que yo tendria que ser amigable, con los que tendria que emborracharme al licenciarme, con los que me tendria que tumbar de espaldas escuchandoles contar docenas de aburridos, obvios, chistes verdes. No queria sus sabanas sarnosas ni sus uniformes sarnosos ni su humanidad sarnosa. No queria cagar en el mismo sitio o mear en el mismo sitio o joderme a la misma puta que ellos. No queria ver las unas de sus pies ni leer las cartas que les llegarian de sus casas. No queria ver sus culos meneandose delante de mi en formacion cerrada, no queria hacer amigos, no queria hacer enemigos, simplemente no queria nada con ellos o lo que fuese. Matar o ser matado no importaba.
Luego de esperar dos horas en un banco durisimo en medio de un tunel marron y metalico, con suelo de cemento y un viento frio soplando a traves, me dejaron ir y yo sali y camine hacia el norte. Pare a comprar un paquete de cigarrillos. Entre en el primer bar que vi, me sente, pedi un scotch con agua, quite el celofan del paquete, saque un cigarrillo, lo encendi, cogi la bebida en mi mano, me bebi la mitad, eche el humo, mire mi hermosa cara en el espejo. Parecia extrano estar fuera. Parecia extrano, poder caminar en cualquier direccion adonde me apeteciese.
Solo por divertirme me levante y me fui hacia el servicio. Mee. Era otro horrible urinario de bar; casi vomito en el lavabo. Sali, meti una moneda en la maquina tocadiscos, me sente y escuche los ultimos exitos. No eran muy buenos. Tenian el ritmo pero no el espiritu. Mozart, Bach y los Bee seguian haciendolas parecer malas. Iba a echar de menos esas partidas de dados y la buena comida. Pedi otro trago. Mire a mi alrededor. Habia cinco hombres y ninguna mujer. Estaba de vuelta en las calles americanas.
Pittsburgh Phil y compania
Este tio, Sommerfield, no trabajaba en nada y ademas le pegaba a la botella. Era una especie de imbecil y yo trataba de evitarle, pero el siempre estaba asomado colgando de la ventana medio bebido. Me veia salir de mi casa y siempre me decia lo mismo:
– Hey, Hank. ?Por que no me llevas a las carreras?
Y yo siempre le contestaba:
– Un dia de estos, Joe, hoy no.
Bueno, el seguia y seguia siempre con lo mismo, colgando de la ventana medio borracho, asi que un dia le dije:
– Esta bien, Cristo, vamos…
Y nos fuimos a las carreras.
Enero en Santa Anita, si conocieras ese hipodromo sabrias que puede hacer verdadero frio cuando estas perdiendo. El viento llega de las montanas nevadas y tus bolsillos estan vacios y tiemblas y piensas en la muerte y en los tiempos duros y en el alquiler y todo lo demas. No es un sitio muy agradable para perder. En Hollywood Park por lo menos puedes volver a tu casa bronceado.
Nos fuimos a las carreras. El hablo durante todo el camino. No habia estado jamas en un hipodromo. Le tuve que explicar la diferencia entre ganador, colocado y apuesta multiple. Ni siquiera sabia lo que era una valla de salida o un folleto de apuestas. Cuando llegamos, utilizo mi folleto. Tuve que ensenarle a leerlo. Le pague la entrada y le compre un programa. Todo lo que el tenia eran dos dolares, me los enseno. Suficiente para una apuesta.
Dimos una vuelta antes de la primera carrera, mirando a las mujeres. Joe me dijo que no habia estado con una mujer en cinco anos. Era un tio de apariencia miserable, un verdadero perdedor. Pasamos las paginas del folleto de apuestas y miramos a las mujeres; entonces Joe me dijo:
– ?Como es que el caballo 6 esta 14 a uno? A mi me parece el mejor.
Trate de explicarle por que el caballo estaba 14 a uno en relacion con los otros caballos, pero el no me escuchaba.
– Tan cierto como el infierno que es el mejor. No lo entiendo. Yo voy a apostar por el.
– Son tus dolares, Joe -dije yo-, y no pienso prestarte ni un centimo cuando los pierdas.
El nombre del caballo era Red Charley, una bestia de aspecto triste. Salio con las cuatro patas vendadas. Cuando la gente lo vio, su cotizacion bajo a 18 a uno. Yo puse diez dolares a ganador al caballo logico, Bold Latrine, un apretado manojo de clase, con una buena temporada a sus espaldas, y segundo favorito en la carrera. Pense que 7 a 2 era un buen precio para ese caballo.
Era un recorrido de milla y cuarto. Red Charley estaba ya en 20 a uno cuando salio de la valla, y salio el primero; no podias perderlo de vista con tanto vendaje. El chico le pego fuerte y saco cuatro cuerpos en la primera recta, debia creerse que estaba en una carrera de cuarto de milla. El jockey solo habia ganado dos veces en 40 montas y en seguida se veia por que. Llevaba seis cuerpos de ventaja en la recta de vuelta. La espuma caia a chorros por el cuello de Red Charley; parecia condenada crema de afeitar.
En la ultima curva los seis cuerpos habian disminuido a cuatro y todo el paquete le iba ganando distancia. Al entrar en la recta final, Red Charley solo sacaba un cuerpo y medio y mi caballo, Bold Latrine, iba avanzando cada vez mas. Yo me sentia como si estuviera alli dentro. A mitad de la recta solo me sacaba una cabeza. Unos metros mas y estaria el primero. Pero siguieron de ese modo hasta el final. Red Charley gano por una cabeza. Pagaron 42,80 dolares.
– Sabia que era el mejor -dijo Joe, y se fue a cobrar su dinero. Cuando volvio me pidio el folleto de nuevo. Lo ojeo.
– ?Como es que Big H esta 6 a uno? -me pregunto-. Parece el mejor.
– Puede que te parezca el mejor a ti -dije-, pero segun los expertos en caballos y handicap, verdaderos profesionales, su valor es de 6 a uno.
– No te cabrees, Hank. Ya se que soy un novato en este juego. Solo quiero decir que me parece como si debiera ser el favorito. No se. Voy a apostar por el de todas formas. Voy a apostar diez dolares de ganador.
– Es tu dinero, Joe. Solo tuviste suerte en la primera carrera, el juego no es tan sencillo.
Bueno, Big H gano y pagaron 14,40 dolares. Joe empezo a pavonearse. Leimos de nuevo el folleto en el bar y Joe pidio una bebida para cada uno y le dio al camarero un dolar de propina. Cuando nos ibamos del bar, se dirigio al camarero y le dijo: «Barney’s Mole esta solo en esta carrera». Barney’s Mole era el favorito a 6/5, asi que no me parecio una prediccion tan disparatada. De todos modos, al acabar la carrera, ganador, represento dinero. Pagaron a 4,20 dolares y Joe se saco 20 dolares gracias a el.
– Esta vez -me dijo- eligieron favorito al caballo adecuado.
Al acabar la jornada, de nueve carreras, Joe habia acertado ocho ganadores. En el camino de vuelta, estuvo todo el rato preguntandose como podia haberse equivocado en la septima carrera.
– Blue Truck parecia con mucho el mejor. No entiendo como llego tercero.
– Joe, has ganado 8 de 9. Esa es la suerte del novato. No sabes lo jodido que es este juego.
– A mi me parece facil. Simplemente eliges el ganador y luego recoges tu dinero.
No volvi a hablar en todo el resto del viaje. Esa misma noche llamo a mi puerta y se presento con una botella de whisky y el folleto de apuestas. Le ayude a vaciar la botella, el me dijo los nueve ganadores del dia siguiente y me explico por que. Teniamos entre nosotros a un verdadero experto. Yo sabia como podian subirse las carreras a la cabeza. Una vez tuve 17 ganadores seguidos y pense en comprar casas a todo lo largo de la costa y empezar un negocio de esclavos blancos para proteger mis ganancias de los inspectores de Hacienda. Asi de loco te puedes volver.
Me moria de ganas por llevar a Joe al hipodromo al dia siguiente. Queria ver su cara cuando fallasen todas sus predicciones. Los caballos eran solo animales hechos de carne. Continuamente fallaban. Como decian los viejos aficionados: «Hay una docena de formas de perder una carrera y solo una de ganarla».
Bueno, pues no ocurrio asi. Joe acerto 7 de sus 9 ganadores; caballos desconocidos, de tarifa media. Y todo el camino de vuelta estuvo maldiciendo sus dos perdedores. No podia entender por que habia fallado. Yo no dije nada. El hijo de puta podia tener razon. Pero los porcentajes acabarian venciendolo. Comenzo a explicarme que yo apostaba mal, y el modo adecuado de hacerlo. Dos dias en el hipodromo y ya era un experto. Yo llevaba jugando 20 anos y el tio me estaba diciendo que no conocia mi propio culo.
Fuimos toda la semana y Joe siguio ganando. Se volvio tan insoportable que no pude aguantarle por mas tiempo. Se compro traje y sombrero nuevos, zapatos y camisas, y empezo a fumar puros de medio dolar. Les dijo