una situacion un poco irregular. Hoy es tu dia de suerte y es mi dia de suerte. ?Cuanta suerte es eso?
Michael, debil, temblando de fiebre y casi delirando, miro hacia arriba, pero lo unico que vio fue oscuridad. No reconocio la voz del hombre. Parecia un hibrido de acentos australiano y del sur de Londres, hablando deprisa, con inflexiones rapidas y nerviosas. ?Era Davey con otro de sus acentos? No, no lo creia. La cabeza le daba vueltas. Estaba confuso. No sabia donde se encontraba. ?En el ataud?
?Estaba muerto?
Tenia la cabeza a punto de estallar y la garganta seca. Intento abrir la boca, pero no podia separar los labios. Le corria hielo por las venas.
«Estoy muerto.»
– Estabas en un ataud mojado horrible, todo empapado y reumatico. Ahora estas en una cama comoda, seca y calentita. Ibas a morir. Ahora quiza no mueras, ?pero quiero recalcar que las probabilidades no son muchas!
La voz se desvanecio en la oscuridad. Michael estaba hundiendose, bajando por el hueco de un ascensor, bajando, bajando, las paredes pasaban deprisa. Intento gritar, pero los labios no se movian. Algo le presionaba con fuerza la boca. Solo podia emitir grunidos de panico.
Luego, otra vez la voz, muy cerca, como si el hombre fuera en el ascensor con el.
– ?Sabes lo que es el gato de Schrodinger, Mike?
Aun seguian bajando. ?Cuantos pisos? ?Acaso importaba?
– ?Estudiaste fisica en el colegio?
?Quien era ese tipo? ?Donde estaba?
– Davey -intento decir, pero lo unico que le salio fue un murmullo.
– Si sabes algo de ciencia, Mike, sabras lo que es. El gato de Schrodinger estaba dentro de una caja y estaba vivo y muerto a la vez. Como tu en estos momentos, amigo mio.
Michael sintio que la conciencia lo abandonaba. Ahora el ascensor se balanceaba sobre unas cuerdas; la oscuridad parecia pasar a toda velocidad, una y otra vez. Cerro los ojos. Luego noto una explosion de calor y vio rojo a traves de los parpados. Abrio los ojos y los cerro con fuerza de inmediato para protegerlos del resplandor cegador.
– Creo que no deberias quedarte dormido. Tienes que mantenerte despierto, Mike. No puedo dejar que te me mueras, me causarias muchos problemas. Te dare mas agua y glucosa dentro de un rato, debo darte comida despacio. Me entrenaron para todas estas cosas, estas en buenas manos. Entrenamiento en la selva. Se como sobrevivir y ayudar a otros a sobrevivir. Has tenido suerte de que fuera yo quien te encontrara. Tengo que mantenerte despierto. Hablaremos un rato, nos conoceremos un poco mejor, estableceremos vinculos, ?de acuerdo?
Michael intento hablar de nuevo. Tan solo emitio un murmullo. Intentaba recordar la sensacion de que lo sacaran del ataud, de estar sobre un sitio blando en una furgoneta; pero ?eso no fue en la despedida de soltero? ?Era ese tipo quizas uno de sus amigos? ?No estaban muertos? ?Mark? Ahora solo queria cerrar los ojos y dormir.
Agua fria le azoto la cara y se sobresalto. Abrio los ojos de inmediato, parpadeando en la oscuridad acuosa.
– Solo te mantengo despierto, no pretendo molestarte, colega.
Ahora la voz parecia mas australiana que del sur de Londres.
Michael temblo. El agua lo habia espabilado unos segundos. Intento mover los brazos, comprobar si aun estaba dentro del ataud, pero no pudo. Intento mover las piernas, pero tampoco lo consiguio; era como si las tuviera atadas. Intento levantar la cabeza, tocar la tapa, pero apenas tuvo fuerzas para levantarla unos centimetros.
– Supongo que te preguntaras quien soy y donde estas.
Michael volvio a cerrar muy fuerte los ojos cuando una explosion de luz lo deslumbro y le hirio las retinas como una quemadura solar. Emitio otro grunido.
– No pasa nada, Mike, no te molestes en intentar contestar. Es cinta adhesiva, es complicado decir algo con eso. Ya hablare yo, tu solo escucha, hasta que te encuentres mejor, claro. ?Trato hecho?
Michael estaba perplejo, pero profundamente inquieto al mismo tiempo. Nada tenia sentido. Se pregunto si estaria sonando o alucinando.
– Primero, Mike, voy a explicarte las normas de la casa. Nada de preguntarme quien soy ni donde estamos. ?Entendido?
Michael volvio a grunir.
– Ya te lo recordare mas tarde de todos modos. ?Has visto alguna vez esa pelicula de Stephen King,
Michael oyo la pregunta en su cabeza confusa, pero no estaba seguro de si iba dirigida a el o a otra persona.
– Mmmm -dijo.
– Que gran pelicula. ?Recuerdas? James Caan esta retenido por una admiradora loca, Kathy Bates, que le rompe las piernas con un mazo para que no pueda escapar; pero en la novela no era asi, ?lo sabias, Mike? ?Lo sabias?
– Mmmm.
– En realidad, en la novela le cortaba una pierna y se la cauterizaba con un soplete. Hay que ser bastante rarito para hacer eso, ?no te parece, Mike?
Michael se quedo mirando la oscuridad, intentando distinguir los rasgos, poner una cara a la voz, comprobar si venia de arriba, de abajo o de dentro de el.
– ?Te parece o no te parece, Mike?
– Mmmm.
– Llevo cinco dias escuchandote, Mike. A ti y a tu coleguita, Davey. Imagino que te resultaba frustrante hablar con el. A mi tambien me habria pasado, de haber estado en tu lugar. -El hombre se rio-. Es bastante jodido. Te quedas atrapado ?y la unica persona en todo el mundo que sabe que estas vivo es un puto retrasado! -Se quedo callado unos momentos, luego prosiguio-. Yo tambien estaba alli contigo, Mike, por supuesto, pero no queria interrumpiros. Asi es el codigo de los radioaficionados, no te metas en la conversacion de otro. Bueno, en cualquier caso es mi codigo. ?Como estas?
A Michael le estallaba la cabeza. A su alrededor, la oscuridad daba vueltas y vueltas, aun mas deprisa ahora.
– Estas bien. Veinticuatro horas mas en esa tumba y ya podrias haberte quedado alli, pero ahora te pondras bien. Yo hare que recuperes las fuerzas. Eres afortunado, me entrene en los marines de Australia. Cuerpo de transmisiones. Lo se todo sobre supervivencia, no podrias estar en mejores manos, Mike. Yo diria que eso vale mucho, ?tu, no? Hablo de dinero, Mike. ?De mucho dinero! ?De pasta gansa!
– Mmmm.
– Pero me temo que necesitare una prueba de autenticidad, Mike. ?Entiendes que significa? Una prueba de que eres tu. ?Me sigues?
Michael cerro los ojos al recibir otro destello de luz. Luego volvio a abrirlos y vislumbro el reflejo de un cuchillo.
– Esto te dolera un poco, pero no tienes de que preocuparte, Mike. No voy a hacer lo mismo que Kathy Bates, no estoy loco, no voy a lisiarte. Solo necesito una prueba de autenticidad, eso es todo.
Entonces, Michael, en su delirio, sintio un dolor atroz en el dedo indice izquierdo. Solto un grito agonico y un tornado de aire le subio a mil por hora por la traquea y chirrio a traves de la cinta adhesiva como un alma en pena.
Capitulo 65
Cuando llego a Brighton poco antes de la medianoche, Roy Grace estaba muy despierto. El expreso largo que