Tenia quince anos cuando hizo su visita escolar de un ano a la Colonia Beta, y se encontraba por primera vez en su vida ante lo que parecian ilimitadas posibilidades para la intimidad sexual. Esta ilusion se corto y se extinguio pronto, al ver que las jovenes mas fascinantes ya estaban comprometidas. El resto parecia dividirse, a partes iguales, entre buenas samaritanas, caprichosas/curiosas, hermafroditas y muchachos.

No le importaba ser objeto de caridad, y encontraba que era demasiado barrayano para las dos ultimas categorias, aunque suficientemente betano para no incomodarse por las otras. Una breve aventura con una chica de la categoria caprichosas/curiosas resulto ser suficiente. La fascinacion de la chica por las peculiaridades de su cuerpo le hizo, finalemente, avergonzarse mas que ante la mas abierta repulsion que hubiera experimentado en Barrayar, donde habia un feroz prejuicio contra la deformidad. De todas maneras, despues de descubrir que sus organos sexuales eran decepcionantemente normales, la chica se habia largado.

La aventura habia terminado, para Miles, en una terrible depresion que se ahondo durante semanas, culminando al fin en una noche en la tercera y sumamente secreta vez que el sargento Bothari le habia salvado la vida. Habia cortados dos veces a Bothari en su muda lucha por el cuchillo, ejerciendo una histerica fuerza contra la asustada preocupacion del sargento por no romperle los huesos. El hombre logro finalmente sujetarle, y le sujeto hasta que Miles se rindio por fin, llorando su odio hacia si mismo contra el pecho ensangrentado del sargento hasta que el agotamiento le calmo. El hombre que le habia llevado en brazos de pequeno, antes de que el caminara a los cuatro anos por primera vez, le alzo entonces como a un nino y le llevo a la cama. Bothari se curo sus propias heridas y jamas volvio a mencionar el incidente.

Los quince no fueron un buen ano, Miles estaba decidido a no repetirlo. Sus manos se aferraron a la baranda del balcon, en un estado de resolucion sin objeto. Sin objeto, como el mismo; por lo tanto, inutil. Se enfrasco en el pozo en el pozo ciego de sus pensamientos y, por un momento, incluso el resplandor de la Colonia Beta le parecio gris y opaco.

Cerca de ellos, cuatro betanos discutian acaloradamente en voz baja. Miles se volvio para ver mejor a los hombres. Elena empezo a decir algo sobre lo abstraido que estaba Miles, quien alzo una mano pidiendole silencio. Ella obedecio, mirandole con curiosidad.

— Maldita sea — estaba diciendo un hombre corpulento, vestido con un sarong verde —, no me importa como lo haga, pero quiero que saquen a ese lunatico de mi nave. ?No pueden atacar y sacarle a la fuerza?

La mujer con uniforme de Seguridad de Beta movio la cabeza.

— Mire, Calhoun, ?por que deberia arriesgar la vida de mi gente por una nave que ya, de todas maneras, es practicamente chatarra? No es como si el tuviera rehenes o algo asi.

— Tengo reunido un equipo de recuperacion esperando, que cobra jornada y media por el tiempo extra. El hombre ha estado ahi tres dias; tiene que dormir alguna vez, o mear, o hacer algo — dijo el civil.

— Si esta tan loco como usted afirma, probablemente no haya nada mejor que atacarle para que vuele la nave. Espere a que salga. — La mujer de Seguridad se dirigio a un hombre con el uniforme gris y negro de una de las principales lineas espaciales comerciales. El pelo plateado en los laterales hacia juego con los triples circulos plateados de la frente y de las sienes, por los injertos neurologicos de piloto —. O hablele usted para que salga. Usted le conoce, es miembro de su sindicato, ?no puede hacer algo con el?

— Oh, no — objeto el oficial piloto —, no me va a encajar esto a mi. Ademas, no quiere hablar conmigo, lo dejo bien claro.

— Esta usted en la Junta este ano, debe de tener alguna autoridad sobre el… Amenacele con revocarle la licencia de piloto, o algo asi.

— Arde Mayhew todavia puede estar en la Hermandad, pero esta atrasado dos anos con sus cuotas, su licencia esta en un terreno inestable ya y, francamente, creo que este episodio va a terminar de cocinarle. Todo el tema de este lio es que, en primer lugar, una vez que la ultima nave RG vaya para la chatarra — el oficial miro al voluminoso civil —, el no volvera a pilotar. Fue rechazado medicamente para otro injerto…, no le haria ningun bien aunque tuviese el dinero, y se muy bien que no lo tiene. Trato de pedirme prestado el importe del alquiler la semana pasada. Al menos, dijo que era para el alquiler; mas probable es que fuera para esa basura que bebe.

— ?Se lo dio? — pregunto la mujer con uniforme azul de la administracion del aeropuerto.

— Bueno… si — contesto de mal humor el oficial —. Pero le dije que era la ultima vez, definitivamente. De todos modos… — miro sus botas como enojado y entonces estallo —, ?preferiria verle morir en un resplandor de gloria que verle morir por estar encallado. Se lo que yo sentiria si supiera que no voy a pilotar un viaje otra vez… — Apreto los labios, a la defensiva y agresivo, mirando a la administradora.

— Todos los pilotos estan locos — murmuro la mujer de Seguridad —, porque les perforan el cerebro.

Miles escucho todo con disimulo, desvergonzadamente fascinado. El hombre del que hablaban era un tipo raro, al parecer, un perdedor con problemas. Un piloto de saltos por tuneles de agujeros de gusano, con un sistema de conexiones obsoleto en su cerebro, muy cercano a estar tecnologicamente desempleado, atrincherado en su vieja nave, resistiendose al naufragio… ?Como?, se preguntaba Miles.

— Un resplandor de obstaculos para el trafico, querra decir — se quejo la administradora —. Si cumple sus amenazas, habra basura por todas las orbitas internas durante dias, tendriamos que cerrar para limpiarlo todo… — Se volvio hacia el civil, completando el circulo —. ?Y mejor no crea usted que le cargaran eso a mi departamento! Vere que su compania reciba la factura si tengo que llevar las cosas al Departamento de Justicia.

El operario de recuperacion y propietario de la nave se puso palido y luego enrojecio.

— En primer lugar, fue su departamento el que le permitio a ese loco de mierda entrar en mi nave — gruno.

— Dijo que se habia dejado algunos efectos personales — se defendio la mujer —. No sabiamos que planeara algo como esto.

Miles imagino al hombre, metido en su opaco nicho, sin aliados, como el ultimo superviviente de un asedio sin esperanza. Apreto el puno inconscientemente. Su antepasado, el general conde Selig Vorkosigan, habia levantado el famoso sitio de Vorkosigan Surleau con no mas de un punado de sirvientes escogidos, y estrategia, se decia.

— Elena — le susurro furiosamente, calmando su inquietud —, sigue mis indicaciones y no digas nada.

— ?Hm? — murmuro ella, sobresaltada.

— Ah, buenas, senorita Bothari, esta usted aqui — dijo en voz alta, como si acabara de llegar. La tomo del brazo y camino hacia el grupo.

Sabia que confundia a los desconocidos en cuanto a su edad; a primera vista, su altura los llevaba a subestimarla; a una segunda, la cara, ligeramente oscurecida por una tendencia a tener una espesa barba, a pesar de haberse afeitado, y prematuramente endurecida por una larga intimidad con el dolor, los llevaba a sobrestimarla. Habia descubierto que podia volcar el equilibrio en cualquier direccion, a voluntad, por medio de un simple cambio de maneras. Convoco a diez generaciones de guerreros a sus espaldas y produjo su mas austera sonrisa.

— Buenas tardes, caballeros — saludo. Cuatro miradas le saludaron, distintamente perplejas. Su cortesia casi se desplomo ante la hostilidad, pero mantuvo el tono —. Se me ha dicho que uno de ustedes podria indicarme donde encontrar al oficial piloto Arde Mayhew.

— ?Quien diablos es usted? — gruno el operario de recuperacion haciendose aparentemente eco del pensamiento de todos.

Miles se inclino suavemente, reprimiendose apenas de desenvolver una capa imaginaria.

— Lord Miles Vorkosigan, de Barrayar, a su servicio. Esta es mi asociada, la senorita Bothari. No he podido evitar oir… Creo que podria ser de utilidad para todos ustedes, sin me permitieran… — A su lado, Elena alzo las cejas perpleja, ante su nuevo, si bien vago, status oficial.

— Mira, chico — empezo a decir la administradora del puerto. Miles la miro bajando las cejas, disparandole su mejor imitacion de la mirada militar del general conde Piotr Vorkosigan —, senor — se corrigio la mujer —, ehm…, ?que quiere exactamente del oficial piloto Arde Mayhew?

Miles alzo el menton con un ligero movimiento.

— He sido comisionado para saldar una deuda con el. — Autocomisionado, unos diez segundos atras…

— ?Alguien le debe dinero a Arde? — pregunto asombrado el operario de recuperacion.

Miles se irguio, aparentando una ofensa.

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