despilfarre, tenlo presente. Y seguiras trabajando para mi, despues de todo.

Baz parecio aliviado.

— Oh… Usted volvera, entonces. Crei… No importa. ?Cuando estara de vuelta, mi senor?

— Te volvere a ver en cualquier momento — dijo Miles vagamente. En cualquier momento, nunca… —. Esa es otra cosa. Quiero que abandones el espacio local de Tau Verde. Elige cualquier direccion lejos de Barrayar y ve alli. Busca trabajo al llegar, pero vete pronto. Los Mercenarios Dendarii ya han tenido bastante de esta guerra tan confusa. Es malo para la moral cuando se hace dificil recordar para que lado se esta trabajando esta semana. Tu proximo contrato deberia tener objetivos claramente definidos, que transformen a ese manojo heterogeneo en una fuerza unica, bajo tu mando. No mas comites de guerra. Confio en que sus puntos flacos hayan quedado ampliamente demostrados.

Miles continuo con las intrucciones y los consejos hasta que empezo a sonar como un Polonio enano a sus propios oidos. No habia manera de que pudiera preveer todas las contingencias. Cuando llega el momento de saltar a ciegas, que uno tenga los ojos abiertos o cerrados, o que grite o no durante la caida, no supone ninguna diferencia practica.

El corazon se le encogia ante la proxima entrevista, mas aun de lo que se le habia encogido con la que acababa de tener, pero se obligo a llevarla a cabo, de todas maneras. Encontro a la tecnica trabajando en el microscopio electronico, en la seccion de reparaciones del Triumph. Elena Visconti fruncio el ceno cuando Miles le hizo un gesto de invitacion, pero le paso el trabajo a su asistente y se acerco lentamente adonde Miles se encontraba.

— ?Senor?

— Recluta Visconti. Senora, ?podemos dar un paseo?

— ?Para que?

— Solo para hablar.

— Si es lo que creo, mejor ahorrese el aliento. No puedo dirigirme a ella.

— No me siento mas comodo que usted al querer hablar de todo esto, pero es una obligacion que no puedo eludir honorablemente.

— Me he pasado dieciocho anos tratando de enterrar lo que ocurrio en Escobar. ?Debo rastrear en ello otra vez?

— Es la ultima vez, se lo prometo. Me voy manana. La Flota Dendarii se ira luego, muy pronto. Todas las personas que tienen contratos breves seran desembarcadas en la estacion Dalton, donde podra tomar una nave a Tau Ceti o adonde quiera. Supongo que ira a casa, ?no?

La mujer se alineo de mala gana junto a el y caminaron por el pasillo.

— Si, mis empleadores se quedaran sin duda sorprendidos al ver todo el dinero que me adeudan.

— Yo le debo algo por mi parte. Baz dice que usted estuvo sobresaliente en la mision.

Se encogio de hombros.

— No fue nada complicado.

— No se referia solo a su talento tecnico. Como sea, no quiero dejar a Elena, mi Elena, asi, en el aire, ?comprende? Debe tener al menos algo con que reemplazar lo que se le ha quitado. Una pequena migaja de consuelo.

— Lo unico que ella perdio fue un poco de ilusion. Y creame, almirante Naismith, o lo que sea usted, todo lo que yo podria darle es otra ilusion. Tal vez si no se pareciera tanto a el… De todas formas, no quiero que me ande rondando no asomandose por mi puerta.

— De lo que sea que el sargento Bothari haya sido culpable, con toda seguridad ella es inocente.

Elena Vsiconti se froto la frente con el dorso de la mano, cansadamente.

— No estoy diciendo que usted no tenga razon. Solo estoy diciendo que no puedo. Para mi, ella irradia pesadillas.

Miles se mordio suavemente el labio. Salieron del Triumph por el tubo flexible y caminaron por la darsena silenciosa. Apenas unos pocos tecnicos estaban ocupados alli en algunas tareas menores.

— Una ilusion… — musito Miles —. Se podria vivir un largo tiempo con una ilusion. Quizas, toda una vida, si se es afortunado. ?Seria tan dificil intentar solo unos dias, unos pocos minutos, en realidad, de actuacion? Yo voy a tener que usar parte de los fondos Dendarii para pagar una nave destruida y para comprarle un rostro nuevo a una mujer, de todos modos. Podria pagarle a usted muy bien por su tiempo.

Al ver la repulsion que asomo en la cara de la mujer, lamento de inmediato haber dicho esas palabras; aunque la mirada que Elena Visconti le dirigio fue finalmente ironica, pensativa.

— Esa chica realmente le interesa, ?no?

— Si.

— Pensaba que ella se entendia con su jefe de maquinas.

— Me conviene.

— Perdon por mi lentitud, pero no alcanzo a computar eso.

— Asociarse conmigo podria resultarle fatal, adonde voy a dirigirme ahora. Prefiero que vaya en la direccion opuesta.

La darsena siguiente estaba activa y bulliciosa debido a la carga de una nave feliciana con lingotes de raros metales vitales para la industria belica del pais. La eludieron y buscaron otro pasillo tranquilo. Miles se descubrio jugueteando con la chalina en su bolsillo.

— ?Sabe? El sargento sono con usted durante dieciocho anos — dijo de pronto. No era eso lo que queria decir —. Tenia esa fantasia, que usted era su esposa con todos los honores. Sostuvo eso con tanto ahinco que creo que fue real para el, al menos parte del tiempo. Asi es como logro que fuera tan real para Elena. Uno puede tocar las alucinaciones. Las alucinaciones pueden tocarlo a uno, incluso.

La mujer de Escobar, palida, se detuvo para apoyarse contra la pared. Miles saco la chalina de su bolsillo y la estrujo ansiosamente entre sus manos; tuvo el absurdo impulso de ofrecersela a ella, Dios sabria para que… ?a modo de palangana?

— Lo siento — dijo Elena entonces —. Pero solo pensar que me haya estado manoseando en su retorcida imaginacion todos estos anos me descompone.

— El no fue nunca una persona facil… — empezo a decir Miles tontamentey se interrumpio. Se paseo, frustrado. Dos pasos, media vuelta, dos pasos. Entonces, trago una bocanada de aire y se arrodillo de golpe frente a la mujer —. Senora, Konstantine Bothari me envia para pedir su perdon por los males que le hizo. Reservese su venganza, si lo desea, esta en su derecho, pero dese por satisfecha — le imploro —. Deme al menos una ofrenda mortuoria para incinerar por el, una prenda. En esto, le ayudo a el como mediador por mi derecho como su senor, como su amigo y porque fue para mi la mano de un padre, protegiendome toda mi vida como a un hijo.

Elena Visconti se respaldo contra la pared como si estuviese arrinconada. Miles, todavia hincado sobre una rodilla, retrocedio un paso y se encogio sobre si mismo, como si quisera aplatar toda huella de orgullo y coaccion contra la cubierta.

— Maldita sea si no estoy empezando a creer que usted es tan raro como… Usted no es betano — murmuro ella —. Oh, levantese. ?Se imagina si alguien viniera por aqui?

— No, hasta que me de una ofrenda mortuoria — respondio Miles con firmeza.

— ?Que quiere de mi? ?Que es una ofrenda mortuoria?

— Algo de uno, algo que uno incinera para la paz del alma del muerto. A veces, uno lo quema por amigos o familiares y, a veces, por las almas de los enemigos muertos, para que no vuelvan a acosarte. Un mechon de cabello serviria. — Se paso la mano por un pequeno claro en su propia coronilla —. Esto representa a veintidos pelianos muertos el mes pasado.

— ?Es alguna supersticion local?

Encogio los hombros con un gesto desvalido.

— Supersticion, costumbre… Siempre me habia considerado un agnostico, es solo que ultimamente he… sentido la necesidad de que los hombres tengan almas. Por favor, no la molestare nunca mas.

Ella resoplo con exasperacion.

— Esta bien, esta bien; deme ese cuchillo que lleva en el cinturon, entonces. Pero levantese.

Se levanto y le entrego la daga de su abuelo. La mujer se corto un pequeno mechon.

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