Todas las sillas fueron apartadas. Habia algunas mujeres, unas pocas amas de casa, gordas y un poco estupidas, y dos o tres damas pasando tiempos duros. Cuando me sente alli, una chica salio con un hombre. Estaba de vuelta en cinco minutos.

– ?Helen! ?Helen! ?Como lo haces?

Ella se rio.

Otro tio se levanto de un salto a probarla.

– Esto debe de estar bien. ?Vamos a probarlo!

Salieron juntos. Helen estaba de vuelta en cinco minutos.

– ?Debe tener una bomba de succion en el cono!

– Voy a darme el gusto de probarlo -dijo un viejo desde el fondo del bar-. No se me ha puesto dura desde que Teddy Roosevelt tomo su ultima colina.

Este le costo a Helen diez minutos.

– Quiero un sandwich -dijo un tio gordo-. ?Quien me va a buscar un sandwich y se gana una propina?

Le dije que yo lo haria.

– Roast beef en un bollo, con todo lo que quepa en cima.

Me dio algo de dinero.

– Guardate el cambio.

Baje caminando hasta el sitio de los sandwichs. Aparecio un viejo ogro de vientre descomunal.

– Roast beef en un bollo para llevar, con guarnicion encima. Y una botella de cerveza mientras espero.

Me bebi la cerveza, volvi al bar con el sandwich para el gordo, se lo di y encontre otro asiento. Aparecio un trago de whisky. Me lo bebi. Aparecio otro. Me lo bebi. Sonaban canciones en la maquina tocadiscos.

Un tio joven de unos veinticuatro anos se acerco desde el fondo del bar.

– Las persianas venecianas de las ventanas necesitan una limpieza.

– Ya lo creo que la necesitan.

– ?Que es lo que haces?

– Nada. Beber. Ambas cosas.

– ?Que me dices de las persianas?

– Cinco pavos.

– Quedas contratado.

Le llamaban Billy-Boy. Billy-Boy se habia casado con la duena del bar. Ella tenia cuarenta y cinco anos.

Me trajo dos cubos, algunos estropajos, bayetas y esponjas. Baje las persianas, desmonte las placas transversales y empece.

– Las bebidas son gratis -me dijo Tommy, el camarero nocturno-, todo el tiempo que este trabajando.

– Chute de whisky, Tommy.

Era un trabajo lento; el polvo se habia empastado, convertido en pegotes de mugre. Me hice numerosos cortes en las manos con los afilados bordes de las placas metalicas. El agua jabonosa me abrasaba.

– Chute de whisky, Tommy.

Acabe con una persiana y la colgue. Los patrones del bar se acercaron a contemplar mi trabajo.

– ?Hermoso!

– Desde luego, favorece el lugar.

– Probablemente hara que suba el precio de las bebidas.

– Chute de whisky, Tommy -dije yo.

Baje otra persiana, saque las placas. Desafie a Jim al pinball y le saque un cuarto de dolar; luego vacie los cubos en el retrete y los llene con agua limpia.

La segunda persiana me tomo mas tiempo. Mis manos recogieron mas cortes. Dudo que aquellas persianas hubiesen sido limpiadas en diez anos. Gane otro cuarto de dolar en la maquina; entonces Billy-Boy me dio un grito para que volviera al trabajo.

Helen paso a mi lado camino del retrete de senoras.

– Helen, cuando acabe te dare cinco pavos. ?Sera suficiente?

– Claro, pero no seras capaz de que se te levante despues de todo este trabajo.

– Se me levantara.

– Estare aqui a la hora de cierre. Si todavia te tienes en pie, lo podras tener gratis.

– Estare aqui bien erguido, nena.

Helen se fue hacia el retrete.

– Chute de whisky, Tommy.

– Eh, tomatelo con calma -dijo Billy-Boy-, o no podras acabar el trabajo esta noche.

– Billy, si no lo acabo te guardas tus cinco pavos.

– Es un trato. ?Lo habeis oido todos?

– Te hemos oido, Billy, racano del culo.

– Uno para el camino, Tommy.

Tommy me sirvio el whisky. Me lo bebi y segui con el trabajo. Me lo fui montando. Despues de unos cuantos whiskys, tenia las tres persianas colgando relucientes.

– Esta bien, Billy, pagame.

– No has acabado.

– ?Que?

– Hay tres ventanas mas en la sala de atras.

– ?La sala de atras?

– Si, la sala de atras, la sala de fiestas.

Billy-Boy me enseno la sala de atras. Habia tres ventanas mas, tres persianas mas.

– Lo dejo por dos cincuenta, Billy.

– No, o las limpias todas o no te pago.

Cogi mis cubos, tire el agua sucia, los llene con agua limpia y jabon, entonces baje una persiana. Saque las placas, las puse en una mesa y me quede mirandolas.

Jim se paro de paso al urinario.

– ?Que te pasa?

– No puedo mas.

Cuando Jim salio del retrete fue hasta la barra y volvio con su cerveza. Empezo a limpiar las persianas.

– Jim, olvidalo.

Fui a la barra, me consegui otro whisky. Cuando volvi, una de las chicas estaba bajando una persiana.

– Ten cuidado, no te cortes -le dije.

Unos pocos minutos mas tarde habia cuatro o cinco personas en la sala de atras, charlando y riendose, hasta la misma Helen. Todos trabajando con las persianas. Al poco rato toda la gente del bar estaba en la sala trasera. Yo me trabaje dos whiskys mas. Finalmente las persianas quedaron limpias y colgadas. No se habia tardado mucho. Resplandecian. Entro Billy-Boy:

– No tengo por que pagarte.

– El trabajo esta terminado.

– Pero no lo acabaste tu.

– No seas un mierdoso pesetero, Billy -dijo alguien. Billy-Boy saco los cinco dolares y yo los cogi. Pasamos al bar.

– ?Un trago para todo el mundo! -deje caer los cinco dolares-. Y tambien uno para mi.

Tommy fue sirviendo bebidas.

Me bebi lo mio y Tommy cogio los cinco dolares.

– Le debes al bar 3,15 $.

– Ponlos en mi cuenta.

– De acuerdo. ?Como te apellidas?

– Chinaski.

– ?Te sabes el del chino que va a una casa de putas?

– Si.

Las bebidas circularon de mi cuenta hasta la hora del cierre. Despues de que todo el mundo se fuera, mire a mi alrededor. Helen se habia esfumado. Me habia mentido.

Igual que una perra, pense, tuvo miedo del polvo que la esperaba.

Me levante y camine hacia mi pension. La luz de la luna era brillante. Mis pasos resonaban en la calle vacia y parecia cerno si alguien me estuviese siguiendo. Me di la vuelta. Me habia equivocado. Estaba completamente solo.

Вы читаете Factotum
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×