Ivan evito huir despavorido.
— Tu padre. Todo el mundo sabe eso. Todo el mundo sabe tambien que no tocaria el Imperio ni con un palo, ?y que? Esto es bastante descabellado, Miles.
— ?Puedes pensar alguna otra teoria que explique mejor los hechos?
— Seguro — dijo Ivan, continuando alegremente el papel de abogado del diablo —. Facil. Quizas el pergamino iba dirigido a otra persona. Dimir se lo llevo, razon por la cual no ha aparecido aqui. ?Alguna vez has oido hablar de la Navaja de Occam, Miles?
— Eso suena mas simple, hasta que empiezas a pensar en ello. Ivan, escucha. Recuerda las circunstancias exactas de tu partida a medianoche de la Academia Imperial y de ese despegue al amanecer. ?Quien firmo tu salida? ?Quien vio que te ibas? ?De quien sabes, con seguridad, que sepa donde estas ahora exactamente? ?Por que no te dio mi padre ningun mensaje personal para mi… o mi madre o el capitan Illyan? — Su voz se hizo insistente —. Si el almirante Hessman te llevara a algun sitio alejado, aislado, en este mismo momento, y te ofreciera un vaso de vino con sus propias manos, ?te lo beberias?
Ivan se quedo en silencio un momento, pensativo, mirando afuera, hacia la Flota Dendarii de Mercenarios Libres.
Cuando se volvio hacia Miles, su rostro estaba penosamente sombrio.
— No.
19
Los encontro finalmente en el comedor de la tripulacion del
Sentados, las cabezas cerca, uno frente a otro. La mano de Baz se apoyaba en la mesa pequena, con la palma hacia arriba. Los hombros de Elena estaban encogidos y sus manos estrujaban una servilleta en su regazo. Ninguno de los dos parecia feliz.
Miles aspiro profundamente, ajusto con cuidado su expresion para lograr un aire de buen humor benevolente y se acerco a ellos lentamente. Ya no sangraba en su interior, le habia asegurado el cirujano. No podria demostrarlo ahora.
— Hola.
Ambos alzaron la vista. Elena, todavia encorvada, le disparo una mirada de resentimiento. Baz respondio con un vacilante y desanimado «?mi senor?» que, de hecho, hizo sentirse a Miles muy pequeno. Reprimio el impulso de dar media vuelta y deslizarse por debajo de la puerta.
— He estado pensando en lo que me dijisteis — empezo Miles, apoyandose en una mesa vecina con una pose de indiferencia —. Los argumentos me parecieron de mucho sentido, cuando finalmente me puse a examinarlos con detenimiento. He cambiado de opinion. Por si sirve de algo, teneis mi bendicion.
La cara de Baz se ilumino de sincero jubilo. La postura de Elena se abrio como una azucena en un mediodia repentino, y tan repentinamente se cerro otra vez. Las cejas arqueadas reflejaron su perplejidad. Le miro directamente, se dijo Miles, por primera vez en dos semanas.
— ?De verdad?
Contesto con una sonrisa entrecortada.
— De verdad. Y tambien vamos a satisfacer todas las formalidades de etiqueta. Lo unico que se requiere es un poco de ingenuidad.
Saco del bolsillo una chalina de color, que habia llevado en secreto para la ocasion, y camino hasta quedar junto a Baz.
— Empezaremos con el pie derecho esta vez. Imagina, si quieres, que esta banal mesa de plastico, sujeta al suelo delante de ti, es un balcon iluminado por las estrellas, con un ventanal enrejado del que cuelgan esas florecitas con largas espinas puntiagudas que pican como el fuego: detras de la cual se oculta, adecuada y convenientemente, el anhelo de tu corazon. ?Ya esta? Ahora… hombre de armas Jesek, hablando como tu senor, tengo entendido que tienes una peticion.
Los gestos de pantomima de Miles le dieron pie al ingeniero de maquinas. Baz se reclino con una sonrisa y desempeno su papel.
— Mi senor, solicito su permiso y su amparo para desposar a la primogenita del hombre de armas Kosntantine Bothari, con el fin de que mis hijos puedan tambien serviros.
Miles levanto la cabeza y sonrio.
— Ah, bien, ambos hemos estado viendo los mismos videos dramaticos, al parecer. Si, ciertamente, hombre de armas; que tus hijos me sirvan tan bien como tu. Enviare a la Baba.
Doblo en triangulo la chalina y se la puso en la cabeza. Inclinado como si se apoyara en un baston imaginario, cojeo artriticamente hasta ponerse junto a Elena, murmurando en un cascado falsete. Una vez alli, se quito la chalina y retomo el papel de senor y guardian de Elena, interrogando sin tregua a la vieja Baba, la casamentera, en cuanto a la conveniencia del pretendiente al que representaba. La vieja fue enviada de vuelta dos veces ante el senor y comandante de Baz, para controlar personalmente y garantizar: a)sus perspectivas de continuidad en el trabajo, y b) su higiene personal y ausencia de piojos.
Mascullando obscenas imprecaciones como una viejecita, la Baba volvio finalmente al lado de la mesa en el que estaba Elena para concluir el tramite. Para entonces, Baz estaba desencajado de risa ante los chistes barrayaranos que Miles incluia en el discurso y Elena, por fin, sonreia tambien con los ojos. Cuando su payasada termino y la ultima formula quedo mas o menos cumplida, Miles engancho una tercera silla a las sujeciones del suelo y se dejo caer en ella.
— ?Uf! No es raro que esta costumbre se este extinguiendo. Es agotadora.
Elena sonrio.
— Siempre tuve la impresion de que tratabas de ser tres personas. Tal vez hayas encontrado tu vocacion.
— ?Que? ?Espectaculos unipersonales? Ya he tenido bastantes ultimamente para el resto de mi vida. — Miles suspiro, y se puso serio —. Podeis consideraros correcta y oficialmente comprometidos, en todo caso. ?Cuando teneis pensado formalizar la boda?
— Pronto — contesto Baz.
— No estoy segura — dijo Elena.
— ?Puedo sugerir que esta noche?
— ?Por que, por que…? — balbuceo Baz. Busco a su dama con la mirada —. Elena, ?podriamos?
— Yo… — Ella busco el rostro de Miles —. ?Por que, mi senor?
— Porque quiero bailar en vuestra boda y llenaros la cama de trigo y arroz, si puedo encontrar algo en este puesto espacial rodeado de tinieblas. Vosotros podriais conseguir grava, de eso hay mucho por aqui. Me voy manana.
Tras palabras no deberian ser tan dificiles de entender…
— ?Que? — grito Baz.
— ?Por que? — repitio Elena en un susurro de conmocion.
— Tengo algunas obligaciones que cumplir — respondio Miles, encogiendose de hombros —. Esta Tav Calhoun, a quien hay que pagar, y… el entierro del sargento. Y, muy probablemente, el mio…
— No tienes que ir en persona, ?no? — protesto Elena —. ?No puedes mandar un giro a Calhoun, y enviar el cadaver? ?Por que volver? ?Que hay alli para ti?
— Los Mercenarios Dendarii — dijo Baz —, ?como van a funcionar sin usted?
— Espero que funcionen bien, porque te he nombrado a ti, Baz, como su comandante, y a ti, Elena, como segundo comandante… y aprendiz. El comodoro Tung sera el jefe del estado mayor. ?Comprendes eso, Baz? Os encaargo a ti y a Tung, juntos, la preparacion de Elena; y espero que sea la mejor.
— Yo… yo… — tartamudeo el maquinista —. Mi senor, el honor… Yo no podria…
— Descubriras que puedes, porque debes. Y por otra parte, una dama deberia tener una dote digna de ella. Para eso es para lo que sirve una dote, a fin de cuentas, para mantener a la novia. Esta mal que el novio la