hombre en Angien o en el resto del mundo que hablara esa lengua.

El joven Angya sofreno a su inquieta montura. A sus espaldas, el Senor de las Estrellas miro profundamente y dijo:

— Regresemos a Hallan. Nada hay aqui… El animal volo por encima de las laderas humeantes.

— Senor Rokanan, si tu pueblo mantiene una guerra ahora, entre las estrellas, comprometo en vuestra defensa a las espadas de Hallan.

En tanto se mantenia cogido de la montura, el Senor de las Estrellas agradecio a Mogien su ofrecimiento. El viento agitaba los cabellos grisaceos del etnologo.

El largo dia habia transcurrido. El viento de la noche se filtraba a traves de las puertas de su habitacion en la torre del Castillo de Hallan, levantando chispas en el fuego del amplio hogar. Ya se aproximaba la estacion fria, el desasosiego de la primavera estaba en el viento. Cuando levanto la cabeza aspiro la dulce y mustia fragancia de los tapices de hierbas suspendidos de las paredes y la dulce y fresca fragancia de la noche en los bosques cercanos.

Una vez mas hablo por su transmisor:

— Aqui Rocannon. Habla Rocannon. ?Podeis contestarme? — Escucho el silencio del receptor durante largo rato, luego, una vez mas, sintonizo la frecuencia de la nave —. Aqui Rocannon…

Cuando se dio cuenta de que estaba hablando en voz baja, casi en un murmullo, ceso en sus intentos y corto la transmision. Habian muerto, todos, sus catorce companeros y amigos. Todos habian estado en Fomalhaut II durante la mitad de uno de los largos anos del planeta y, para ellos, esta habia sido la ocasion de comprobar datos y compararlos. Smate y su tripulacion habian viajado desde el Continente Este, recogiendo de camino a la dotacion del Artico, para reunirse alli con Rocannon, el director del Primer Estudio Etnografico, el hombre que los habia llevado a todos hasta alli. Y ahora estaban muertos.

Y su labor — todas esas notas, fotografias, cintas grabadas, todo lo que para ellos habria justificado su muerte — tambien se habia perdido, convertida en polvo junto con ellos, junto con ellos.

Rocannon sintonizo su transmisor en la onda de emergencia; pero no acciono el aparato. Hablar significaba solo senalar al enemigo que el era un sobreviviente. Se sento inmovil. Un golpe resono en su puerta; en la extrana lengua que en adelante deberia hablar, dijo:

— ?Adelante!

En el umbral estaba el joven Senor de Hallan, Mogien, que habia sido su mejor informante sobre la cultura y costumbres de la Especie II, y que ahora controlaba su destino. Como todos los de su pueblo, Mogien era alto, de cabellos claros y piel oscura; su hermoso rostro estaba disciplinado para mostrar una adusta calma, por entre la que, a momentos, se filtraba el relampago de poderosas emociones: ira, ambicion. Le acompanaba Raho, su sirviente Olgyior, que deposito una redoma amarilla y dos copas sobre un arcon, lleno las copas y se aparto. El heredero de Hallan hablo:

— Bebere contigo, Senor de las Estrellas.

— Y mi gente con la tuya y nuestros hijos lo haran juntos, Senor — repuso el etnologo, quien no habia vivido en nueve planetas exoticos distintos sin llegar a justipreciar el valor de los modales corteses. Ambos hombres cogieron sus copas de madera y plata para beber.

— La caja de palabras — dijo Mogien con una mirada hacia el aparato de radio — no hablara ya mas.

— No con las voces de mis amigos.

El rostro de Mogien, oscuro, no traslucia ningun sentimiento, pero prosiguio:

— Senor Rokanan, el arma que los mato esta mas alla de todo lo imaginable.

— La Liga de Todos los Mundos reserva estas armas para utilizarlas en la Guerra Futura. No contra nuestros propios mundos.

— ?Estamos, pues, en guerra?

— Creo que no. Yaddam, al que has conocido, permanecio en la nave; habria recibido nuevas sobre esto e inmediatamente me las habria transmitido. Tendriamos alguna advertencia. Esto debe de ser una rebelion contra la Liga. Habia brotes de rebelion en un planeta llamado Faraday cuando abandone Kerguelen y, segun el tiempo del sol, eso fue nueve anos atras.

— ?Esta pequena caja de palabras no puede hablar con la ciudad de Kerguelen?

— No; y aun cuando lo hiciera, llevaria ocho anos a las palabras llegar hasta alla y la respuesta tardaria otros ocho anos en volver a mi. — Rocannon hablaba con su habitual gravedad, sencilla y cortes, pero languidecia al explicar su exilio —. Recuerdas, sin duda, el transmisor instantaneo, la gran maquina que te he mostrado en la nave, que puede hablar al momento a otros mundos, sin perdida de anos: creo que estaban tras ese aparato. Solo fue mala suerte que mis amigos estuvieran todos en la nave. Sin el nada puedo hacer.

— Pero tu gente, tus amigos en la ciudad de Kerguelen, te llamaran por el transmisor Instantaneo y al no haber respuesta, vendran a ver…

Mogien considero la respuesta mientras Rocannon la articulaba:

— Dentro de ocho anos…

Despues de haber llevado a Mogien hasta la nave de estudio, y tras mostrarle el transmisor instantaneo, Rocannon le habia hablado tambien sobre el nuevo tipo de naves que podian ir de una estrella a otra instantaneamente.

— ?La nave que mato a tus amigos era una HL? — indago el guerrero Angyar.

— No. Era una nave tripulada. Hay enemigos aqui, en este planeta, ahora.

Mogien se hizo cargo de la situacion al recordar que Rocannon le habia dicho que ningun ser viviente podia tripular una nave HL y permanecer con vida; solo se las utilizaba como bombarderos-robot, armas que podian aparecer, atacar y desvanecerse, todo en un instante. Era una historia extrana, pero no tanto como la que Mogien sabia verdadera: aunque el tipo de nave en que Rocannon habia llegado tardara anos y anos en recorrer la noche entre los mundos, esos anos, a los hombres que tripulaban la nave, les habian parecido unas pocas horas. En la ciudad de Kerguelen, de la estrella Forrosul, aquel mismo hombre, Rocannon, habia hablado con Semley de Hallan y le habia devuelto su joya, el Ojo del Mar, casi medio centenar de anos antes. Semley, que habia vivido dieciseis anos en una noche, habia muerto mucho tiempo atras, su hija Haldre era una anciana mujer, y su nieto Mogien era ya un hombre; pero alli estaba Rocannon, que no era viejo. Aquellos anos habian pasado para el entre viajes estelares. Era muy extrano, pero se relataban cosas mas extranas aun.

— Cuando Semley, la madre de mi madre, viajo a traves de la noche… — comento Mogien, e hizo una pausa.

— Jamas hubo dama tan encantadora en todos los mundos — dijo el Senor de las Estrellas, su rostro menos apenado por un instante.

— El senor que la acogio con gentileza es bienvenido entre este pueblo — dijo Mogien —. Pero quiero saber, Senor, ?que nave la llevo a ella? ?Acaso sigue en poder de los gredosos? ?Posee un transmisor instantaneo como para que tu puedas avisar a tu pueblo sobre este enemigo?

Por un segundo Rocannon parecio tocado por un rayo; luego se tranquilizo.

— No — fue su respuesta —, no lo tiene; la nave fue entregada a los gredosos hace setenta anos; por entonces no existia la transmision instantanea; y no puede haber sido instalado luego, porque el planeta ha estado bajo Interdiccion desde hace cuarenta y cinco anos hasta hoy. Yo ocasione esa Interdiccion; luego de haberme encontrado con la Senora Semley, me he sentido obligado a intervenir. Fui a mi gente y les dije: «?Que estamos haciendo en ese mundo del que no sabemos nada? ?Por que les exigimos su dinero y, a cambio, les damos opresion? ?Que derecho tenemos?» Pero si todo hubiera quedado tal como estuvo hasta aquel momento, al menos alguien habria venido cada dos anos. No habria permanecido por entero a la merced de este invasor…

— ?Que puede querer de nosotros un invasor? — pregunto Mogien, no por modestia, sino por curiosidad.

— Quieren vuestro planeta, supongo. Vuestro mundo. Vuestra tierra. Quiza a vosotros mismos como esclavos. No lo se.

— Si los gredosos aun poseen esa nave, Rocannon, y si la nave puede ir a la ciudad, podrias utilizarla para volver junto a tu gente.

El Senor de las Estrellas lo observo durante un minuto.

— Supongo que podria hacerlo — respondio, y su tono era triste. Hubo silencio entre ellos durante un minuto mas y luego Rocannon hablo con pasion —: He traido a mi gente hasta aqui y ahora estan muertos. ?No huire ocho anos hacia el futuro, para encontrarme luego con lo que haya ocurrido! Escuchame, Senor Mogien, si

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