a su alrededor. El joven estaba en el suelo con la garganta cortada; la sangre surgia ritmicamente a borbotones que iban encharcando el suelo.
– ?Lo has matado! -dijo Harry.
– Estaba gritando.
– No tenias por que matarlo.
– No tenias por que violar a su mujer.
– Yo no la he violado y tu lo has matado.
Entonces ella empezo a gritar. Harry le tapo la boca con su mano.
– ?Que vamos a hacer? -pregunto.
– Vamos a matarla tambien. Es un testigo.
– Yo no puedo matarla -dijo Harry.
– Yo la matare -dijo Bill.
– Pero no deberiamos desperdiciarla asi.
– Bueno, pues ve y tomala.
– Ponle algo en la boca.
– Ya me ocupo de eso -dijo Bill. Cogio un panuelo de la comoda y lo introdujo en la boca de la chica. Luego rasgo la funda de la almohada en tiras y la amordazo.
– Vamos, tio, empieza.
La chica no se resistio. Parecia encontrarse en estado de coma.
Cuando Harry acabo, Bill se monto encima de ella y la poseyo tambien. Harry miro. Esto era. Era asi alli y en el resto del mundo. Cuando un ejercito conquistador entraba en las ciudades, poseian a las mujeres. Ellos eran el ejercito conquistador.
Bill acabo y se levanto.
– Mierda, esto si que estuvo bien.
– Escucha, Bill, vamos a dejarla viva.
– Hablara. Es un testigo.
– Si le perdonamos la vida, no hablara. Esa sera nuestra condicion.
– Hablara. Conozco la naturaleza humana. Mas tarde hablara.
– ?Para que va a decir nada a gente que hace lo mismo que nosotros? Y en caso de que hablara ?por que no va a hacerlo, despues de lo que hemos hecho?
– Eso es lo que quiero decir -dijo Bill-. ?Para que dejarla viva?
– Vamos a preguntarle. Vamos a hablar con ella. Vamos a preguntarle que piensa.
– Yo
– Por favor, no lo hagas, Bill. Vamos a mostrar un poco de decencia.
– ?Mostrar un poco de decencia? ?Ahora? Es demasiado tarde. Si hubieses sido lo suficientemente hombre como para haberte guardado tu estupida polla lejos de ella…
– No la mates, Bill, no puedo… soportarlo…
– Vuelvete de espaldas.
– Bill, por favor…
– ?Te digo que te vuelvas de espaldas, imbecil!
Harry se dio la vuelta. No parecio que hubiera el menor sonido. Los minutos pasaron.
– ?Bill, lo has hecho?
– Lo he hecho. Date la vuelta y mira.
– No quiero mirar. Vamonos. Vamonos de aqui.
Salieron por la misma ventana que habian entrado. La noche estaba mas fria que nunca. Bajaron por la parte oscura de la casa y salieron a la calle a traves del seto.
– ?Bill?
– ?Si?
– Ahora me siento bien, como si no hubiese pasado nunca.
– Pero paso.
Fueron caminando hacia la parada del autobus. Los servicios nocturnos pasaban muy de tarde en tarde, probablemente tendrian que esperar cerca de una hora. Llegaron a la parada y se examinaron mutuamente en busca de manchas de sangre y, extranamente, no encontraron ninguna. Liaron dos cigarrillos y se pusieron a fumar.
Entonces Bill, de repente, escupio su pitillo.
– Maldita sea. Maldita suerte la nuestra.
– ?Que pasa, Bill?
– ?Nos olvidamos de coger su cartera!
– Oh, mierda -dijo Harry.
Un hombre
George estaba tumbado en su remolque, echado de espaldas, mirando una pequena television portatil. Los platos de la cena estaban sin limpiar, los platos del desayuno estaban sin limpiar, necesitaba un afeitado, y la ceniza de su cigarrillo liado le caia sobre la camiseta, y cuando le quemaba la piel, blasfemaba y se la sacudia de encima.
Se oyeron unos golpes en la puerta del remolque. El se levanto lentamente y abrio la puerta. Era Constance. Llevaba una botella de whisky sin abrir en una bolsa.
– George, he dejado a ese hijo de puta, no pude aguantar a ese hijo de la gran puta por mas tiempo.
– Sientate.
George abrio la botella, cogio dos vasos, lleno cada uno con un tercio de whisky y dos de agua, y se sento en la cama con Constance. Ella saco un cigarrillo de su bolso y lo encendio. Estaba bebida y sus manos temblaban.
– Tambien me he llevado su maldito dinero. Agarre su maldito dinero y me largue mientras el estaba trabajando. No sabes lo que he sufrido con ese hijo de puta.
– Dame algo para fumar -dijo George.
Ella le alcanzo un pitillo y cuando estaba mas cerca, George le puso su brazo alrededor, se la atrajo y la beso.
– Tu, hijo de puta -dijo ella sonriendo-, te eche de menos.
– Yo eche de menos esas magnificas piernas, Connie. Realmente eche de menos esas piernas.
– ?Te siguen gustando?
– Me pongo cachondo solo de verlas.
– Nunca lo he podido hacer con un tio educado -dijo Connie-. Son demasiado blandos, no son hombres. Y este tio limpiaba la casa, George, era como tener una criada. Lo hacia todo. El piso estaba sin una mota de polvo. Podias comerte un filete fuera del plato, en medio del suelo, donde fuese. El era antiseptico, eso es lo que era.
– Bebe algo. Te sentiras mejor.
– Y era incapaz de hacer el amor.
– ?Quieres decir que no se le levantaba?
– Oh, si se le levantaba. La tenia siempre tiesa. Pero no sabia como hacer feliz a una mujer, ya sabes. No sabia actuar. Todo ese dinero, toda esa educacion. Era un inutil.
– A mi me hubiera gustado tener estudios.
– No necesitas nada de eso. Tu tienes todo lo que necesitas, George.
– Solo soy un desgraciado. Todos esos trabajos de mierda…
– Te digo que tienes todo lo que necesitas, George. Tu sabes como hacer feliz a una mujer.
– ?Si?
– Si. ?Y quieres saber algo mas? ?Su madre venia con nosotros…! ?Su