Fuera habia caido una humeda oscuridad, convirtiendo las ventanas en opacos espejos del tenue y amanerado jaleo de la Casa Vorkosigan. Miles miro al pasar su propia imagen: cabello oscuro, ojos grises, rostro palido, facciones demasiado marcadas para satisfacer la estetica. Y encima, un idiota.
La hora le recordo la cena, cancelada probablemente a causa de los hechos. Resolvio hacer acopio de canapes, los suficientes para soportar un estrategico retiro en su cuarto durante el resto de la velada. Se asomo por un arco del vestibulo para asegurarse de que ninguno de los temidos miembros del equipo geriatrico anduviera por alli. El salon parecia contener solo a gente de mediana edad, a quienes no conocia. Se acerco a una mesa y comenzo a atiborrar con comida una servilleta de fina tela.
— Evita esas cosas purpuras — advirtio en su oido una voz afable, familiar —, creo que son una especie de algas marinas. ?Tu madre tiene otra vez un ataque nutritivo?
Miles miro la franca, molestamente hermosa cara de su primo segundo, Ivan Vorpatril. Ivan tambien tenia una servilleta atiborrada. Su mirada parecia ligeramente alerta. Un bulto peculiar interrumpia las suaves lineas de la chaqueta de su nuevo y reluciente uniforme de cadete.
Miles hizo un gesto indicando el bulto y dijo en tono de asombro:
— ?Ya te dejan llevar un arma?
— ?Diablos, no! — Ivan abrio un poco la chaqueta, tras una mirada conspiradora a su alrededor; probablemente, por temor a lady Vorpatril —. Es una botella del vino de tu padre. La obtuve de uno de los sirvientes, antes de que la vaciara en una de esas jarras. Dime, ?hay alguna posibilidad de que me sirvas de guia nativo hasta algun rincon apartado de este mausoleo? Los guardias de servicio no te dejan vagar solo por ahi arriba. El vino es bueno, la comida es buena, salvo esas cosas purpuras, pero, ?Dios mio!, la compania de esta fiesta…
Miles asintio, de acuerdo en principio, aun cuando estaba tentado de incluir al mismo Ivan en la categoria de «?Dios mio, que compania!».
Esta bien — contesto —, tu busca otra botella de vino — eso bastaria para anestesiarle y volverle tolerante — y dejare que te ocultes en mi cuarto. Ahi es donde iba a ir, de todas maneras. Te veo junto al ascensor.
Miles estiro sus piernas sobre la cama con un suspiro mientras Ivan preparaba el picnic y abria la primera botella de vino. Ivan vacio un generoso tercio de la botella en cada uno de los dos vasos del bano y le alcanzo uno a su lisiado primo.
— Vi al viejo Bothari cargandote el otro dia. — Ivan senalo con un gesto las piernas de Miles y tomo un refrescante trago. El abuelo hubiera tenido un ataque al ver esa cosecha tratada tan desdenosamente, penso Miles. El dio un sorbo mas respetuoso, a manera de libacion en honor al espectro del viejo, aun cuando la mordaz afirmacion del abuelo el martes anterior, al respecto de que Miles no podria distinguir una buena cosecha del agua de lavar, no estaba lejos de la verdad —. Una desgracia, aunque realmente eres el afortunado — prosiguio Ivan en tono alegre.
— ?Eh? — mascullo Miles, hincando los dientes en un canape.
— ?Diablos, si! El adiestramiento empieza manana, ?sabes?
— Eso he oido.
— Tengo que presentarme en mi dormitorio a medianoche, a mas tardar. Pense que iba a pasar mi ultima noche de libertad festejandolo, pero me quede aqui, en cambio. Mi madre, ya sabes. Pero manana prestamos juramento preliminar al emperador y ?por Dios si le voy a dejar que me trate como a un nino despues de eso! — Hizo una pausa para engullir un pequeno bocadillo relleno —. Piensa en mi, mientras tu estas aqui todo arropado…
— Lo hare. — Miles dio otro sorbo, y otro.
— Solo dos periodos de permiso en tres anos — divagaba Ivan entre mordiscos —, bien podria ser un maldito prisionero. No asombra que lo llamen servicio. La servidumbre es muy parecida a esto. — Otro trago, para bajar un pastel relleno de carne —. Pero tu tiempo es todo tuyo, tu puedes hacer lo que quieras con el…
— Cada minuto — dijo Miles lentamente. Ni el emperador ni nadie requeria su servicio. No podia venderlo… no podia regalarlo…
Ivan, afortunadamente, se callo unos minutos, reponiendo combustible. Despues de un rato, dijo vacilante:
— No hay posibilidades de que tu padre venga aqui, ?no?
Miles alzo la barbilla.
— ?Que? No tendras miedo de el, ?no?
Ivan refunfuno.
— El hombre maneja a voluntad todo el Estado Mayor, por el amor de Dios. Yo solo soy el recluta mas novato del emperador. ?No te aterra a ti?
Miles considero seriamente la pregunta.
— No exactamente, no. No en los terminos a los que te refieres.
Ivan hizo girar los ojos incredulo.
— Realmente — agrego Miles, pensando en la recietne escena de la biblioteca —, si estas tratando de esquivarle, este no podria ser el mejor sitio esta noche.
— ?Eh? — Ivan jugueteo con el vino del fondo de su vaso —. Siempre tuve la sensacion de que no le agrado — anadio hoscamente.
— Oh, no le importas — dijo Miles con algo de compasion —. Al menos, no apareces en absoluto en su horizonte. Aunque creo que fue a los catorce anos cuando descubri que Ivan no era tu segundo nombre. — Miles se interrumpio. Ese idiota-de-Ivan iba a empezar manana una vida al servicio del Imperio. El afortunado-Miles, no. Tomo otro trago de vino y suspiro por poder dormir. Terminaron los canapes e Ivan vacio la primera botella y abrio la segunda.
Hubo un autoritario golpeteo doble en la puerta. Ivan pego un salto.
— ?Oh, diablos!, no es el, ?no?
— Se requiere que un oficial inferior se cuadre y salude cuando entra un oficial superior, no que se esconda debajo de la cama — dijo Miles.
— ?No estaba pensando en esconderme debajo de la cama! — contesto Ivan, aguijoneado —. Solo en el cuarto de bano.
— No jodas. Te garantizo que habra tanto fuego para cubrirte que podras retirarte totalmente inadvertido. — Miles alzo la voz —. ?Entra!
En efecto, era el conde Vorkosigan. Clavo en su hijo una mirada fria y gris como un glaciar en un dia sin sol, y comenzo sin preambulos.
— Miles, que hiciste para hacer llorar a esa jov… — Se interrumpio al advertir a Ivan, parado en posicion de firme como un muneco relleno. La voz del conde Vorkosigan volvio — Se interrumpio al advertir a Ivan, parado en posicion de firme como un muneco relleno. La voz del conde Vorkosigan volvio a su tono de grunido mas normal —. Oh, demonios, esperaba evitar tropezarme contigo esta noche. Imagine que estarias emborrachandote a salvo con mi vino en algun rincon…
Ivan saludo nerviosamente.
— Senor. Tio Aral. Eh… Mi, ?mi madre hablo con usted, senor?
— Si — respondio suspirando el conde Vorkosigan.
Ivan empalidecio Miles noto que Ivan no advertia la diversion encubierta en los ojos de su padre; paso pensativamente un dedo por el borde de la botella vacia.
— Ivan estuvo consolandome por mis heridas, senor.
Ivan asintio con la cabeza.
— Ya veo — respondio friamente el conde Vorkosigan, y Miles sintio que realmente lo habia hecho. La frialdad desaparecio de golpe. El conde volvio a suspirar y se dirigio a Ivan en un tono de amable y retorica queja —. Llevo cincuenta anos de servicio militar y politico y ?que soy?: un duro, utilizado para asustar muchachos y hacer que se porten bien… como Baba Yaga, que solo se come a los ninos malos. — Abrio los brazos y agrego sarcasticamente —: iBuh!, considerate castigado y vete. Anda, muchacho.
— Si, senor. — Ivan saludo otra vez, con aspecto decididamente aliviado.