– ?Quiere entrar? -dijo Phil Wheeler, con voz mas que titubeante.

– Si tiene unos minutos, se lo agradeceria.

Por dentro, la casa estaba casi como por fuera y el hedor que desprendia el lugar revelaba a un gran fumador. Grace siguio al hombre a un salon lugubre con un sofa, dos sillones y un televisor grande y viejo. Casi cada centimetro del suelo y de los muebles estaba cubierto de revistas de motos, revistas de musica country y caratulas de discos de vinilo. Sobre el aparador, habia una fotografia de una mujer rubia con las manos en los hombros de un nino pequeno montado en una escuter y algunos adornos de porcelana barata, pero absolutamente nada en las paredes. Un reloj en la repisa de la chimenea, incrustado en el vientre de un caballo de carreras de porcelana desportillada, marcaba las siete y diez. A Grace le sorprendio, al consultar su propio reloj, que fuera, mas o menos, preciso.

Retirando varias caratulas de discos de un sillon, Phil Wheeler dijo, a modo de explicacion:

– A Davey le gustaba esta musica, solia ponerla todo el tiempo, le gustaba coleccionar… -Callo y salio de la habitacion-. ?Un te? -le pregunto.

– No, gracias -dijo Grace, que no estaba seguro de que clase de higiene reinaria en la cocina.

La mayoria de los inspectores jefe habrian delegado este nivel de interrogatorio a un policia de rango inferior, pero Grace siempre habia creido en trabajar sobre el terreno personalmente. El funcionaba asi; era uno de los aspectos del trabajo policial que le parecian mas interesantes y gratificantes, aunque, a veces, como ahora, resultaba muy dificil.

Al cabo de un par de minutos, Phil Wheeler regreso a la habitacion moviendose pesadamente, aparto un fajo de revistas y algunas caratulas mas del sofa y se acomodo en el. Luego se saco una lata de tabaco del bolsillo. La abrio con el pulgar, saco un paquete de papel de fumar y luego procedio, con una mano, a liarse un cigarrillo. Grace no pudo evitar observarle: siempre le habia fascinado que alguien pudiera hacer aquello.

– Senor Wheeler, tengo entendido que su hijo le conto que habia mantenido conversaciones por walkie-talkie con una persona que esta desaparecida, Michael Harrison.

Phil Wheeler paso la lengua por el papel y sello el cigarrillo.

– No puedo entender por que alguien querria hacerle dano a mi nino. Era la persona mas amable del mundo. -Sosteniendo el cigarrillo sin encender, barrio el aire con la mano-. El pobre chico tuvo, ya sabe, una hidrocefalia, una encefalitis. Era lento, pero caia bien a todo el mundo.

Grace sonrio apenado.

– Tenia muchos amigos en la policia de trafico.

– Era buen chaval.

– Eso tengo entendido.

– Era mi vida.

Grace espero. Wheeler encendio el cigarrillo con una cerilla que cogio de una caja de Swan Vesta y, unos momentos despues, el humo dulce floto hacia Grace. Respiro hondo, disfrutando del olor, pero no de la tarea. Hablar con las personas que acababan de perder a un ser querido siempre habia sido, en su opinion, el peor aspecto del trabajo policial.

– ?Puede contarme algo sobre las conversaciones que mantuvo? ?Sobre el walkie-talkie?

El hombre dio una calada y, mientras hablaba, una gran bocanada de humo le salio por la boca y la nariz.

– Me enfade bastante con el, el…, no se, el viernes o el sabado. No sabia que tenia esa cosa. Al final me conto que lo habia encontrado cerca de ese terrible accidente que tuvieron los cuatro chicos el martes por la noche.

Grace asintio con la cabeza.

– No dejaba de hablar de su nuevo amigo. Para serle sincero, no le preste demasiada atencion. Davey vivia, ?como decirlo? Vivia en su pequeno mundo la mayoria del tiempo. Siempre mantenia conversaciones con gente dentro de su cabeza. -Dejo el cigarrillo en un cenicero de lata, luego se seco los ojos con un panuelo estrujado y se sorbio la nariz-. Siempre estaba hablando. A veces, tenia que desconectar, si no, me habria vuelto loco.

– ?Recuerda lo que le dijo sobre Michael Harrison?

– Estaba muy emocionado, creo que fue el viernes. Le habian dicho que podria ser un heroe. Vera, le encantaban las series de television americanas de policias, siempre queria ser un heroe. No dejaba de hablar de que sabia donde estaba alguien y que el era la unica persona del mundo que lo sabia y que era su oportunidad de ser un heroe; pero no le preste demasiada atencion. Habia tenido un dia muy ocupado, tuvimos que remolcar dos coches accidentados. No lo relacione.

– ?Tiene el walkie-talkie?

Wheeler nego con la cabeza.

– Davey debio de llevarselo con el.

– ?Conducia?

Nego con la cabeza.

– No. A veces le gustaba coger el volante de la grua, yo le dejaba si ibamos por una carretera tranquila. Ya sabe, coger el volante con una mano; pero no, no conducia, no era apto. Tenia una bicicleta de montana, pero eso era todo.

– Lo encontramos a unos diez kilometros de aqui. ?Cree que fue a buscar a Michael Harrison? ?Para intentar ser un heroe?

– El sabado por la tarde yo tuve que ir a remolcar un coche. No quiso venir conmigo, me dijo que tenia un asunto importante.

– ?Un asunto importante?

Phillip Wheeler se encogio de hombros con tristeza.

– Le gustaba creer que era importante.

Grace sonrio, pensando para sus adentros «como a todos».

– ?Dedujo algo por lo que le conto Davey sobre donde podria estar Michael Harrison? -le pregunto luego.

– No, no se me ocurrio relacionarlo, asi que no preste demasiada atencion a lo que decia.

– ?Seria posible ver el cuarto de su hijo, senor Wheeler?

Phil Wheeler senalo con el dedo detras de Grace.

– En la caseta prefabricada. A Davey le gustaba vivir alli. Puede entrar. Por favor, no se moleste si no le acompano. Yo… -Saco su panuelo.

– No pasa nada, lo entiendo.

– Esta abierta.

Grace cruzo el patio y se dirigio a la caseta. El perro al que aun no habia visto, y que creia que debia estar al fondo de la propiedad, comenzo a ladrar de nuevo, incluso con mayor agresividad. Clavado a la pared junto a la puerta habia un cartel de advertencia a los intrusos que advertia: «?Respuesta armada!».

Comprobo el pomo de la puerta, luego la abrio, entro y piso las losetas de moqueta, varias de las cuales tenian los bordes levantados, pero la mayoria estaban cubiertas de calcetines, calzoncillos, camisetas, envoltorios de caramelos, una caja de hamburguesa del McDonald's abierta, con la tapa manchada de ketchup solidificado, componentes de coche, tapacubos, matriculas americanas antiguas y varias gorras de beisbol. El cuarto estaba incluso mas desordenado que la casa y apestaba a pies, lo cual le recordo a los vestuarios de los colegios.

Gran parte del espacio del cuarto estaba ocupado por una cama y un televisor inestable que se debatia entre el blanco y negro y el color, en el cual vio los creditos de Ley y orden. A Grace nunca le habia gustado ver series britanicas de policias; siempre se irritaba cuando sacaban procedimientos equivocados o decisiones estupidas de los investigadores. Las series americanas de policias parecian mas emocionantes, mas equilibradas; pero quiza se debiera a que no conocia suficientemente bien los procedimientos policiales estadounidenses para ser critico.

Echo un vistazo a su alrededor y vio que las paredes estaban empapeladas con anuncios que parecian arrancados de revistas. Mirando mas detenidamente, identifico que todos ellos correspondian a cosas americanas: coches, armas, comida, bebidas, vacaciones.

Tras pasar por delante de la caja de hamburguesa, miro un ordenador Dell muy antiguo, con un disquete saliendo de la parte delantera del procesador, que compartia mesa con un paquete de Twinkies, un Bart Simpson de plastico de quince centimetros y un trozo grande de papel de carta a rayas en el que habia unas anotaciones a boli escritas con letra de nino.

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