amo de las estrellas y de los caminos de la noche, sirviente de la Liga Mundial, huesped y amigo del Pueblo de Hallan. ?grande es el honor que ha de rendirsele! Conducidnos hasta quienes sean dignos de discutir con nosotros. ?Hay palabras que deberan ser dichas, porque pronto habra nieve en la estacion calida, y los vientos soplaran hacia atras y los arboles creceran con las raices hacia arriba y las copas enterradas!
«Es un verdadero deleite oir el modo de expresarse de los Angyar — penso Rocannon —, aunque no sea su tacto lo que mas descuella.»
Los gredosos mantenian un silencio cargado de dudas.
— ?Es verdad? — todos o uno de ellos pregunto por fin.
— ?Si, y el mar ha de ser bosque y las piedras se convertiran en dedos! ?Llevadnos hasta vuestros jefes, que saben lo que es un Senor de las Estrellas, no perdais tiempo!
Otro silencio. De pie entre los pequenos trogloditas, Rocannon experimentaba una desagradable sensacion: era como si mariposas nocturna rozaran su cara. Una decision se habia materializado.
— Venid — dijeron los gredosos con voz firme, y comenzaron a andar sobre el suelo lodoso. Al cabo de unos instantes de rapida marcha, se agruparon en torno a un punto en la tierra, se inclinaron y, al apartarse del sitio, quedo visible un agujero y una escalera que se hundia en el: la entrada al Dominio de la Noche.
En tanto que los hombres normales aguardaban en la superficie junto a las monturas, Mogien y Rocannon bajaron por la escalera hasta un mundo subterraneo de tuneles entrecruzados y bifurcados, abiertos en la arcilla y sostenidos con columnas de cemento; todos tenian luz electrica y un olor de sudor y comida rancia. Tras ellos, los pies grisaceos desnudos, un par de guardias los encamino hasta una habitacion circular, que semejaba una burbuja en medio de un estrato rocoso; alli los dejaron solos.
Hubo una espera; una larga espera.
?Por que demonios las primeras expediciones habian elegido aquella raza para la incorporacion a la Liga? Rocannon tenia una explicacion tal vez poco digna: esos primeros viajes habian partido del frio Centauro, y los exploradores se habrian hundido con jubilo en las cavernas de los Gdemiar, huyendo de la cegadora luz y del calor del gran sol A-3. Para ellos, un pueblo sensible debia vivir bajo la tierra en un mundo como aquel. Para Rocannon, el sol caliente y blanco, las noches brillantes de cuatro lunas, los definidos cambios de estacion y los vientos incesantes, el aire rico y la escasa gravedad que permitian la vida de tantas especies aereas, eran no solo compatibles, sino tambien motivo de regocijo. Pero, se advirtio a si mismo, esta era la razon por la que estaba menos calificado que los centaurianos para juzgar a un pueblo cavernicola. No se podia negar que eran inteligentes. Tambien estaban dotados de telepatia, un poder mucho mas extrano y mucho menos comprensible que la electricidad, pero las primeras investigaciones no habian prestado atencion a esto. Habian entregado a los Gdemiar un generador, una nave espacial de itinerario fijo, algunos elementos de matematicas, alguna que otra palmada en la espalda, y los abandonaron a su suerte. ?Que habian hecho los hombrecillos a partir de entonces? Y esa fue la pregunta que planteo entonces a Mogien.
El joven jefe, que nunca antes viera nada distinto de una vela o una antorcha resinosa, observo con el mas claro desinteres la bombilla electrica que pendia sobre su cabeza.
— Siempre han sido listos para hacer cosas — contesto con su extraordinaria e ingenua arrogancia.
— ?Han elaborado algun nuevo tipo de cosas en estos ultimos tiempos?
— Compramos nuestras espadas de acero a los gredosos; ya en tiempos de mi abuelo habia entre ellos forjadores que trabajaban el acero. Antes que eso, no se. Mi pueblo ha vivido largo tiempo con los gredosos, soportando sus excavaciones hechas en los limites mismos de nuestras tierras, intercambiando plata por espadas. Se dice que son ricos, pero el pillaje contra ellos es tabu. Las guerras entre dos estirpes son nefastas, ya lo sabes. Tanto, que cuando mi abuelo Durhal busco aqui a su mujer, creyendo que ellos la habian raptado, no quebranto el tabu para forzarlos a hablar. Esta gente no llega a decir mentiras, pero tampoco dice la verdad, si le es posible. No hay afecto de nosotros hacia ellos y ellos no lo tienen hacia nosotros; creo que recuerdan los dias pasados, aquellos en que el tabu no existia. No son valientes.
Una voz poderosa trono a espaldas de ambos:
— ?Inclinaos ante la presencia de los Senores de la Noche!
Rocannon, mientras giraba, descanso su mano sobre la empunadura de la pistola laser; Mogien llevo ambas manos a las espadas. Pero Rocannon distinguio el altavoz fijo en la pared curvada y susurro a Mogien:
— No respondas.
— ?Hablad, extranjeros en las Cavernas de los Senores de la Noche!
El sonido, claro y metalico, era intimidatorio. Pero Mogien se mantuvo erguido, sin pestanear, con las cejas arqueadas en un gesto indolente.
Luego dijo:
— Ahora que has cabalgado en los aires por tres dias, Senor Rokanan, ?comienzas a degustar el placer que ello encierra?
— ?Hablad y sereis escuchados!
— Si. Y la montura que me ha tocado vuela ligera como el viento del oeste en la estacion calida — repuso Rocannon, recordando un cumplido que oyera durante alguna cena en el Gran Salon.
— Es de muy buena raza.
— ?Hablad! ?Os estamos escuchando!
Discutieron acerca de la cria de monturas aladas, en tanto que la pared seguia bramando sus ordenes. De pronto dos gredosos aparecieron en el tunel. Los rostros impasibles emitieron una sola palabra:
— Seguidnos.
Se encaminaron a traves de nuevos laberintos, para llegar a las vias de un diminuto tren electrico, que semejaba un juguete gigantesco, pero efectivo; a buena velocidad fueron dejando atras largos tuneles de arcilla hasta arribar a lo que parecia una zona de piedras calizas. La parada final se produjo junto a la entrada de un salon iluminado con riqueza; en el fondo, lejos, tres cavernicolas aguardaban sentados bajo un dosel. En un primer momento — y para su verguenza como etnologo —, Rocannon no pudo establecer diferencias entre ellos. Del mismo modo que los chinos parecen todos iguales a los holandeses, o los rusos a los centaurianos… Luego distinguio las caracteristicas individuales del gredoso sentado en el centro, cuyo rostro estaba bien dibujado, era blanco e irradiaba un aura de poder por debajo de la corona de hierro.
— ?Que busca el Senor de las Estrellas en las Cavernas de los Poderosos?
La formalidad de la Lengua Comun se adecuaba con precision a las necesidades de Rocannon en su respuesta:
— He querido llegar como huesped a estas cavernas para conocer los medios de los Senores de la Noche y para ver las maravillas de su artesania. Espero que mi deseo se cumpla del todo. Porque malos sucesos se avecinan y ahora llego de prisa y por necesidad. Soy uno de los oficiales de la Liga Mundial. Os ruego que me lleveis hasta la nave interestelar que poseeis como prenda de la confianza que la Liga deposito en vosotros.
Los tres rostros permanecieron impasibles; la altura del escano los elevaba hasta el nivel de Rocannon; observados de cerca, sus facciones bastas, sin edad, y sus ojos duros resultaban imponentes. Luego, en forma grotesca, el que se sentaba a la izquierda hablo en jerga practica:
— Nave no — dijo.
— Hay una nave.
Despues de un minuto, el mismo repitio, ambiguo:
— Nave no.
— Hablad en Lengua Comun. Os pido ayuda. En este planeta hay un enemigo de la Liga. Este mundo ya no os pertenecera si tolerais a tal enemigo.
— Nave no — repitio el gredoso de la izquierda. Los otros dos parecian estalagmitas.
— ?Debere, pues, decir a los otros Senores de la Liga de los Gdemiar han traicionado su confianza, que no son dignos de batallar en la inminente guerra?
Silencio.
— Confianza por ambas partes, o por ninguna — contesto el gredoso con la corona de hierro, hablando Lengua Comun.
— ?Pediria vuestra ayuda si no confiara en vosotros? ?No podriais al menos enviar la nave con un mensaje a Kerguelen? Nadie tendra que ir y perder todos esos anos; el vehiculo lo hara automaticamente.
Silencio una vez mas.