrada:

— ?Eso no lo sabes! Sin duda, habra una explicacion absolutamente logica, y yo voy a encontrarla…

— ?VETE! — fue el aullido amortiguado que recibio como respuesta.

Vago indeciso por el pasillo unos minuto mas, esperando una segunda oportunidad, pero la puerta permanecia intransigentemente cerrada y silenciosa. Despues de un rato, tomo conciencia de la rigida figura del guardia de servicio del piso, al final del corredor. El hombre, cortesmente, no le miraba. El destacamento de seguridad del primer ministro estaba, despues de todo, entre los mas discretos, asi como entre los mas eficaces que habia a disposicion. Miles maldijo por lo bajo y, arrastrando los pies, volvio al ascensor.

4

Miles se cruzo con su madre en un pasillo de la planta baja.

— ?Has visto ultimamente a tu padre, querido? — pregunto la condesa Vorkosigan.

— Si (desafortunadamente), fue a la biblioteca con el capiptan koudelka y el sargento.

— A hurtadillas por un trago — dedujo ella con una mueca — con sus viejos camaradas de tropa. Bueno, no puedo culparle; esta tan cansado… Ha sido un dia tetrico. Y se que no ha estado descansando lo suficiente. — Le miro de modo penetrante —. ?Como has dormido tu?

Miles se encogio de hombros.

— Bien.

— Mm. Mejor voy a buscarle antes de que tome mas de un trago; el alcohol tiene la inoportuna tendencia a ponerle grosero, y acaba de llegar ese intrigante conde Vorfrozda, acompanado por el almirante Hessman. Va a tener algun problema por delante si esos dos andan juntos.

— No creo que la extrema derecha reuna mucho apoyo, con todos los viejos soldados alineados solidamente detras de mi padre.

— Oh, Vordrozda no es derechista en el fondo; es solo personalmente ambicioso, y montara cualquier potro que vaya en su direccion. Ha estado sudando alrededor de Gregor durante meses… — Una chispa de colera aparecio en sus ojos grises —. Lisonjas e insinuaciones, criticas indirectas y esas puas sucias que mete entre las propias dudas del muchacho; le he visto trabajar. No me gusta — dijo enfaticamente la condesa.

Miles sonrio.

— Nunca lo hubiera supuesto. Pero seguramente, no debes preocuparte por Gregor.

Siempre le habia causado gracia la costumbre de su madre de referirse al emperador como si mas bien fuera su nino retardado adoptado. En cierto sentido era verdad, ya que el antiguo regente habia sido el tutor personal y politico de Gregor mientras este era menor.

La condesa hizo un gesto.

— Vordrozda no es el unico que no dudaria en corromper al muchacho en cualquier area en la que pueda hundir sus garras: moral, politica, lo que quieras; si pensara que eso va a hacerle avanzar un centimetro, y al diablo con el bienestar general de Barrayar… o de Gregor si es necesario para ello. — Miles reconocio al instante lo ultimo como una cita del unico oraculo politico de su madre, su padre —. No se por que esta gente no puede escribir una constitucion. Ley oral… ?que manera de procurar y manejar un poder interestelar! — Esta era una opinion vernacula, puramente betana.

— Papa ha estado mucho tiempo en el poder — dijo Miles con tono tranquilo —; creo que habria que arrojarle un torpedo para alejarle de su funcion.

— Ya lo han intentado — observo la condesa Vorkosigan, volviendose abstraida —. Me gustaria que pensara seriamente en retirarse. Hemos tenido tanta suerte — su mirada recayo melancolicamente en el — casi siempre…

Tambien ella esta cansada, penso Miles.

— La politica nunca se detiene — agrego, mirando al suelo —. Ni siquiera durante el funeral de su padre. — Se ilumino con cierta malicia —. Ni sus parientes. Si lo ves antes que yo, dile que lady Vorpatril le esta buscando, eso le completara el dia… No, mejor no, porque entonces no le encontrariamos mas.

Miles alzo las cejas.

— ?Que quiere tia Vorpatril que haga por ella ahora?

— Bien, desde que lord Vorpatril murio, ella ha estado tratando de que ocupe el lugar dl padre con respecto al idiota de Ivan; lo cual esta bien, hasta cierto punto. Pero hace un rato me atrapo, cuando no podia encontrar a Aral; parece que quiere que Aral lleve al muchacho a un rincon y le de una reprimenda por, eh…, rondar a las muchachas de la servidumbre, lo cual debe resultar completamente violento para ambos. Nunca entendi por que esta gente no corta el cordon de sus chicos y los deja que descubran su propia condenacion, como las personas sensatas. Tambien podrian, por ejemplo, tratar de detener una tormenta de arena con un panuelo… — Sealejo hacia la biblioteca, murmurando en voz baja su epiteto favorito —. ?Barrayanos!

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