— Y deja de saludarme — dijo mas cortante el conde Vorkosigan —, todavia no eres un oficial. — Parecio notar por primera vez el uniforme de Ivan —. De hecho…

— Si, senor. No, senor. — Ivan comenzo a saludar nuevamente, se detuvo, parecio confundirse y se marcho. Los labios del conde se retorcieron.

Y yo que nunca pense que le estaria agradecido a mi primo, penso Miles.

— ?Estaba diciendo, senor? — sugirio.

Le llevo un instante al conde Vorkosigan retomar el hilo, tras la diversion provista por este joven pariente. Recomenzo, mas tranquilo.

— ?Por que estaba llorando Elena, hijo? No estarias acosandola, ?no?

— No, senor. Se que pudo parecerlo, pero no fue eso. Le dare mi palabra, si quiere.

— No es necesario. — El conde Vorkosigan acerco una silla —. Confio en que estarias emulando a ese idiota-de-Ivan. Pero… la filosofia sexual de tu madre tiene su sitio alla, en la Colonia Beta. Quiza tambien aqui, algun dia; aunque me gustaria enfatizar que Elena Bothari no es un caso adecuado para experimentar.

— ?Por que no! — dijo Miles de repente. El conde Vorkosigan alzo las cejas —. Quiero decir — explico rapidamente Miles —, ?por que debe estar tan… tan confinada? Esta demasiado controlada. Ella podria ser cualquier cosa. Es inteligente y es… bonita, y podria partirme por la mitad, ?por que no puede tener una educacion mejor, por ejemplo! El sargento no planea para ella ninguna educacion superior, todo lo que ha ahorrado es para la dote. Y jamas la deja ir a ninguna parte. Deberia salir de viaje mas a menudo, demonios, lo apreciaria mil veces mas que cualquier otra joven que yo conozca. — Se detuvo, casi sin aliento.

El conde Vorkosigan fruncio los labios y paso su mano pensativamente por el respaldo de la silla.

— Todo esto es muy cierto, pero Elena… significa para el sargento enormemente mas de lo que tienes conciencia. Ella es un simbolo para el, un simbolo de todo lo que imagina… No se muy bien como expresarlo. Es una importante fuente de orden en su vida. Y yo le debo el proteger ese orden.

— Si, si, justo y apropiado, lo se — dijo Miles impacientemente —. ?Pero no puedes deberle todo a el y nada a ella!

El conde Vorkosigan parecio confundido y recomenzo.

— Le debo mi vida a el, Miles. Y la de tu madre. En un sentido muy real, todo lo que he sido y lo que he hecho por Barrayar en los ultimos dieciocho anos se lo debo a el. Y le debo tu vida; por lo menos dos veces desde entonces y, por lo tanto, mi cordura… lo que quede de ella, como diria tu madre. Si el elige cobrar esa deuda, no hay fondos para pagarla. — Se mordio los labios introspectivamente —. Ademas, y de todos modos no sera perjudicial remarcar esto, preferiria mucho evitar todo tipo de escandalo en mi familia en este momento. Mis adversarios estan siempre buscando algo, una palanca para moverme. Ruego que no te conviertas tu mismo en una.

?Pero que diablos esta pasando en el gobierno esta semana?, volvio a preguntarse Miles. Nada que alguien vaya a decirme. Lord Miles Naismith Vorkosigan. Ocupacion: arriesgar la seguridad. Aficiones: caerse de las paredes, desilusionar gravemente a los ancianos, hacer llorar a las muchachas… Esperaba arreglar las cosas con Elena, al menos. Pero la unica cosa que podia imaginarse capaz de aliviar los terrores que Elena concebia, seria encontrar realmente esa maldita tumba y, hasta donde podia figurarse, la misma tenia que estar en Escobar, mezclada entre los seis o siete mil muertos de guerra que alli quedaron mucho tiempo atras.

Entre el abrir la boca y el hablar, el plan le poseyo. El resultado fue que olvido lo que iba a decir y se quedo con la boca abierta un instante. El conde Vorkosigan levanto las cejas inquiriendo cortesmente. En su lugar, lo que Miles finalmente dijo fue:

— ?Alguien ha oido algo de la abuela Naismith ultimamente?

Los ojos del conde Vorkosigan se entornaron.

— Es curioso que la menciones. Tu madre ha estado hablando de ella con frecuencia en los ultimos dias.

— Tiene sentido, en estas circunstancias. Aunque la abuela es un especimen tan saludable; todos los betanos esperan vivir hasta los 120, supongo. Creen que es uno de sus derechos civiles.

La abuela betana de Miles, a siete saltos por agujeros de gusano en el espacio y tres semanas adicionales de viaje por la ruta mas directa, via Escobar. Una linea espacial de pasajeros, convenientemente escogida, bien podria incluir una parada en Escobar. Tiempo para un poco de turismo, tiempo para un poco de investigacion. Podria hacerse con la suficiente sutileza, incluso con Bothari colgado de su hombro. ?Que podria ser mas natural, para un muchacho interesado en la historia militar, que hacer un peregrinaje a los cementerios de los soldados del emperador, tal vez haciendo una ofrenda inclusive?

— Senor — comenzo a decir —, ?cree usted que yo podria…

Y, al mismo tiempo, el conde Vorkosigan comenzo a decir:

— Hijo, ?te gustaria ir en representacion de tu madre…?

— Perdon, senor, ?decia usted…?

— Estaba por decir — continuo el conde — que este podria ser un momento muy oportuno para que visites a tu abuela Naismith otra vez. Ya hace casi dos anos que no vas a la Colonia Beta, ?no? Y, si bien los betanos esperan vivir hasta los 120… bueno, uno nunca sabe.

Miles se destrabo la lengua y trato de no tambalear.

— ?Que gran idea! Eh…, ?podria llevar a Elena?

Otra vez las cejas.

— ?Que?

Miles pego un salto y se puso a caminar por el cuarto de aqui para alla, incapaz de mantener en silencio sus desbordantes planes. ?Obsequiarle a Elena un viaje fuera del planeta? Por Dios, quedaria como un heroe ante sus ojos, uno de dos metros de alto, como Vorthalia el Audaz.

— Si, seguro, ?por que no? Bothari vendra conmigo de todas formas. ?Quien podria ser un acompanante mas justo y apropiado para ella que su propio padre? ?Quien podria presentar objecion alguna?

— Bothari — dijo el conde Vorkosigan grunendo —. No puedo imaginarmelo entusiasmado ante la idea de exponer a Elena a la Colonia Beta. Despues de todo, el ya conoce el lugar. Y, viniendo de ti, justo en este momento, no estoy del todo seguro que lo tome como una invitacion adecuada.

— Hm. — Pasos, media vuelta, pasos. ?Idea! — Entonces no la invitare.

— Ah. — El conde Vorkosigan se tranquilizo —. Es prudente, estoy seguro…

— Hare que madre la invite. ?Veamos como se opone a eso!

El conde solto una risa de asombro.

— ?Astuto muchacho! — Su tono era de aprobacion.

El corazon de Miles se animo.

— Este viaje fue idea de ella realmente, ?no, senor? — pregunto Miles.

— Bueno… si — admitio el conde —. Pero, de hecho, estoy contento de que lo sugiriera. Me… tranquilizaria que estuvieses a salvo en la Colonia Beta los proximos meses. — Se levanto —. Debes disculparme, el deber me llama. Tengo que ver a ese trepador rampante de Vordrozda, para mayor gloria del Imperio. — Su expresion de disgusto estaba cargada de sentido —. Francamente, preferiria emborracharme en un rincon con ese idiota-de- Ivan, o hablar contigo. — Su padre le miro calidamente.

— Su trabajo esta primero, por supuesto, senor. Lo comprendo.

El conde Vorkosigan se detuvo y le miro otra vez, de un modo peculiar.

— Entonces no entiendes nada. Mi trabajo ha sido la ruina para ti, desde el principio. Lamento que significara tal lio para ti… — Lio el tuyo, penso Miles. Maldita sea, dime lo qu realmente quieres decir —. Jamas me propuse que fuera asi. — Inclino la cabeza y se retiro.

Disculpandose conmigo otra vez, penso desdichado Miles. Por mi. Sigue diciendome que estoy bien y luego se disculpa. Incoherente, padre.

Volvio a caminar arrastrando los pies por el cuarto y su dolor estallo en palabras. Arrojo su discurso contra la sorda puerta:

— ?Hare que te retractes de esa disculpa, maldita sea! ?Yo estoy bien! ?Hare que lo veas! ?Hare que te sientas tan lleno de orgullo por mi que no habra espacio para tu querida culpa! Lo juro por mi honor de Vorkosigan. Lo juro, padre. — Su voz se hizo un susurro —. Abuelo. De algun modo, no se como…

Dio otra vuelta por el cuarto, hundiendose en si mismo, frio y desesperadamente somnoliento. Un desorden de migajas, una botella de vino vacia, otra llena. Silencio.

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