que piensen volver, tampoco.
— Glorioso — susurro Miles —. Oh, bien hecho…
Miro a Elena. Orgullo. Tambien para ella hacia falta, lo suficientemente fuerte para desalojar algo del dolor en su mirada.
— Como habia pensado, interceptar esa cuarta nomina de pagos fue vital para el exito de la estrategia. Bien hecho, comandante Bothari.
Ella le devolvio la mirada, vacilante.
— Te echamos de menos. Nosotros… tuvimos muchas bajas.
— Anticipe que las tendriamos. Los pelianos debian de estar esperandonos para entonces. — Miro a Tung, quien estaba haciendole a Elena un gesto de silencio —. ?Fue mucho peor de lo que habiamos calculado?
Tung sacudio la cabeza.
— Hubo momentos en que hubiera jurado que ella no sabia que estaba vencida. Hay ciertas situaciones en las que uno no pide a los mercenarios que le sigan…
— No le pedi a nadie que me siguiera — dijo Elena —, vinieron por su propia voluntad. — Agrego en un susurro a Miles —: Crei que era como en las batallas de abordaje. No sabia que resultaria tan terrible.
Tung hablo al ver el aire alarmado de Miles.
— Hubieramos pagad un precio mas alto si no hubiera insistido en que el almirante Naismith la habia puesto en el cargo, rehusando retirarse cuando lo ordene. Entonces, hubiesemos pagado mucho por nada… esa proporcion determina infinito. — Tung le hizo a Elena un gesto de aprobacion, que ella devolvio con gravedad. Ivan parecia mas bien aturdido.
Se escucho una discusion en boz baja proveniente del pasillo. Thorne y el cirujano.Thorne estaba diciendo: «Tiene que dejarme. Esto es vital…»
Thone arrastro al cirujano, que protestaba, al interior del cuarto.
— ?Almirante Naismith! ?Comodoro Tung! ?Oser esta aqui!
— ?Que?
— Con toda su flota… lo que queda de ella… estan justo fuera de alcance. Pide permiso para atracar su nave capitana.
— ?No puede ser! — dijo Tung —. ?Quien esta vigilando el agujero?
— ?Si, exacto! — dijo Thone —. ?Quien? — Se miraron con una alborozada, fantastica suposicion.
Miles se incorporo de un salto, rechazo una oleada de vertigo y echo mano a su bata.
— Traigan mi ropa.
Halcon era la palabra apropiada para Oser, determino Miles. Pelo entrecano, un pico por nariz y una mirada inteligente, penetrante, fija ahora sobre el. Era dueno del aspecto que hace que los oficiales jovenes indaguen en su conciencia, penso Miles. Se quedo de pie ante semejante apariencia y le dirigio al verdadero almirante mercenario una lenta sonrisa, alli en el desembarcadero. El penetrante y frio aire reciclado le parecia mas amargo, como un estimulante. Se podria drogar uno con el, seguramente.
Oser estaba flanqueado por tres de sus capitanes-empleados y dos de sus capitanes-propietarios, cono sus segundos. Miles traia a todo su cuerpo Dendarii, Elena a la derecha y Baz a la izquierda.
Oser le examino de arriba abajo.
— Maldita sea — murmuro —. Maldita sea…
No ofrecio su mano, sino que se detuvo y hablo con deliberada, ensayada cadencia.
— Desde el dia en que entro usted en el espacio local de Tau Verde, senti su presencia. En los felicianos, en la situacion tactica a mi cargo, en el rostro de mi propios hombres… — su mirada paso por Tung, quien sonreia dulcemente —, incluso en los pelianos. Hemos estado peleando en la oscuridad, nosotros dos, a distancia, mucho tiempo.
Miles abrio al maximo los ojos. Dios mio, ?esta a punto de desafiarme a un combate individual? ?Sargento Bothari, ayuda! Levanto la barbilla y no dijo nada.
— No creo en prolongar las agonias — siguio Oser —. En lugar de mirar como embruja al resto de mi flota, hombre por hombre, mientras aun me quede flota que ofrecer, tengo entendido que los Mercenarios Dendarii buscan nuevos reclutas.
Le llevo un momento a Miles darse cuenta de que acababa de escuchar uno de los discursos de rendicion mas tercos de la historia.
— Almirante Oser, su inteligencia es aguda. Hay una sala privada donde podremos resolver los detalles…
El general Halify y algunos oficiales felicianos oteaban desde un balcon, a cierta distancia. La mirada de Miles se cruzo con la de Halify:
Miles marcho por la ancha explanada con el rebano integro, todos los Dendarii ahora, extendido a sus espaldas. Veamos, penso Miles, el Flautista de Hamelin llevo a todas las ratas al rio — miro hacia atras — y a todos los ninos a una montana de oro. ?Que hubiera hecho si las ratas y los ninos hubieran estado inextricablemente mezclados?
18
Miles se reclino en un sofa relleno de liquido, en la sala de observacion de la refineria, y contemplo las profundidades de un espacio ya no vacio. La flota dendarii brillaba y fulguraba, suspendida en el vacio junto a la estacion, como una constelacion de hombres y naves.
De nino, en su dormitorio de Vorkosigan Surleau — donde pasaba los veranos —, habia tenido un movil de naves de guerra espaciales, clasica artesania militar barrayarana, mantenidas en un orden cuidadosamente equilibrado por hilos casi invisibles, de gran resistencia. Hilos invisibles. Lanzo un soplido hacia los ventanales de cristal, como si pudiera hacer que las naves Dendarii girasen y bailaran.
Diecinueve naves de guerra y mas de 3.000 hombres entre tropas y tecnicos. «Mio», probo a decir, como experimento, «todo mio», pero la frase no le produjo una conveniente sensacion ed triunfo; se sentia mas como un blanco.
En primer lugar,no era verdad. La propiedad real de aquel capital de millones de dolares betanos en equipo era una cuestion de asombrosa complejidad. Habia llevado cuatro dias integros de negociaciones resolver los «detalles» que habia mencionado, como de paso, en el muelle de desembarco. Habia ocho capitanes-propietarios independientes, ademas de Oser, quien tenia la posesion personal de ocho naves. Casi todos tenian acreedores. Por lo menos el diez por ciento de «su» flota resulto ser propiedad del First Bank de Jackson?s Whole, famoso por sus cuentas numeradas y sus discretos servicios; hasta donde pudo saber, Miles contrinuia ahora al mantenimiento del juego clandestino, el espionaje industrial y el comercio de esclavas blancas de un extremo a otro del nexo del agujero de gusano. Parecia que era no tanto el dueno de los Mercenarios Dendarii sino, mas bien, su principal empleado.
La propiedad del
Tan solo el inventario era suficiente para empantanar la mente de Miles, y cuando llegara el momento de clasificar y ordenar los contratos del personal… su estomago le doleria, si todavia podia. Antes de que llegara Oser, los Dendarii tenian derecho a una considerable ganancia, a partir del contrato feliciano. Ahora, la ganancia de 200 debia ser repartida para mantener a 3.000.