tres veces a la semana. Y se sentaba alli mirandome, pretendiendo apreciarme, pero tratandome todo el tiempo como si fuese una puta. ?Como si yo fuese una mala puta robandole a su amado hijo de sus brazos! ?Su precioso Walter! ?Cristo! ?Vaya un plato!
– Bebe, Connie.
George habia acabado. Espero a que Connie vaciara su vaso, entonces lo cogio y lleno de nuevo los dos.
– El juraba gritando que me amaba. Entonces yo le decia: ?Mirame el cono, Walter! Y el no me miraba el cono. Decia: «No quiero mirar esa cosa». ?Esa
– No me ha mordido nunca por ahora.
– Pero tu si que lo has mordido, lo has roido bien, ?eh, George?
– Supongo que si.
– ?Y lo has lamido, lo has chupado?
– Supongo que si.
– Tu sabes condenadamente bien lo que has hecho, George.
– ?Cuanto dinero te has cogido?
– Seiscientos dolares.
– No me gusta la gente que roba a otra gente, Connie.
– Eso es porque eres un jodido friegaplatos. Eres honesto. Pero el es un gilipollas tal, George… Y ademas puede permitirse el lujo de perder ese poco de dinero, y yo me lo he ganado…
– Gracias por el whisky, Connie. Alcanzame otro pitillo. George lleno de nuevo los vasos.
– He echado de menos tus piernas, Connie. De verdad que las he echado de menos. Me gusta como llevas esos tacones altos. Estas mujeres modernas no saben lo que estan perdiendo. Los tacones altos modelan la pantorrilla, el muslo, el culo; imponen ritmo al andar. ?Realmente me ponen cachondo!
– Hablas como un poeta, George. Algunas veces hablas de verdad como un poeta. Eres un endiablado friegaplatos.
– ?Sabes lo que de verdad me gustaria hacer?
– ?Que?
– Me gustaria azotarte con mi cinturon en las piernas, el culo, los muslos. Me gustaria hacerte gritar y llorar y cuando estuvieses gritando y llorando, entonces te la meteria en un golpe de puro amor.
– No me gusta eso, George. Tu nunca me has hablado de ese modo. Siempre te has portado bien conmigo.
– Subete la falda.
– ?Que?
– Subete la falda, quiero ver mejor tus piernas.
– Te gustan mis piernas, ?eh, George?
– Deja que la luz las haga brillar.
Constance se subio el vestido.
– Dios, cristo y la mierda -dijo George.
– ?Te gustan?
– ?Adoro tus piernas!
Entonces George se acerco a Constance y le pego una fuerte bofetada en la cara; el cigarrillo volo de su boca pintada.
– ?Por que has hecho eso?
– ?Te follaste a Walter! ?Te follaste a Walter!
– ?Y que cono pasa?
– ?Que te subas mas la falda!
– ?No!
– ?Haz lo que te digo! George la abofeteo de nuevo, mas fuerte. Constance se subio la falda.
– ?Por encima de las bragas! -grito George-. ?Quiero verlas enteras!
– Cristo, George. ?Que es lo que te pasa?
– ?Te follaste a Walter!
– George, te juro que te has vuelto loco. Me quiero ir. ?Dejame salir de aqui, George!
– ?No te muevas o te mato!
– ?Que me matas?
– ?Te lo juro!
George se levanto y se lleno un vaso entero de whisky, se lo bebio de un trago y se sento al lado de Constance. Cogio su cigarrillo, agarro la muneca de Constance y lo apoyo firmemente sobre la piel. Ella grito. El lo sostuvo alli sin moverlo, hasta que por fin lo aparto.
– Yo soy un hombre, nena, ?entiendes?
– Se que eres un hombre, George.
– ?Aqui, mira mis musculos! -George se levanto y flexiono ambos brazos-. ?Bonito, eh, nena? ?Mira estos musculos! ?Tocalos! ?Tocalos!
Constance toco uno de sus brazos y luego el otro.
– Si, tienes un bello cuerpo, George.
– Soy un hombre. Soy un friegaplatos pero soy un hombre un hombre de verdad.
– Lo se, George.
– No soy como ese mierdaleches que has dejado.
– Ya lo se.
– Y tambien puedo cantar. Tienes que oir mi voz. Constance estaba alli sentada. George empezo a cantar. Canto «Old man river» y luego canto «Nobody Knows the trouble I’ve seen» y luego «The St Louis Blues» y tambien «God Bless America» interrumpiendose a menudo y riendose. Entonces se sento al lado de Constance. Dijo:
– Connie, tienes unas piernas muy bonitas-. Le pidio otro cigarrillo. Lo fumo, se bebio dos vasos mas, y entonces apoyo su cabeza en las piernas de Connie, contra las medias, en su regazo; y dijo;
– Connie, se que no soy bueno, se que estoy loco, siento mucho haberte pegado y haberte quemado con ese cigarrillo.
Constance siguio alli sentada. Paso sus dedos entre los cabellos de George, acariciandole, consolandole. Pronto el se durmio. Ella espero un poco. Entonces aparto la cabeza de sus piernas y la apoyo en la almohada. Se levanto de la cama
– ?Me
Clase
No estoy muy seguro del lugar. Algun sitio al Noroeste de California. Hemingway acababa de terminar una novela, habia llegado de Europa o de no se donde, y ahora estaba en el ring pegandose con un tio. Habia