— ?Es suficiente?

— Si, esta bien. — Lo corto en su palma, frio y sedoso como agua, y lo apreto entre los dedos —. Gracias.

Elena sacudio la cabeza.

— Loco… — El anhelo asomo en su rostro —. ?Eso apacigua los espectros?

— Eso dicen — respondio amablemente Miles —. Hare una ofrenda apropiada, le doy mi palabra. — Inhalo profundamente —. Y, como le ha dado mi palabra, no la molestare mas. Excuseme, senora. Ambos tenemos nuestros deberes.

— Senor.

Atravesaron el tubo flexible hacia el Triumph y cada uno siguio su camino. Pero la mujer de Escobar miro atras, por encima del hombro.

— Estas equivocado, hombrecito — dijo lentamente —, creo que vas a molestarme por mucho tiempo todavia.

A continuacion busco a Arde Mayhew.

— Me temo que nunca pude hacerte el bien que me propuse — se disculpo Miles —. Me las he arreglado para encontrar a un capitan feliciano que va a comprar la RG 132 como carguero de cabotaje. Ofrece diez centavos por dolar, pero es dinero en efectivo. He pensado que podriamos liquidarla.

— Al menos es un retiro honorable — suspiro Mayhew —. Mejor que dejar que Calhoun la rompa en pedazos.

— Salgo manana para casa, via Colonia Beta. Podria dejarte alli, si quieres.

Mayhew se encogio de hombros.

— No hay nada para mi en Colonia Beta. — Miro a Miles con mas agudeza —. ?Y que hay con todo ese asunto del juramento? Crei que estaba trabajando para ti.

— Yo… no creo realmente que te adaptes en Barrayar — dijo prudentemente Miles. El oficial piloto no debia seguirle a casa. Betano o no, el pantano mortal de la politica barrayarana podria tragarselo sin una sola burbuja, en el remolino del hundimiento de su senor —. Pero, desde luego, tendrias uun sitio con los Mercenarios Dendarii. ?Que rango te gustaria?

— No soy soldado.

— Podrias volver a entrenarte. Algo en la parte tecnica. Y seguramente necesitaran pilotos para viajes por debajo de la velocidad de la luz y para las lanzaderas.

Mayhew fruncio el ceno.

— No se… Conducir una lanzadera y todo eso fue siempre el trabajo menor, algo que uno hacia para llegar a saltar. No creo que quiera estar tan cerca de las naves; seria como estar hambriento, parado fuera de la panaderia sin dinero para entrar a comprar. — Parecia bastante deprimido.

— Hay otra posibilidad.

Mayhew alzo las cejas en atenta interrogacion.

— Los Mercenarios Dendarii saldran a buscar trabajo por los limites del sistema. Las RG 132 nunca fueron contabilizadas en su totalidad; es posible que aun haya una o dos oxidadas opr ahi; en alguna parte. El capitan feliciano estaria dispuesto a alquilar la RG 132, aunque fuera por muy poco dinero. Si pudieras encontrar y salvar un para de varas Necklin…

La espalda de Mayhew emergio de un hundimiento que parecia definitivo.

— Yo no tengo tiempo de ir a buscar repuestos por toda la galaxia — continuo diciendo Miles —. Pero si aceptas ser mi agente, autorizare a Baz a suministrar fondos para comprarlas, si encuentras alguna, y para que las envie aqui en una nave. Como una pesquisa, digamos. Igual que Vorthalia el Audaz a la busqueda del cetro perdido del emperador Xian Vorbarra. — Por supuesto, en la leyenda, Vorthalia jamas encontro el cetro…

— ?De veras? — El rostro de Mayhew resplandecio de esperanza —. Es una apuesta arriesgada, pero supongo que remotamente posible…

— ?Eso es espiritu! Impulso hacia delante.

Mayhew resoplo.

— Tu impulso hacia delante algun dia va a llevar a todos tus seguidores a un precipicio. — Se detuvo y comenzo a sonreir —. Cuando esten cayendo, los vas a convencer a todos de que pueden volar. — Se puso los pulgares en las axilas y meneo ligeramente los codos —. Guieme, mi senor, estoy aleteando tan fuerte como puedo.

La darsena, con todas sus luces secundarias apagadas, producia la ilusion de una noche en el inalterable tiempo del espacio. Las unicas luces que seguian encendidas arrojaban una iluminacion opaca, como tremulos charcos de mercurio, que permitia solo una vision sin color. Los ruidos de la carga, leves golpeteos y rechinamientos se amoldaban al silencio, y las voces se amortiguaban a si mismas.

El piloto correo feliciano sonrio cuando el ataud de Bothari paso a sus espaldas y se perdio en el tubo flexible.

— Cuando se ha reducido e equipaje hasta practicamente una sola muda interior, parece excesivamente llamativo cargar eso.

— Todo desfile necesita un estandarte — observo Miles con aire ausente, indiferente a la opinion del piloto.

El piloto, como la nave, era meramente un prestamo cortes del general Halify. El general se habia mostrado reticente a autorizar el gasto, pero Miles habia sugerido que si su partida perentoria a Colonia Beta no le llevaba a tiempo para asistir a una misteriosa cita, los Mercenarios Dendarii podrian verse forzados a buscar su proximo contrato con el mejor postor que apareciera alli en el espacio local de Tau Verde. Halify lo habia meditado solo muy brevemente antes de apresurarse a acelerar la partida.

Miles estaba ansioso por irse antes de que empezaran las actividades que denotaban el inicio de un nuevo ciclo diurno. Ivan Vorpatril aparecio portando cuidadosamente una maleta cuyo volumen, nuy seguramente, no se habia malgastado en ropas. Las rayas en la explanada de la darsena, puestas para ayudar en las complejas maniobras de carga y descarga, formaban palidas paralelas. Ivan pestaneo y camino en linea hacia ellas con dignificada precision, solo ligeramente estropeada por una inclinacion que lo antecedia como un equinoccio. Se puso al pairo junto a Miles.

— Que boda… — suspiro alegremente —. Para haber sido improvisado en medio de la nada, tus Dendarii propusieron todo un banquete. El capitan Auson es un tipo esplendido.

Miles sonrio con frialdad.

— Ya supuse que vosotros dos os llevariais bien.

— Desapareciste en medio de la fiesta, tuvimos que empezar a brindar sin ti.

— Queria estar con vosotros — dijo sinceramente Miles —, pero tenia muchas cosas de ultima hora que resolver con el comodoro Tung.

— Es una lastima. — Ivan sofoco un eructo, miro entonces a la darsena y murmuro —: Ahora bien, puedo entender que quieras llevar a una mujer, dos semanas encerrado y todo eso, pero ?tenias que elegir a una que me produjera pesadillas?

Miles siguio la direccion de los ojos de Ivan. Elli Quinn, escoltada por el cirujano de Tung, encaminaba hacia ellos su lento y ciego andar. El gris y blanco de su ropa delineaba el cuerpo de la joven atletica, pero, del cuello para arriba, la muchacha era un mal sueno de alguna raza extrana. La calva uniformidad del bulbo rosado de la cabeza estaba interrumpida por el negro agujero de la boca, dos hendiduras encima del mismo donde debiera estar la nariz y un punto a cada lado marcando las entradas a los canales auditivos; solo el derecho seguia edjando pasar el sonido a su oscuridad. Ivan se estremecio incomodo y desvio la mirada.

El cirujanos de Tung llevo aparte a Miles para darle instrucciones de ultima hora, referentes al cuidado de Elli durante el viaje, asi como algunos estrictos consejos para que el mismo se ocupase de su estomago aun convaleciente. Miles dio unas palmaditas en la petaca que llevaba en la cintura, ahora llena de un medicamento, y juro fielmente beber 30 centimetros cubicos cada dos horas. Puso la mano de la marcenaria sobre su propio brazo y se puso de puntillas para decirle al oido:

— Ya esta todo listo. Proxima parada, Colonia Beta.

La otra mano de la joven se movio en el aire y encontro luego el rostro de Miles. Su danada lengua trato de formar palabras en la rigida boca; al segundo intento, Miles las interpreto correctamente como «Gracias,

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