boton.
— El doctor Weis llama desde Washington dijo la operadora.
Ted hizo una mueca.
— Esta bien, paselo. — Se instalo en la silla de su escritorio y con un gesto nos senalo nuestros puestos cuando el rostro preocupado del doctor Weiss aparecio en la pantalla telefonica.
— Acabo de ver el mapa meteorologico de esta manana — dijo sin preliminares el Consejero Cientifico del Presidente. Parece que se encuentran ustedes con dificultades.
— Hasta las cejas — repuso con llaneza Ted.
Empece a regresar a mi propio despacho. Pude oir la voz del doctor Weis, un poco mas cortante que de ordinario.
— La oposicion ha hecho de THUNDER un arma politica, faltando menos de seis semanas para las elecciones. Si usted no hubiese hecho pensar a los periodistas que podia detener todos los huracanes…
El resto se perdio en el murmullo y ajetreo del Centro de control. La unica habitacion llenaba por completo el segundo piso de nuestro cuartel general. Era un conglomerado frenetico de personas, escritorios, maquinas de calcular, tableros de mandos, impresores de mapas, archivadores, teletipos, telefonos, pantallas e infinitas pilas de papel… con el enorme mapa de la pantalla visora pendiendo sobre todo. Me abri paso cruzando aquella extension atestada y sin ventanas y entre en el despacho mio, aislado de lo demas por tabiques de cristal.
Con la puerta cerrada albergaba dentro la tranquilidad. Pantallas telefonicas cubrian las paredes y todo mi escritorio estaba ocupado por una centralita particular que me ponia en contacto directo con una red de estaciones de apoyo de THUNDER que oscilaba desde Nueva Orleans hasta la Estacion Satelite del Atlantico, en orbita sincronica a treinta y siete mil kilometros por encima de la boca del rio Amazonas.
Volvi a mirar hacia el centro de control y vi que Ted seguia hablando muy frio por telefono. Habla trabajo que hacer. Comence a marcar numeros telefonicos en mi centralita, dando el alerta a la Marina y a las bases de la Fuerza Aerea que apoyaban al Proyecto, tratando de que estuviesen preparadas para afrontar esa amenaza del huracan con tanta dureza y rapidez como fuera posible.
Mientras trabajaba; Ted colgo por ultimo el telefono. Barney se le presento con un grueso monton de hojas impresas por los computadores; probablemente el analisis detallado de las amenazas de tormenta. En cuanto logre acabar mi tarea, me uni a ellos.
— Esta bien — decia Ted -, si dejamos en paz a esas dos zonas de baja mas lejanas, de la noche en la manana se convertiran en huracanes. Podriamos vencerlas ahora sin sudar mucho, pero dentro de veinticuatro horas seran excesivamente grandes para nosotros.
— Lo mismo se puede decir de las dos perturbaciones proximas destaco Barney -. Y estan mas cerca y se desarrollan con rapidez…
— Tendremos que saltarnos una. La primera… la que esta a sotavento… se encuentra muy proxima para ignorarla. Asi que atacaremos a la Numero Uno, prescindiremos de la segunda y atacaremos tambien a la Tres y Cuatro.
Barney se quito las gafas.
— Eso no resultara, Ted. Si no detenemos a la segunda ahora, manana sera…
— Un enorme y galopante huracan. Lo se. — Hizo un gesto desvalido -. Pero si echamos bastante material en la Numero Dos para allanarla, tendremos que dejar a la Tres y Cuatro hasta manana. Mientras, se habran desarrollado y tendemos a dos bestias feroces e invencibles en nuestras manos
— Pero esta…
— Existe la posibilidad de que si destruimos la baja mas proxima, la Numero Dos cambiara su rumbo y se encaminara hacia el mar.
— Es una minuscula posibilidad. Los numeros indican…
— Esta bien, una minuscula posibilidad. Pero no podemos trabajar con otra cosa.
— ?Es que no hay nada que se pueda hacer? — pregunto ella -. Si un huracan alcanza la costa…
— Weis ya examino el correo de la manana en busca de mi dimision — dijo Ted -. Esta bien, nos encontramos en un apuro. Lo mejor que se puede hacer es atacar la Numero uno, pasar por alto la Dos y barrer las Tres y Cuatro antes de que sean lo suficiente fuertes para crear olas.
Barney consulto las cifras que habia en las hojas de los computadores.
— Eso significa que tendemos un huracan adulto dirigiendose a Florida dentro de veinticuatro horas.
— Mirad — salto Ted -, no podemos 'permanecer sentados discutiendo hasta que todas se conviertan en huracanes. Esparzamonos. Jerry, ya oiste la decision. Haz que despeguen los aviones.
Volvi presuroso a mi despacho y dicte las ordenes. A los pocos minutos entro Barney. Plantandose descorazonada en el umbral, se pregunto a si misma en voz alta:
— ?Por que acepto este Proyecto? Sabe que no es el mejor modo de manipular los huracanes. Resulta demasiado arriesgado, demasiado caro. Trabajamos hasta el agotamiento…
— Lo mismo les ocurre a las tripulaciones aereas — respondi -. Y la temporada no ha llegado a su cumbre, aunque le falta bien poco.
— ?Entonces por que tuvo que hacer que los periodistas creyeran que podriamos vencer a todos los huracanes en el primer ano?
— Porque asi es Marret. No solo piensa que puede controlar el tiempo; se cree su propietario.
— No hay sitio en el para el fracaso ~ Si esa tormenta azota el continente y se cancela todo el Proyecto… ?Que sera de el?
— ?Que sera de ti? — la pregunte.
Sacudio la cabeza.
— No lo se, Jerry. Pero tengo un miedo terrible y la conviccion de que lo sabremos dentro de un dia o dos.
Las tormentas tropicales se fundamentan en aparentemente leves diferencias de temperatura del aire. Una diferencia de media docena de grados sobre una area de centenares de kilometros puede dar potencia a la gigantesca maquina calorifica de un huracan. El metodo de Ted de acabar con las perturbaciones tropicales antes de que llegasen a tener la fuerza huracanada era disminuir la diferencia de temperatura entre el nucleo de las perturbaciones y sus bordes externos.
La mas proxima perturbacion se desarrollaba con rapidez. Ya habla pasado por encima de las islas de Leeward (Sotavento) y entro en el Caribe cuando llegaron hasta ella nuestros primeros aviones. El nucleo de la perturbacion era una columna de aire calido que salio disparada hacia lo alto desde la superficie del mar llegando hasta la tropopausa, a unos dieciseis kilometros de altura. Girando en torno a esta columna habia un aire relativamente mas frio cayendo en el agujero de baja presion creado por la columna calida.
Si la perturbacion hubiera sido dejada en paz, habria empapado humedad del mar calido y la habria condensado hasta convertirla en lluvia. El calor emitido por esta condensacion hubiera impulsado vientos de creciente intensidad: se habria establecido un ciclo: vientos trayendo humedad, vapor de agua que se condensa en lluvia, calor emitido que fomenta el poder del viento. Por ultimo, cuando la tempestad llegase a cierta intensidad, fuerza centrifuga empezaria a hacer descender por absorcion aire mas frio de las grandes alturas. El aire frio quedaria comprimido y recalentado al caer y luego se alimentaria en las impresionantes paredes nubosas que rodeaban el nucleo de la tormenta… que ahora seria el ojo de un huracan adulto. Mil megatones de energia quedarian sueltos, imparables, incontenibles hasta para el Proyecto THUNDER.
Nuestra mision era impedir que ese ciclo se establecera. Teniamos que calentar el aire que fluia en la perturbacion y enfriar su nucleo hasta que las temperaturas de toda la tempestad fuesen identicas practicamente. Una maquina calorifica con todas sus partes a la misma temperatura (O casi) dejaria de funcionar.
Cuando empece a dar ordenes para las tres misiones simultaneas, Tuli asomo la cabeza a la puerta de mi despacho.
— Me voy para ver al dragon con mis propios ojos
— sonreia excitado.
— ?Cual?
— El dragon Numero Uno; ahora esta en el Caribe.
— Lo se. Buena suerte. Traeme sus orejas.
Asintio; era un San Jorge de rostro redondo y moreno que iba a luchar contra el monstruo mas destructivo