los cangrejos. Mason abrio los ojos, se incorporo y le miro. Cristo, lo que un hombre tenia que aguantar para poder vivir.
– Nene -dijo dulcemente-, le rompiste dos costillas a Sonny Wellborn la noche pasada. ?Me oyes?
– Escuche… -Chonjacki empezo a decir.
– No una costilla. No, no una costilla solamente. Dos. Dos costillas. ?Me oyes?
– Pero…
– ?Escucha, gilipollas! ?Dos costillas! ?Me oyes? ?Me oyes?
– Le oigo.
Mason dejo su cigarrillo, se levanto de la butaca y camino hacia la silla de Chonjacki. Se podria decir que Chonjacki tenia buena pinta. Se podria decir que era un chico guapo. Pero nunca se podria decir lo mismo acerca de Mason. Mason era viejo. Cuarenta y cinco. Medio calvo. Hombros caidos. Divorciado. Cuatro hijos. Dos en la carcel. Seguia lloviendo. Iba a llover por casi dos dias y tres noches. El rio de Los Angeles se excitaria y pretenderia ser un rio.
– ?Levantate! -dijo Mason.
Chonjacki se levanto. Cuando estuvo de pie, Mason le metio la izquierda en la tripa y cuando la cabeza de Chonjacki bajo, la enderezo con un gancho de derecha. Entonces se sintio un poco mejor. Era como una taza de Ovaltina en una manana hiela-culos de enero. Se fue andando hacia su butaca y se sento de nuevo. Esta vez no encendio un cigarrillo. Encendio su puro de 15 centavos. Encendio su puro de despues del almuerzo antes de almorzar. Asi de bien se sentia. Tension. No podias dejar que esa mierda hiciera presa en ti. Su antiguo cunado habia muerto de una ulcera sangrante. Solo porque no habia sabido librarse de la tension.
Chonjacki se sento. Mason le miro.
– Esto, nene, es un
Chonjacki estaba alli sentado, escuchando la lluvia. Se preguntaba si su coche iba a arrancar. Siempre tenia problemas para arrancar su coche en dias de lluvia. De todos modos, era un buen coche.
– Te he preguntado, nene, si me he expresado bien.
– Oh, si, si…
– Dos costillas partidas. Dos de las costillas de Sonny Wellborn partidas. Es nuestro mejor jugador.
– ?Espere! El juega para los Vultures. ?Como puede ser nuestro mejor jugador? Wellborn juega para los Vultures.
– ?Gilipollas! ?Nosotros llevamos a los Vultures!
– ?Que llevan a los Vultures?
– Si, chupaculos. Y a los Angels y los Coyotes y los Cannibals y cualquier otro maldito equipo de la liga, son todos de nuestra propiedad, todos esos chicos…
– Cristo…
– ?No, Cristo no; Cristo no tiene nada que ver con esto! Pero, espera, me has dado una idea, idiota.
Mason se dirigio hacia Underwood, que seguia mirando la lluvia por la ventana.
– Es algo que hay que pensar -le dijo.
– Uh -dijo Underwood.
– Deja de pensar en tu polla, Cliff. Piensa en esto.
– ?En que?
– Cristo en patines. Tiene posibilidades ilimitadas.
– Si. Si. Podemos enfrentarle con el diablo.
– Eso es bueno. Si, el diablo.
– Podemos incluso hacer algo con la Cruz.
– ?La Cruz? No, ya hay bastante tomate.
Mason se volvio hacia Chonjacki. Chonjacki seguia alli. Se sorprendio de verle. Si se hubiera encontrado con un mono alli sentado, se hubiera sorprendido menos. Mason habia visto muchas cosas. Pero no era un mono, era Chonjacki. Tenia que hablar con Chonjacki. Deber, deber… todo por el alquiler, un pedazo ocasional de culo y un entierro en el campo. Los perros tienen pulgas, los hombres tienen problemas.
– Chonjacki -dijo-, por favor, dejame que te explique algo. ?Me escuchas? ?Eres capaz de escuchar?
– Estoy escuchando.
– Esto es un negocio. Trabajamos cinco noches a la semana. Salimos en television. Alimentamos familias. Pagamos impuestos. Votamos. Compramos papeletas de los jodidos policias como cualquier otro. Sufrimos dolor de muelas, insomnio, enfermedades venereas. Nos gusta celebrar las Navidades y el Ano Nuevo como todo el mundo. ?Entiendes?
– Si.
– Incluso, a veces, nos deprimimos. Somos humanos. Yo incluso, a veces me deprimo. Algunas veces me siento como si llorara en medio de la noche. Tan cierto como el infierno que me senti llorar la pasada noche cuando le rompiste las dos costillas a Wellborn…
– ?Me estaba puteando, senor Mason!
– Chonjacki, Wellborn no tocaria un pelo del codo izquierdo de tu abuela. El lee a Socrates, Robert Duncan y W. H. Auden. Ha estado en la Liga cinco anos y no ha causado el suficiente dano fisico para molestar siquiera a una vieja beata…
– Me estaba atacando, me acosaba, me estaba gritando…
– Oh, Cristo -dijo Mason, dulcemente. Puso su puro en el cenicero-. Hijo, te lo he dicho. Somos una familia, una gran familia. No nos hacemos dano entre nosotros. Nos hemos conseguido la mejor audiencia subnormal de todos los deportes. Hemos reunido a la mayor masa de idiotas vivos que nos meten el dinero directamente en nuestros bolsillos. ?Te das cuenta? Hemos sacado al clasico idiota de la lucha profesional, de
– Cierto -dijo Underwood.
– Vamos a hacerle una demostracion.
– De acuerdo.
Mason se levanto de su escritorio y se fue hacia Underwood.
– Tu, hijo de puta -dijo-. Te voy a matar. Tu madre se traga sus propios pedos y tiene un conducto urinario sifilitico.
– Tu madre come mierda de gato vomitada -dijo Underwood.
Se fue desde la ventana hacia Mason. Mason pego primero. Underwood rodo por encima del escritorio.
Mason le hizo una llave alrededor del cuello con el brazo izquierdo y le pego en la cabeza con el puno y el antebrazo derechos.
– Las tetas de tu hermana le cuelgan por debajo del cono y se mojan en la orina cuando caga -le dijo Mason a Underwood. Underwood le cogio del brazo de espaldas y lo volteo por encima suyo. Mason rodo contra la pared y choco estruendosamente. Entonces se levanto, fue hacia su escritorio, se sento en la butaca, cogio su puro y le dio una chupada. Seguia lloviendo. Underwood volvio a apoyarse contra la ventana mirando las gotas de lluvia.
– Cuando un hombre trabaja cinco noches por semana no puede permitirse el lujo de ser lastimado. ?Entiendes, Chonjacki?
– Si, senor.
– Ahora mira, chico, aqui tenemos una regla general, que es… ?Estas escuchando?
– Si.
– …que es: Cuando alguien en la Liga hace dano a otro jugador, queda fuera del juego, fuera de la Liga; de hecho, desaparece como jugador, entra en la lista negra de cualquier torneo en America. Y puede que en Rusia y China y Polonia tambien. ?Te metes eso en la cabeza?
– Si.
– Ahora vamos a dejarte pasar esto porque hemos gastado mucho tiempo y dinero en fabricarte. Eres el Mark Spitz de nuestra Liga, pero podemos barrerte igual que ellos pueden barrerle a el, si no haces exactamente lo que te digamos.
– Si, senor.