— Dificilmente, ya conoces su falta de entusiasmo por lo militar. Asesinos a sueldo, nos llamo una vez; casi lo primero que me dijo. — Parecia recordar con carino.

Miles sonrio a pesar de si mismo.

— ?Te dijo eso realmente?

Lord Vorkosigan sonrio a su vez.

— Oh, si, pero se caso conmigo de todas formas, asi que quizas no lo decia de verdad. — Se puso mas serio —. Es verdad, sin embargo. Si yo tenia alguna duda sobre tus posibilidades como oficial — Miles se puso rigido en su interior —, era quizas en esa area. Matar a un hombre ayuda si primero puedes apartar su rostro. Un habil truco mental, facil para un soldado. No estoy seguro de que tengas la estrechez de vision requerida, no puedes evitar ver a tu alrededor; eres como tu madre, siempre tienes esa claridad de vision en tu cabeza.

— Nunca le tuve por estrecho, senor.

— Ah, es que perdi la mana, por eso entre en la politica. — Lord Vorkosigan sonrio, pero la sonrisa se desvanecio —. A tus expensas, me temo.

La observacion activo un doloroso recuerdo.

— Senor — pregunto Miles dubitativamente —, ?es por eso que jamas se esforzo por alcanzar el Imperio como todo el mundo esperaba? Porque el heredero era… — Un gesto vago referido a su cuerpo implicaba tacitamente el termino prohibido, «deforme».

Las cejas de lord Vorkosigan se juntaron. Su voz cayo repentinamente hasta casi ser un susurro, lo que sobresalto a Miles.

— ?Quien ha dicho eso?

— Nadie — respondio nerviosamente Miles.

Su padre se levanto de golpe de la silla y se paseo enojado por todo el cuarto.

— Nunca permitas a nadie decir eso — susurro —, es un insulto para el honor de ambos. Le di mi juramento a Ezar Vorbarra en su lecho de muerte de servir a su nieto, y eso es lo que he hecho. Punto. Fin de la discusion.

Miles sonrio apaciguadoramente.

— No estaba discutiendo.

Lord Vorkosigan miro alrededor y dejo escapar una breve risa.

— Perdona, pusiste el dedo en la llaga. No es culpa tuya. — Volvio a sentarse, nuevamente controlado —. Tu sabes lo que pienso del Imperio. El regalo de bautismo de la bruja, maldito. Trata de decirselo a ellos, sin embargo… — Sacudio la cabeza.

— Gregor seguramente no puede sospechar que alientes ambicion. Has hecho mas que nadie por el: durante la pretension de Vordarian, la Tercera Guerra Cetagandana, la rebelion de Komarr… Hoy ni siquiera estaria aqui.

Lord Vorkosigan hizo una mueca.

— Gregor esta en un estado mental mas bien sensible en este momento. Acaba de llegar al poder pleno, y puedo jurar que es un verdadero poder, y esta ansioso por probar sus limites, despues de dieciseis anos de ser gobernado por lo que el en privado llama «los viejos excentricos». No tengo deseos de erigirme en blanco suyo.

— Oh, vamos, Gregor no es tan desleal.

— Ciertamente que no, pero esta bajo muchas presiones nuevas, de las que ya no puedo protegerle. — Se interrumpio con un ademan de cerrar el puno —. Precisamente, planes alternativos. Lo que nos lleva, espero, nuevamente a la pregunta original.

Miles se restrego el rostro cansadamente, presionando sus ojos con los dedos.

— No se, senor.

— Podrias pedirle a Gregor una orden imperial — dijo lord Vorkosigan con un tono neutro.

— ?Que? ?Empujarme a la fuerza al servicio? ?Por el tipo de favoritismo politico con el que has estado en desacuerdo toda tu vida? — Miles suspiro —. Si debia ingresar de esa manera, tendria que haberlo hecho de entrada, antes de fallar en los examenes. Ahora, no. No.

— Pero tienes demasiado talento y energia para malgastarlos en el ocio — insistio encarecidamente lord Vorkosigan —. Hay otras formas de servicio. Queria darte una o dos ideas, solo para que lo pienses.

— Adelante.

— Oficial o no, algun dia seras conde Vorkosigan. — Alzo una mano al tiempo que Miles abria su boca para objetar —. Algun dia. Inevitablemente ocuparas un lugar en el gobierno, siempre que no haya una revolucion u otra catastrofe social. Representaras nuestro ancestral distrito; un distrito que, francamente, ha sido vergonzosamente descuidado. La reciente enfermedad de tu abuelo no es la unica razon. He estado ocupado por los apremios de otro trabajo y, antes de eso, ambos nos dedicamos a la carrera militar.

Cuentamelo a mi, penso Miles penosamente.

— El resultado final es que hay mucho trabajo que hacer aqui. Ahora bien, con un poco de entrenamiento legal…

— ?Abogado? — dijo Miles, espantado —. ?Quieres que sea abogado? Eso es tan malo como ser sastre…

— ?Como? — pregunto lord Vorkosigan, sin entender la relacion.

— No importa. Algo que dijo el abuelo.

— En realidad, no habia pensado mencionarle la idea a tu abuelo. — Lord Vorkosigan se aclaro la garganta —. Pero con un poco de conocimiento de las leyes del gobierno, pense que podrias representar a tu abuelo en el distrito. El gobierno jamas fue todo guerra, ni siquiera en la Epoca del Aislamiento, ya lo sabes.

Suena como si lo hubieras estado pensando durante mucho tiempo, penso Miles resentido. ?Creiste realmente alguna vez que podria alcanzar la calificacion, padre? Miro a lord Vorkosigan mas dudosamente aun.

— ?Hay algo que no este diciendome, senor. Sobre su… salud, o algo?

— Oh, no — le aseguro lord Vorkosigan —. Aunque en mi clase de trabajo uno nunca sabe que pasa de un dia para otro.

Me pregunto, penso cautamente Miles, que mas esta pasando entre mi padre y Gregor. Tengo la incomoda sensacion de estar enterandome del diez por ciento de la verdadera historia…

Lord Vorkosigan resoplo y sonrio.

— Bien. Estoy impidiendo tu descanso, que a estas alturas necesitas. — Se levanto.

— No tengo sueno, senor.

— ?Quieres que te consiga algo que te ayude…? — Lord Vorkosigan ofrecio con cautelosa ternura.

— No, tengo algunos calmantes que me dieron en la enfermeria. Dos de ellos y estare nadando a camara lenta. — Miles hizo con las manos una imitacion de patas de rana y puso los ojos en blanco.

Lord Vorkosigan saludo y se retiro.

Miles se recosto y trato de recapturar a Elena en su imaginacion, pero el frio soplo de realidad politica que entro con su padre marchito sus fantasias, como la escarcha fuera de estacion. Se incorporo y fue hasta el cuarto de bano arrastrando los pies para buscar una dosis de la medicina de camara lenta.

Dos pildoras y un trago de agua. Todas ellas — susurraba algo en el fondo de su mente — y podrias llegar a la pausa total… Coloco nuevamente el frasco casi lleno en el estante, con un golpe.

Desde el espejo del bano, sus ojos le devolvieron un mudo centelleo.

— El abuelo tiene razon; el unico modo de hundirse es peleando.

Volvio a la cama para revivir su momento de error en la pared, en un circuito interminable, hasta que el sueno le libro de si mismo.

3

Miles fue despertado en una luz gris opaca por un sirviente que, con temor, le llamaba tocandole el hombro.

— ?Lord Vorkosigan? ?Lord Vorkosigan? — murmuraba el hombre.

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