– A mi me puedes llamar Bill.

– Gracias.

– Tienes una cara como si hubieses llegado al final de algo.

– Solo pasa que estoy cansado de estar marginado y de estar pasado. Estoy hecho una mierda.

– ?Quieres volver a la sociedad, Harry?

– No, no es eso. Pero me gustaria salirme de todo esto.

– Esta el suicidio.

– Lo se.

– Escucha -dijo Bill- lo que necesitamos es un poco de pasta facil para tener un respiro.

– Si, claro. ?Pero como?

– Bueno, tiene sus riesgos.

– ?Como que?

– Yo solia hacer robos en casas. No esta mal. Ahora podria tener un buen companero.

– De acuerdo, estoy dispuesto a intentar lo que sea. Estoy ya enfermo de judias aguadas, rosquillas de una semana, el albergue de la Mision, las lecturas de la biblia, los ronquidos…

– Nuestro principal problema es como llegar a donde podamos actuar.

– Yo tengo un par de pavos.

– Esta bien, nos encontraremos a medianoche. ?Tienes un lapiz?

– No.

– Espera, pedire uno prestado.

Bill volvio con un trozo de lapiz. Cogio una servilleta y escribio en ella.

– Coges el autobus de Beverly Hills y le dices al conductor que te deje aqui ?ves? Entonces caminas dos manzanas hada el norte. Yo estare esperando. ?Lo haras?

– Estare alli.

– ?Tienes mujer, tio? -pregunto Bill.

– La tuve -contesto Harry.

Hacia frio aquella noche. Harry bajo del autobus y subio las dos manzanas hacia el norte. Estaba oscuro, muy oscuro. Bill estaba alli fumando un cigarrillo liado. No estaba muy a la vista, estaba apoyado en un gran arbusto.

– Hola, Bill.

– Hola, Harry. ?Estas listo a empezar tu nueva y lucrativa carrera?

– Estoy listo.

– Muy bien. He estado echando una ojeada por estos lugares. Creo que he elegido un buen sitio. Aislado. Huele a dinero. ?Estas asustado?

– No. No estoy asustado.

– Perfecto. Ten sangre fria y sigueme.

Harry siguio a Bill por la acera a lo largo de una manzana y media, entonces Bill se metio entre dos arbustos que daban a un gran jardin con cesped. Caminaron sigilosamente hacia la parte trasera de la casa, un gran chalet de dos pisos. Bill se paro en una ventana. Entreabrio la persiana con su cuchillo, entonces escucharon inmoviles. No se oia ni una mosca. Bill desmonto la persiana y la quito. Empezo a trabajar en la ventana. Estuvo manipulando en la ventana por largo rato y Harry empezo a pensar: Dios, estoy con un aficionado. Estoy con una especie de loco. Entonces se abrio por fin la ventana y Bill subio por ella. Harry pudo ver su culo colarse dentro bamboleando. Esto es ridiculo, penso. ?Hacen esto los hombres?

– Vamos, entra -le dijo Bill en voz baja.

Harry trepo hasta dentro. Olia de verdad a dinero, y a barniz de muebles.

– Cristo, Bill. Ahora si que estoy asustado. Esto no tiene sentido.

– No hables tan alto. Tu quieres librarte de esas judias aguadas, ?no?

– Si.

– Bueno, entonces se un hombre.

Harry se quedo quieto mientras Bill abria lentamente cajones y metia cosas en sus bolsillos. Parecia que estaban en un comedor. Bill se estaba llenando los bolsillos de cucharas, cuchillos y tenedores.

?Como vamos a sacar algo con eso?, penso Harry.

Bill siguio metiendose los cubiertos de plata en los bolsillos de su abrigo. Entonces se le cayo un cuchillo. El suelo era duro, sin alfombra, y el sonido se produjo fuerte y claro.

– ?Quien anda ahi?

Bill y Harry no contestaron.

– ?Dije que quien anda ahi!

– ?Que pasa, Seymour? -dijo una voz femenina.

– Me ha parecido oir algo. Algo me ha despertado.

– ?Oh, duermete!

– No. He oido algo.

Harry escucho el sonido de una cama y a continuacion los pasos de un hombre. El hombre entro por la puerta del comedor y se encontro con ellos. Iba con un pijama, era un hombre joven, de unos 26 o 27 anos, con el pelo largo y una perilla.

– Muy bien, vosotros, capullos, ?que estais haciendo en mi casa?

Bill se volvio hacia Harry.

– Entra en el dormitorio. Seguro que hay un telefono alli. Asegurate de que ella no lo utilice. Yo me ocupo de este.

Harry se fue hacia el dormitorio, vio la puerta, entro, vio a una chica rubia de unos 23 anos, con el pelo largo y suelto, con un camison de fantasia, sus pechos transparentandose a traves de el. Habia un telefono en la mesita de noche y ella no estaba utilizandolo. Se llevo asustada el dorso de la mano a la boca. Estaba erguida en la cama.

– No grite -dijo Harry- o la mato.

Se quedo alli de pie mirandola, pensando en su propia mujer, pero nunca en la vida habia tenido una mujer como aquella. Harry empezo a sudar, sentia vertigo, se miraban fijamente el uno al otro.

Harry se sento en la cama.

– ?Dejad tranquila a mi mujer, si no os matare! -dijo el joven. Bill acababa de entrar con el. Lo llevaba agarrado por el cuello con su cuchillo apoyado en medio de la espalda.

– Nadie va a hacer dano a tu mujer, tio. Solo dinos donde tienes tu apestoso dinero y nos iremos.

– Te he dicho que todo el que tengo esta en mi cartera.

Bill apreto su brazo contra el cuello y clavo el cuchillo un poco mas. El joven hizo una mueca de dolor.

– Las joyas -dijo Bill-, llevame a donde esten las joyas.

– Estan arriba…

– Muy bien. ?Llevame alli!

Harry vio como Bill se lo llevaba fuera. Harry siguio mirando fijamente a la chica y entonces ella le miro. Unos ojos azules, con las pupilas dilatadas de terror.

– No grite -le dijo- o la mato. ?Asi que portese bien o la mato!

Ella estaba paralizada, sus labios empezaron a temblar. Eran del mas puro rosa palido, y entonces, la boca de Harry se pego a la suya. Estaba bebido y su boca sucia, rancia; la de ella era blanda, fresca, delicada, temblorosa. El la cogio de la cabeza con sus manos, aparto la suya hacia atras y la miro a los ojos.

– Tu, puta -dijo-. ?Tu, maldita puta!

La beso de nuevo, mas fuerte. Cayeron juntos en la cama, bajo el peso de Harry. El se estaba quitando los zapatos, manteniendola sujeta debajo suyo. Empezo a quitarle las bragas, bajandoselas a lo largo de las piernas, todo el tiempo sujetandola y besandola.

– Tu, puta, condenada puta…

– ?Oh NO! ?Cristo, NO! ?Mi mujer NO, cabrones!

Harry no los habia oido entrar. El joven dio un grito. Luego Harry oyo un gorgoteo sordo. Se incorporo y miro

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