— No es diner — gruno, como si el jamas tocara la sordida materia —, es una deuda de honor.
La administradora parecio cautamente impresionada; el oficial piloto, complacido. La mujer de Seguridad parecia dudar. El propietario parecia dudar mucho.
— ?Como me ayuda a mi eso? — pregunto hoscamente.
— Puedo hablar con el oficial piloto Mayhew para que abandone la nave — contesto Miles, viendo que se le abria camino — si me proporcionan los medios para encontrarme con el cara a cara. — Elena trago saliva; el la tranquilizo con una imperceptible mirada.
Los cuatro betanos se miraban unos a otros, como si la responsabilidd pudiera barajarse y repartirse por contacto visual. Finalmente, el oficial piloto dijo:
— Bueno, que demonios, ?alguien tiene una idea mejor?
En la silla de control del transbordador personal, el oficial piloto superior de pelo cano hablo — una vez mas — por la consola de comunicacion.
— ?Arde? Arde, soy Van. Respondeme, por favor. He traido a alguien para que solucione las cosas contigo. Va a subir a bordo. ?Todo bien, Arde? No vas a hacer ninguna locura ahora, ?no?
El silencio fue la unica respuesta.
— ?Lo esta recibiendo? — pregunto Miles.
— Su consola de comunicacion, si. Si ha bajado el volumen, si esta ahi, si esta despierto, si… esta vivo, nadie lo sabe.
— Estoy vivo — gruno una voz confusa de repente por el altavoz, sobresaltandolos. No habia video —. Pero tu no lo estaras, Van, si intentas abordar mi nave, traidor hijo de puta.
— No lo intentare — prometio el oficial piloto superior —, sino el senor… lord Vorkosigan; esta aqui.
Hubo un silencio ruidoso, si es que el silbido de la estatica puede describirse como tal.
— ?No trabaja para ese chupasangre de Calhoun? — pregunto suspicazmente Mayhew.
— No trabaja para nadie — respondio Van.
— ?Ni para el Consejo de Salud Mental? Nadie va a acercarse a mi con una maldita pistola de dardos; volaremos todos antes…
— Ni siquiera es betano, es de Barrayar. Dice que ha estado buscandote.
Otro silencio. Luego, una voz insegura, dudosa.
— No le debo nada a ningun barrayano, no creo… Ni siquiera conozcon a ningun barrayano.
Hubo una rara sensacion de presion y un leve golpecito del exterior del casco, al entrar en contacto con el viejo carguero. El piloto movio un dedo a manera de senal para Miles, y este aseguro la conexion de la escotilla.
— Listo — dijo.
— ?Esta seguro de que quiere hacer esto? — pregunto el oficial.
Miles asintio con un gesto. Escapar de la proteccion de Bothari ya habia sido un milagro menor. Humedecio los labios y sonrio, disfrutando la excitacion de la ingravidez y el temor. Confiaba en que Elena podria prevenir cualquier alarma innecesaria en tierra.
Miles abrio la escotilla. Hubo una rafaga de aire al igualarse la presion dentro de las dos naves. Miro por un tunel oscuro como el alquitran.
— ?Tiene una linerna?
— Ahi en la percha — senalo el oficial.
Abastecido, Miles floto cautelosamente en el tubo. La oscuridad marchaba delante de el, escondiendose en los rincones y pasillos transversales y agolpandose tras el a medida que avanzaba. Hilvano su paso al Cuarto de Navegacion y Comunicaciones, donde presumiblemente estaria oculta su presa. La distancia era corta en realidad — los cuartos de la tripulacion eran pequenos, la mayor parte de la nave estaba destinada a la carga —, pero el silencio absoluto daba al viaje una extension subjetiva. La gravedad cero estaba produciendo ahora su efecto habitual, haciendo que Miles se lamentara de la ultima cosa que habia comido. Vainilla, penso. Deberia haber tomado helado de vainilla.
Habia una luz tenue por delante, que entraba en el corredor desde una escotilla abierta. Miles se aclaro ruidosamente la voz al aproximarse. Tal vez fuera mejor no sobresaltar al hombre, considerando las cosas.
— ?Oficial Mayhew? — llamo con suavidad, y empujo la puerta —. Mi nombre es Miles Vorkosigan y estoy buscando… buscando… — ?Que diablos estaba buscando? Oh, bueno, dilo pronto —. Estoy buscando hombres temerarios — concluyo con estilo.
El oficial piloto Mayhew estaba sentado, amarrado con correas a su silla de mando, en medio de un lamentable revoltijo. En el regazo tenia su receptor, una botella de litro llena por la mitad de un liquido borboteante, de un verde brillante y ponzonoso, y una caja, conectada apresuradamente por una masa de cables a un panel de control medio destripado y coronada con una palanca de contacto. Tan fascinante como la caja detonante era una oscura, delgada y pequena pistola de agujas, muy ilegal ademas para la ley betana. Mayhew miro con ojos parpadeantes y enrojecidos a la aparicion en su puerta y se froto con una mano, sosteniendo todavia el arma letal, la barba de tres dias.
— ?Ah, si? — replico vagamente.
Por el momento, Miles estaba distraido con la pistola de agujas.
— ?Como paso eso por la aduana de Beta? — pregunto con tono de genuina admiracion —. Yo nunca he podido pasar mas que un tirachinas.
Mayhew miro el arma en su mano como si ahora la descubriera, como una verruga inadvertida.
— La compre hace tiempo en Jackson?s. Jamas trate de sacarle de la nave. Supongo que me la hubieran quitado de haberlo intentado. Le quitan a uno todo ahi abajo.
Miles se acomodo, cruzando las piernas en el aire, en lo que esperaba fuera una suerte de simpatica y no amenazante postura para escuchar.
— ?Como se metio en este aprieto? — pregunto, haciendo con la cabeza un gesto que incluia la nave, la situacion y el regazo de Mayhew, lleno de objetos.
Mayhew se encogio de hombros.
— Suerte podrida. Siempre tuve una suerte podrida. Ese accidente con la RG 88… Fue la humedad de esos tubos rotos que mojo los sacos, que se hincharon y rajaron el tabique y desataron todo el asunto. El perito en cargas del puerto ni siquiera echo una mirada. ?Maldita sea, lo que yo llevara o no llevara para beber no hubiera hecho la mas minima diferencia!
Aspiro por la nariz y se paso la manga por la cara enrojecida; parecia alarmantemente a punto de llorar. Era algo muy perturbador de ver en un hombre que andaba, estimo Miles, por los cuarenta anos. En vez de eso, Mayhew tomo un gran trago de su botella y, luego, con un resto de cortesia, se la ofrecio a Miles.
Miles sonrio amablemente y la acepto. ?Deberia aprovechar esa oportunidad para vaciarla, a fin de que Mayhew no siguiera emborrachandose? En gravedad cero, habia inconvenientes para tal idea. Tendria que vaciarla en algun otro lado, si no queria pasarse toda la entrevista esquivando burbujas voladoras o lo que quiera que fuese. Era dificil hacerlo parecer un accidente. Mientras meditaba, probo el contenido, en interes de la investigacion cientifica.
Apenas pudo evitar arrojarlo en caida libre, pulverizado. Espeso, con aroma a hierbas, dulce como jarabe — casi vomito por la dulzura — y tal vez un 60 % etanol puro. ?Pero que era el resto? Le quemo el esofago, haciendolo parecer como una representacion animada del sistema digestivo, con todas sus partes destacadas en colores luminosos. Respetuosamente, seco el borde con la manga y devolvio la botella a su dueno, quien la apreto otra vez bajo su brazo.
— Gracias — jadeo Miles. Mayhew contesto con una inclinacion —. Entonces, ?como…? — aspiro y aclaro la voz hasta un tono mas normal —. ?Que planea hacer a continuacion? ?Cuales son sus exigencias?
— ?Exigencias? — dijo Mayhew —. ?A continuacion? Yo no… Es solo que no voy a dejar que ese canibal de Calhoun asesine mi nave. No hay… no hay ningun texto. — Mecio la caja detonante en su regazo, una madonna desdichada —. ?Alguna vez fue rojo?, — pregunto de golpe.
Miles tuvo una confusa vision de antiguos partidos politicos terraqueos.
— No, soy un Vor — respondio, no muy seguro de que fuera la contestacion adecuada. Pero no parecio importar, Mayhew hablaba consigo mismo.
— Rojo. El color rojo. Pura luz fui yo una vez, en un viaje a un pequeno agujero de un sitio llamado Hespari