Luego tuvimos que volver a nuestras celdas. Me habia sacado un dolar limpio.

A la manana siguiente entre mas temprano en el juego. Gane 2,50 $ por la manana y 1,75 por la tarde. Cuando acabo el juego se me acerco un chico.

– Parece que va por el buen camino, senor -me dijo.

Le di quince centavos. Me dio las gracias y se fue. Otro tio se acerco y me dijo:

– ?Le has dado algo a ese hijo de puta?

– Si, 15 centavos.

– Hace trampas. No le des nada.

– No me habia dado cuenta.

– Si, es muy rapido. Mueve los dados.

– Me fijare manana.

– Aparte, es un jodido exhibicionista. Les ensena el pito a las ninitas pequenas.

– Ya -dije-, odio a esa clase de mamones.

La comida era muy mala. Una noche despues de la cena le mencione a Taylor mis ganancias con los dados.

– Sabes -dijo el-, puedes comprar comida aqui, buena comida.

– ?Como?

– El cocinero viene despues de que apaguen las luces. Te trae la comida del alcaide, la mejor. Postre, buenos guisos, bien condimentados. Es un cocinero buenisimo. El alcaide lo encerro aqui por eso.

– ?Cuanto nos costaria un par de cenas?

– Dale una moneda. No mas de quince centavos.

– ?Solo eso?

– Si le das mas pensara que eres un imbecil.

– De acuerdo. Quince centavos.

Taylor se ocupo de arreglarlo. A la noche siguiente, despues de que apagaran las luces, esperamos y matamos chinches, una a una.

– Ese cocinero mato a dos personas. Es un gran hijo de perra, un salvaje. Mato a un tio, le metieron diez anos, salio de aqui, pasaron dos o tres dias y ya habia matado a otro tipo. Esta es solo una prision provisional, pero el alcaide lo mantiene aqui permanentemente porque es un cocinero muy bueno.

Oimos a alguien acercarse. Era el cocinero. Me levante y el paso la comida. La cogi y la lleve hasta la mesa, luego volvi a la puerta de la celda. Era un gigante hijo de puta, asesino de dos personas. Le di 15 centavos.

– Gracias, capullete. ?Quieres que vuelva manana por la noche?

– Todas las noches.

Taylor y yo nos sentamos ante la comida. Cada cosa estaba en su plato. El cafe estaba bueno y caliente, la carne -roast beef- estaba tierna. Pure de patatas, peras dulces, galletas, salsa, mantequilla y pastel de manzana. No habia comido tan bien en cinco anos.

– Ese cocinero violo a un marinero el otro dia. Le dejo tan mal que no podia ni andar. Lo tuvieron que hospitalizar.

Me tome un gran bocado de pure de patatas con salsa.

– Tu no tienes por que preocuparte -dijo Taylor-. Eres tan condenadamente feo que nadie querra violarte.

– Me preocupaba mas poder conseguirme algun culo para mi.

– Bueno, te indicare las mariconas que hay por aqui. Algunos tienen dueno y otros no.

– Esta comida es muy buena.

– Mierda que si. Bueno, hay dos clases de mariconas aqui. Los que llegan ya siendolo y los que se hacen en la prision. No hay nunca mariconas suficientes para todos, asi que los chicos tienen que fabricar unas cuantas extras para satisfacer las necesidades.

– Eso es lamentable.

– Las mariconas hechas en prision suelen estar un poco magulladas, debido a los coscorrones que se llevan. Al principio se resisten.

– ?Si?

– Si. Entonces se dan cuenta de que es mejor ser una maricona viva que una virgen muerta.

Acabamos nuestra cena, nos tumbamos en nuestras literas, combatimos a las chinches, e intentamos dormir.

Segui ganando a los dados todos los dias. Apostaba mas fuerte y seguia ganando. La vida en prision se iba volviendo cada vez mejor. Un dia, me dijeron que no bajara al patio. Dos agentes del F.B.I. vinieron a visitarme. Me hicieron algunas preguntas, y entonces uno de ellos me dijo:

– Hemos investigado acerca de usted. No tiene que ir a juicio. Ira a un centro de instruccion. Si el ejercito le acepta, entrara en el. Si le rechazan, sera de nuevo un civil libre.

– A mi casi me gusta estar aqui en la carcel -dije.

– Si, tiene buen aspecto.

– No hay tension -dije-, y nada de alquileres, ni impuestos, ni discusiones con las chicas, ni cuentas de electricidad, agua, ropa, comidas, ni resacas…

– Siga haciendose el listo y se la va a cargar.

– Oh, mierda -dije-, solo estaba bromeando. Figurese que soy Bob Hope.

– Bob Hope es un buen americano.

– Yo tambien lo seria si tuviese la pasta que el tiene.

– Siga hablando. Podemos meterle una buena.

No conteste. Uno de los tios llevaba un maletin. Se levanto primero. El otro le siguio y se fueron.

Nos dieron a todos una bolsa con el almuerzo y nos metieron en un camion. Eramos veinte o veinticinco. Habiamos desayunado hacia solo hora y media, pero todo el mundo estaba ya metiendole mano a la bolsa del almuerzo. No estaba mal: un sandwich bologna, uno de mantequilla de cacahuete y un platano podrido. Mi almuerzo se lo pase a los otros tios. Estaban muy quietos y callados. Ninguno de ellos reia o bromeaba. Miraban fijamente al frente. La mayoria eran negros o mestizos. Y todos eran enormes.

Pase el examen fisico, y entonces fui a ver al psiquiatra.

– ?Henry Chinaski?

– Si.

– Sientese.

Me sente.

– ?Cree usted en la guerra?

– No.

– ?Desea ir a la guerra?

– Si.

Me miro. Yo mire fijamente a mis pies. Parecia estar leyendo un monton de papeles que tenia delante de el. Le llevo unos cuantos minutos. Cuatro, cinco, seis, siete minutos. Entonces hablo.

– Escuche, voy a celebrar una fiesta el miercoles proximo por la noche. Van a ir doctores, abogados, artistas, escritores, actores y todo eso. Puedo ver que usted es un hombre inteligente. Quiero que vaya a la fiesta. ?Ira?

– No.

Empezo a escribir. Escribio y escribio y escribio. Me pregunte como podia saber tanto sobre mi. Yo no sabia tanto de mi como para escribir todo ese tiempo.

Le deje escribir. Me era indiferente. Ahora que no podia ir a la guerra, casi queria ir a la guerra. Pero, al mismo tiempo, me alegraba de estar fuera. El doctor acabo de escribir. Me di cuenta de que los habia enganado como a bobos. Mi objecion hacia la guerra no era la de que tenia que matar a alguien o ser matado sin ningun sentido, el argumento clasico que dificilmente funcionaba. Lo que yo objetaba era que me negaran mi derecho a sentarme en un cuartucho, no pegar golpe, beber vino barato y volverme loco por mi cuenta y riesgo.

No queria que me despertara ningun tio con una trompeta. No queria dormir en barracones con un manojo de saludables obsesos sexuales amantes del futbol bien alimentados sensatos masturbadores adorables aterrorizados de pedos rosas amantes de sus madres modestos animales jugadores de baloncesto chicos americanos con los

Вы читаете Mujeres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату