– Largate de aqui -dijo Rocio de Miel sacando el dedo de su chocho y apuntando a Big Bart-. ?Largate de aqui echando leches y dejame hacer mis cosas!
– ?Tu hombre no te cuida lo suficiente, Rocio de Miel!
– Claro que me cuida, gilipollas, solo que no tengo bastante. Lo unico que ocurre es que despues del periodo me pongo cachonda.
– Escucha, nena…
– ?Que te den por el culo!
– Escucha, nena, contempla…
Entonces saco el gran martillo. Era purpura, descapullado, infernal, y basculaba de un lado a otro como el pendulo de un gran reloj. Gotas de semen lubricante cayeron al suelo.
Rocio de Miel no pudo apartar sus ojos de tal instrumento. Despues de un rato dijo:
– ?No me vas a meter esa condenada cosa dentro!
– Dilo como si de verdad lo sintieras, Rocio de Miel.
– ?NO VAS A METERME ESA CONDENADA COSA DENTRO!
– ?Pero por que? ?Por que? ?Mirala!
– ?La estoy mirando!
– ?Pero por que no la deseas?
– Porque estoy enamorada del Nino.
– ?Amor? -dijo Big Bart riendose-. ?Amor? ?Eso es un cuento para idiotas! ?Mira esta condenada estaca! ?Puede matar de amor a cualquier hora!
– Yo amo al Nino, Big Bart.
– Y tambien esta mi lengua -dijo Big Bart-. ?La mejor lengua del Oeste!
La saco e hizo ejercicios gimnasticos con ella.
– Yo amo al Nino -dijo Rocio de Miel.
– Bueno, pues jodete -dijo Big Bart y de un salto se echo encima de ella. Era un trabajo de perros meter toda esa cosa, y cuando lo consiguio, Rocio de Miel grito. Habia dado unos siete caderazos entre los muslos de la chica, cuando se vio arrastrado rudamente hacia atras.
ERA EL NINO, DE VUELTA DE LA PARTIDA DE CAZA.
– Te trajimos tus bufalos, hijoputa. Ahora, si te subes los pantalones y sales afuera, arreglaremos el resto…
– Soy la pistola mas rapida del Oeste -dijo Big Bart.
– Te hare un agujero tan grande, que el ojo de tu culo parecera solo un poro de la piel -dijo el Nino-. Vamos, acabemos de una vez. Estoy hambriento y quiero cenar. Cazar bufalos abre el apetito…
Los hombres se sentaron alrededor del campo de tiro, observando. Habia una tensa vibracion en el aire. Las mujeres se quedaron en las carretas, rezando, masturbandose y bebiendo ginebra. Big Bart tenia 34 muescas en su pistola, y una fama infernal. El Nino no tenia ninguna muesca en su arma, pero tenia una confianza en si mismo que Big Bart no habia visto nunca en sus otros oponentes. Big Bart parecia el mas nervioso de los dos. Se tomo un trago de whisky, bebiendose la mitad de la botella, y entonces camino hacia el Nino.
– Mira, Nino…
– ?Si, hijoputa…?
– Mira, quiero decir, ?por que te cabreas?
– ?Te voy a volar las pelotas, viejo!
– ?Pero por que?
– ?Estabas jodiendo con mi mujer, viejo!
– Escucha, Nino, ?es que no lo ves? Las mujeres juegan con un hombre detras de otro. Solo somos victimas del mismo juego.
– No quiero escuchar tu mierda, papa. ?Ahora alejate y preparate a desenfundar!
– Nino…
– ?Alejate y listo para disparar!
Los hombres en el campo de fuego se levantaron. Una ligera brisa vino del Oeste oliendo a mierda de caballo. Alguien tosio. Las mujeres se agazaparon en las carretas, bebiendo ginebra, rezando y masturbandose. El crepusculo caia.
Big Bart y el Nino estaban separados 30 pasos.
– Desenfunda tu, mierda seca -dijo el Nino-, desenfunda, viejo de mierda, sucio rijoso.
Despacio, a traves de las cortinas de una carreta, aparecio una mujer con un rifle. Era Rocio de Miel. Se puso el rifle al hombro y lo apoyo en un barril.
– Vamos, violador cornudo -dijo el Nino-. ?DESENFUNDA!
La mano de Big Bart bajo hacia su revolver. Sono un disparo cortando el crepusculo. Rocio de Miel bajo su rifle humeante y volvio a meterse en la carreta. El Nino estaba muerto en el suelo, con un agujero en la nuca. Big Bart enfundo su pistola sin usar y camino hacia la carreta. La luna estaba ya alta.
Algo acerca de una bandera del vit-cong
El desierto se cocia bajo el sol de verano. Red salto fuera del tren mientras disminuia la marcha, cayo y corrio dando saltos por el terraplen de la via. Cago detras de unas rocas mirando al norte, y se limpio el culo con unas hojas. Luego camino cincuenta metros, se sento a la sombra de otra gran roca y lio un cigarrillo. Vio entonces a los hippies acercarse caminando. Eran dos tios y una chica. Tambien habian saltado del tren.
Uno de los tios llevaba una bandera del Viet-Cong. Los tios parecian blandos e inofensivos. La chica tenia un culo grande y bonito, casi reventaba sus pantalones vaqueros. Era rubia y con bastantes granos. Red espero hasta que llegaron a su lado.
– ?Heil Hitler! -dijo.
Los hippies se rieron.
– ?Adonde vais? -pregunto Red.
– Tratamos de llegar a Denver. Creo que lo vamos a conseguir.
– Bueno -dijo Red-, os vais a esperar un rato, porque yo voy a tener que usar a vuestra chica.
– ?Que dices?
– Ya me habeis oido.
Red agarro a la chica. Con una mano agarrandola del cabello y otra del culo, la beso. El tio mas alto cogio a Red del hombro.
– Espera un momento…
Red se volvio y lo mando al suelo con un corto de izquierda. Directo en el estomago. El tio se quedo tumbado, respirando con dificultad. Red miro al otro tio, el de la bandera del Viet-Cong.
– Si no quieres que te haga pupa, dejame tranquilo -le dijo-. Vamos -le dijo a la chica-, nos iremos detras de esas rocas.
– No, no pienso hacerlo -dijo la chica-, no pienso hacerlo.
Red saco su navaja y presiono el resorte. La cuchilla surgio chasqueante frente a la nariz de la chica. Se la apoyo sobre la aleta.
– ?Que tal aspecto tendrias sin nariz?
Ella no contesto.
– Te la cortare -gruno el.
– Escucha -dijo el tio de la bandera-, esto es un delito, te buscaran.
– Vamos, nena -dijo Red, empujandola hacia las rocas.
Red y la chica desaparecieron tras las rocas. El tio de la bandera ayudo a levantarse a su amigo. Se quedaron alli quietos. Paso el tiempo.
– Se esta follando a Sally. ?Que podemos hacer? En estos momentos se la esta follando.
– ?Que podemos hacer? Es un loco.
– Deberiamos intentar algo.