– ?Que?

– Ya me has oido.

Se fue. Mientras se alejaba me di cuenta de que tenia una leve cojera. Comprendi el significado: era el dolor y el peso de los siglos.

Empece a acosarla como un borracho congestionado y caliente atravesando Texas en un autobus Greyhound. Ella estaba intrigada -comprendia mi chifladura-. La estaba conquistando sin enterarme.

Un dia llamo por telefono un cliente preguntando si teniamos disponibles botes de un galon de cola de pegar y ella vino a mirar entre unas cajas almacenadas en un rincon. La vi y le pregunte si podia ayudarla. Ella me dijo:

– Ectoy buscando una caja de cola de pegar con un sello de 2-G.

– ?2-G, eh? -le dije.

Puse mi brazo alrededor de su cintura.

– Vamos a hacerlo. Tu eres la sabiduria de siglos y yo soy yo. Estamos hechos el uno para el otro.

Empezo a soltar risitas como una mujer americana. -Eh -dije-, las chicas japonesas no hacen esas cosas. ?Que cono pasa contigo?

Se dejo apresar por mis brazos. Vi una pila de cajas de pintura apoyadas contra la pared. La lleve hasta alli y gentilmente]a hice sentarse en la pila de cajas. La hice tumbarse. Me puse encima y comence a besarla, subiendole el vestido. Entonces entro Danny, uno de los empleados. Danny era virgen. Danny iba a clase de pintura por las noches y se quedaba dormido durante el dia en el trabajo. No sabia distinguir el arte de las colillas de cigarrillos.

– ?Que diablos esta ocurriendo aqui? -dijo, y luego se fue corriendo hacia la oficina central.

Bud me mando llamar a su oficina a la manana siguiente.

– Sabras que a ella tambien la tenemos que despedir.

– Ella no tuvo la culpa.

– Estaba contigo ahi detras.

– Yo la force.

– Ella accedio, segun Danny.

– ?Que cono sabra Danny de eso! A la unica cosa a la que ha accedido en su vida es a su mano.

– El os vio.

– ?Que vio? Ni siquiera llegue a bajarle las bragas.

– Esto es un lugar de trabajo.

– ?Que me dice de Mary Lou?

– Yo te contrate porque pense que eras un empleado de envios competente.

– Gracias. Y acabo siendo despedido por tratar de follarme a una exotica de ojos rasgados con una cojera en la pierna izquierda encima de cuarenta galones de pintura de garrafon que, por cierto, han estado vendiendo al departamento de arte del City College de L.A. como si fuera de primera categoria. Tal vez deberia denunciarles a la oficina de Defensa del Consumidor.

– Aqui esta tu cheque. Estas despedido.

– Esta bien. Nos veremos en Santa Anita.

– Claro.

En el cheque habia un dia extra de pago. Nos dimos la mano y luego me fui.

81

El siguiente trabajo tampoco me duro mucho. No llego a ser mas que una pequena escala. Era una pequena compania especializada en articulos de Navidad: luces, guirnaldas, Santa Claus, arboles de papel y todo eso. Al contratarme me dijeron que el trabajo solo duraria hasta el dia de Accion de Gracias; que despues del dia de Accion de Gracias ya no se hacia negocio. Eramos media docena de tios contratados bajo las mismas condiciones. Decian que eramos «hombres de almacen», pero nuestro trabajo consistia, mas que nada, en cargar y descargar camiones. Aunque tambien, un hombre de almacen era un tio que se pasaba mucho tiempo por ahi fumando cigarrillos, en un estado medio adormilado y sin hacer nada. Pero ninguno de los seis duramos hasta el dia de Accion de Gracias. Por iniciativa mia ibamos todos los dias a un bar a almorzar. Nuestros periodos de almuerzo se fueron alargando mas y mas. Una tarde simplemente pasamos de volver. Pero a la manana siguiente, como buenos chicos, nos presentamos alli de nuevo. Nos dijeron que no querian volver a vernos.

– Ahora -dijo el director-, voy a tener que contratar a otra maldita pandilla de vagos.

– Y despedirlos el dia de Accion de Gracias -dijo uno de nosotros.

– Escuchad -dijo el director-. ?Quereis trabajar un dia mas?

– ?Para que usted tenga tiempo de entrevistar y contratar a nuestros sustitutos?

– Cogedlo o dejadlo -dijo el.

Lo cogimos y trabajamos todo el dia, riendonos como descosidos y lanzandonos cajas de carton por el aire. Luego recogimos nuestros cheques de despido y volvimos a nuestras habitaciones y a nuestras mujeres borrachas.

82

Era otra casa de tubos de luz fluorescente: la Compania Honeybeam. La mayoria de las cajas eran de metro y medio a dos metros de largas, y pesadas de manejar. La jornada era de diez horas. El procedimiento era bastante simple: ibas a la linea de ensamblaje y cogias los tubos, los llevabas a la parte trasera y los metias en las cajas. La mayoria del personal era mexicano o negro. Los negros se metian conmigo y me acusaban de querer pasarme de listo. Los mexicanos se quedaban detras observando en silencio. Cada dia era una batalla -tanto por mi vida como para conseguir evitar al jefe de empaquetado, Monty. Se pasaban el dia buscandome las cosquillas.

– ?Hey, chico, chico! ?Ven aquii, chicoo! ?Chico, quiero hablar contigo!

Era el pequeno Eddie. El pequeno Eddie sabia como hacerlo.

Yo no conteste.

– ?Chico, estoy hablando contigo!

– Eddie, ?te gustaria tener un gancho de carretilla bien metido en el culo mientras cantas Old Man River?

– ?Como es que tiene todos esos agujeros en la cara, blanquito? ?Te caiste encima de una taladradora cuando dormias?

– ?Como es que tienes esa cicatriz en el labio? ?Es que tu novio se ato una navaja en la polla?

Sali fuera a la hora del cafe y me las tuve que ver con Big Angel. Big Angel me inflo a hostias pero yo le coloque alguna buena, no me deje llevar por el panico y me mantuve firme. Sabia que solo tenia diez minutos para cebarse conmigo y eso me ayudo a aguantarlo. Lo que mas me dolio fue un dedo gordo que me metio en el ojo. Volvimos a entrar al trabajo juntos, jadeando y resoplando.

– No eres gran cosa -dijo el.

– Trata de repetirlo un dia que no este con resaca. Te correre a hostias por todo el patio.

– Muy bien -dijo-, ven un dia fresco y limpito y veremos que pasa.

Decidi no aparecer nunca por ahi fresco y limpito.

Lo mejoi era cuando la linea de ensamblaje no podia con nuestro ritmo y nos quedabamos esperando. La linea de ensamblaje estaba formada principalmente por joven-citas mexicanas de hermosa piel y ojos oscuros; llevaban pantalones vaqueros ajustados y ajustados sueteres y pendientes llamativos. Eran tan jovenes y saludables y eficientes y relajadas… Eran buenas obreras, y de vez en cuando alguna levantaba la vista y decia algo y entonces habia explosiones de risa y miradas de reojo mientras yo miraba como se reian con sus tejanos ajustados y sus sueteres ajustados y pensaba: si una de ellas estuviese en la cama esta noche conmigo, me podria tragar toda esta mierda mucho mas facilmente. Todos pensabamos lo mismo. Y a la vez pensabamos: todas pertenecen a algun otro. Bueno, que demonios. Que mas daba. En quince anos pesarian noventa kilos y serian sus hijas las que harian sonar a obreros desesperados.

Me compre un coche viejo de ocho anos y permaneci en el trabajo todo el mes de diciembre. Entonces vino la fiesta de Navidad. Era el 24 de diciembre. Habria bebidas, comida, musica, baile. A mi no me gustaban las fiestas. No sabia bailar y la gente me asustaba, especialmente la gente de las fiestas. Trataban de ser sexys y alegres e ingeniosos, y aunque creian que conseguian serlo, no era asi. Llegaban a ser todo lo contrario. Sus intentos forzados solo conseguian empeorarlo.

Asi que cuando Jan se inclino junto a mi y me dijo:

– Que le den por culo a esa fiesta, quedate en casa conmigo. Nos emborracharemos aqui -no me costo mucho trabajo decidirme.

El dia despues de Navidad, me hablaron de la fiesta. El pequeno Eddie me dijo:

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