un juego terrestre de ajedrez y un manoseado volumen de poesia hainesa. En un principio habia metido el collar con un zafiro entre todas estas cosas, pero durante la noche anterior, preocupado por el valor de la joya, habia cosido el zafiro dentro de un saquito de tela y se habia puesto al cuello la cadena de oro, entre la camisa y la capa, de modo que fuera tomada por un amuleto y que no pudiera perderse a menos que tambien se perdiera su cabeza.
Con su largo y recio dedo, Mogien fue siguiendo el contorno de los dos Continentes del Oeste, en la zona en que ambos se enfrentaban: el lejano sur de Angien, con sus dos profundos golfos y un promontorio extenso entre ambos, avanzando hacia el sur, enfrente, al otro lado del canal, el cabo mas septentrional del Continente Sudoeste, al que Mogien denomino Fiern.
— Estamos aqui — dijo Rocannon, y coloco una espina del pescado de su cena en la extremidad del promontorio.
— Y aqui, si es que estos patanes que se alimentan de pescado dicen la verdad, esta el castillo llamado Plenot — Mogien apunto con una segunda espina un lugar situado a poco mas de un centimetro hacia el este del primero y admiro el conjunto. —. Desde el aire asi es como se ve una torre. Cuando regrese a Hallan enviare a cien hombres con sus monturas para que observen la tierra desde arriba, y a partir de sus dibujos esculpiremos en piedra una gran figura de todo el Angien. Bien, en Plenot habra naves; tal vez las naves de aqui, de Tolen, junto a las de alla. Hubo una contienda entre estos dos pobres senores y por eso Tolen ahora esta llena de viento y noche. Asi se lo ha dicho el viejo a Yahan.
— ?Querra Plenot prestamos las naves?
— Plenot no nos prestara nada. El Senor de Plenot es un Errante.
Dentro del complejo codigo de relaciones entre los dominios Angyar, esto significaba que era un senor rechazado por los demas, un fuera de la ley, no ligado por las reglas de hospitalidad, represalia o restitucion.
— Solo tiene dos bestias aladas — continuo Mogien, y comenzo a descenir su tahali —. Y, segun dicen, su castillo ha sido construido de madera.
A la manana siguiente, mientras volaban en el viento hacia dicho castillo de madera, un guardia los diviso casi al mismo tiempo que ellos divisaron la torre. Las dos bestias aladas del castillo estuvieron prontamente en el aire, circundando la torre, mientras los arcos asomaban en ventanas y troneras. Era comprensible que un Senor Errante no aguardara amigos. Rocannon comprendio tambien en ese momento por que los castillos Angyar estaban abovedados: esto los protegia de cualquier ataque aereo, aunque los convirtiera en oscuras cavernas por dentro. Plenot era una plaza pequena, mas rustica aun que Tolen, sin aldea de normales a su alrededor, encaramada en un banco de negros pedrejones, sobre el mar. A pesar de todo, por pobre que fuera, la confianza de Mogien en la posibilidad de someter el lugar con solo seis hombres parecia excesiva. Rocannon. tanteo las correas de su montura y crispo el puno en la larga lanza de combate aereo que Mogien le asignara, renegando de su suerte y de si mismo. No era ese el campo propicio para las habilidades de un etnologo de cuarenta y tres anos.
Mogien, adelantandose en su negra bestia, blandio la lanza y profirio su girito de guerra. La montura de Rocannon bajo la cabeza y se precipito de lleno en el vuelo. Las alas subian y bajaban, enormes; el cuerpo robusto y gracil estaba tenso, estremecido por los poderosos latidos del corazon. A medida que el viento silbaba al pasar, el techo pajizo de la torre de Plenot, rodeada por dos grifos encabritados, parecia adelantarse para el choque final. Rocannon se agazapo sobre el lomo de su montura, con la Ianza presta para el ataque. Una plenitud, un viejo deleite crecia dentro de el, y sintio que subia la risa en su pecho mientras cabalgaba en el viento. Mas y mas se acercaban la torre oscilante y sus dos guardias alados, y, de pronto, Mogien emitio un alarido penetrante, en falsete, antes de arrojar su lanza cual centella de plata en el aire. El arma alcanzo de lleno el pecho de uno de los caballeros; las correas de la montura se rompieron con la fuerza del impacto y el cuerpo del enemigo describio, sobre la grupa del animal, un arco inacabable, lento, que fue a terminar casi cien metros mas abajo en las rompientes que blanqueaban la roca. Mogien dejo de lado a la bestia sin caballero y abrio combate contra el otro guardia, en una pelea cuerpo a cuerpo, intentando asestar un golpe de espada a la de su oponente, que no la utilizaba como arma arrojadiza, sino en amagos de punzadas y quites. Los cuatro normales, montados en sus bestias blancas y grises, rondaban como terribles palomos, listos para brindar ayuda, pero sin intervenir en la pelea de su senor, describiendo circulos lo bastante altos como para que los arqueros no tuviesen ocasion de atravesar la coraza de piel que protegia el vientre de sus monturas. Pero de pronto los cuatro profirieron su alarido de guerra y se mezclaron en la lucha. Por unos momentos solo hubo una confusion de alas blancas y brillos de acero suspendidos en el aire. De la confusion se desprendio una figura que parecia tratar de asirse en el aire, cambiando de posicion y con las extremidades laxas en busca de apoyo; por ultimo, choco contra el techo del castillo y se deslizo hasta caer al lecho rocoso.
Entonces Rocannon comprendio por que todos se habian unido a la lucha: el guardia habia quebrantado las reglas, hiriendo al animal en lugar del caballero. La montura de Mogien, con una de sus negras alas banada en roja sangre, se dirigia con esfuerzo, tierra adentro, hacia las dunas. Frente a el los normales perseguian a las dos bestias sin jinete, que seguian girando en torno al castillo, con la esperanza de alcanzar sus establos. Rocannon se encamino hacia los animales, hacia los techos del castillo. Vio como Raho capturaba una bestia con su lazo y, al mismo tiempo, sintio algo punzante en su pierna. Su salto espanto a su excitada montura; ante el duro tiron de riendas, el animal arqueo el lomo, y, por primera vez desde que comenzara a cabalgar, Rocannon se estremecio con sus giros y cabriolas en el aire, siempre por. encima del castillo. Las flechas volaban a su alrededor como una lluvia invertida. Los normales y Mogien, montado en una bestia de amarillos y grandes ojos, pasaron junto a el, entre gritos de guerra y risas. Aquietada, la montura de Rocannon siguio tras los demas.
— ?Coge esto, Senor de las Estrellas! — grito
Yahan, y un cometa de negra cola llego hasta el describiendo un arco. Cogio el objeto con un movimiento instintivo: era una antorcha resinosa, ardiente; luego se unio a los otros que, en vuelos rasantes, circundaban la torre para pegar fuego a sus techos pajizos y pilares de madera.
— Tienes una flecha en tu pierna izquierda — grito Mogien al pasar junto a Rocannon, que, con una carcajada estrepitosa, lanzo su antorcha hacia una ventana por la que asomaba un arquero —. ?Buen tiro! — vocifero Mogien, en tanto se dejaba caer a plomo sobre el techo de la torre para retomar altura en medio de una llamarada.
Yahan y Raho estaban de regreso con otro haz de antorchas humeantes, que habian encendido en las dunas, y las arrojaban donde quiera que velan paja o madera. La torre se estaba convirtiendo en una crepitante fuente de chispas; las bestias aladas, con la excitacion del continuo tirar de las bridas y con las chispas que rozaban sus pelajes al precipitarse contra la torre, rugian de modo espantoso. La lluvia de flechas habia cesado; un hombre aparecio, sigiloso, en el patio exterior, llevando en la cabeza lo que parecia un gran cuenco de madera y en la mano algo que Rocannon tomo en un primer momento por un espejo y, luego, advirtio que era un recipiente con agua. Tirando de las riendas de su bestia amarilla, que aun intentaba regresar a su establo, Mogien se precipito hacia el hombre y lo interpelo:
— ?Habla pronto! ?Mis hombres estan encendiendo otras antorchas!
— ?De que dominio, Senor?
— ?Hallan!
— ?El Senor Errante de PIenot solicita con humildad tiempo para apagar los fuegos, Senor de Hallan!
— A cambio de las vidas y los tesoros de los hombres de Tolen, se lo concedere.
— Sea — dijo el hombre, y sin soltar el cuenco de agua volvio al castillo. Los atacantes se plegaron hacia las dunas; desde alli observaron como la gente de Plenot organizaba una linea de cubos desde el mar. La torre ardio por entero, pero lograron mantener en pie los muros y el salon. Eran solo un par de docenas de individuos, incluidas las mujeres. Cuando se hubieron apaciguado las llamas, un grupo se adelanto, marchando sobre las rocas hacia las dunas. Al frente caminaba un hombre alto y delgado, con la tez oscura y los cabellos claros de los Angyar; por detras avanzaban dos soldados que aun se cubrian con sus yelmos de madera y, por ultimo. seis hombres y mujeres andrajosos de miradas timidas. El hombre alto elevo en sus manos el cuenco de arcilla lleno de agua.
— Soy Ogoren de Plenot, Senor Errante de este dominio.
— Yo soy Mogien, heredero de Hallan.
— Las vidas de la gente de Tolen son tuyas, Senor. — Senalo con la cabeza hacia el grupo de andrajosos —. No habia tesoros en Tolen.
— Habla dos grandes naves, Errante.