?Pero sabia que los esvis de este planeta son humanos? ?Tan humanos como usted o yo o Lepennon… ya que todos descendemos de la misma cepa hainiana original?

—Esa es la teoria cientifica, lo se…

—Coronel, es la verdad historica.

—No estoy obligado a aceptarla como un hecho —dijo el viejo coronel montando en colera —y no me gusta que me atribuyan cosas que no he dicho. Lo importante es que estos creechis miden un metro de estatura, estan cubiertos de piel verde, no duermen y segun mi criterio no son seres humanos.

—Capitan Davidson —dijo el cetiano—, ?usted considera humanos a los esvis nativos, o no?

—No lo se.

—Pero usted tuvo relaciones sexuales con una… la mujer de ese Selver. ?Tendria usted relaciones sexuales con un animal? ?Y que opina el resto de ustedes? —Miro uno tras otro al congestionado coronel, a los cenudos comandantes, a los lividos capitanes, a los rastreros especialistas —. No han pensado las cosas a fondo — concluyo. De acuerdo con sus propios criterios, era un insulto brutal.

El comandante del Shackleton saco al fin algunas palabras del abismo de embarazoso silencio.

—Bien, senores, la tragedia de Campamento Smith esta por cierto intimamente ligada con todo el problema de las relaciones entre colonos y nativos, y no es de ningun modo un episodio insignificante o aislado. Esto es lo que teniamos que establecer. Y siendo este el caso, creo que podemos aliviar los problemas de ustedes. La finalidad principal de nuestro viaje no era traer aqui un par de centenares de muchachas, aunque se que Es han evado esperando, sino llegar a Prestno, donde ha habido alguna dificultad, y entregarle al gobierno un ansible. Es decir, un transmisor CID.

—?Que? —dijo Sereng, un ingeniero.

Alrededor de la mesa, todas las miradas parecian hipnotizadas.

—El que tenemos a bordo es un modelo antiguo, y cuesta aproximadamente una renta planetaria anual. Esto, por supuesto, hace veintisiete anos de tiempo planetario, cuando partimos de la Tierra. Hoy los fabrican en serie, y son relativamente economicos: parte del equipo normal de las naves de la Armada. A su debido tiempo una nave robot o tripulada vendra hasta aqui para traerles el que corresponde a la colonia. En realidad, sera una nave tripulada de la Administracion, que ya esta en camino, y llegara aqui dentro de nueve punto cuatro anos terrestres, si mal no recuerdo.

—?Como lo sabe? —pregunto alguien, enfrentandose al comandante Yung.

—Por el ansible, el que tenemos a bordo —respondio sonriendo el comandante —. Senor Or, ustedes inventaron el instrumento, ?podria explicarselo a los aqui presentes que no estan familiarizados con los terminos?

El cetiano no se conmovio.

—No intentare explicar a los presentes —dijo —como funciona un ansible, pero para describir los efectos basta una frase: la transmision instantanea de un mensaje a cualquier distancia. Uno de los elementos tiene que estar instalado en un gran cuerpo solido, el otro puede ser cualquier punto del cosmos. Desde que esta en orbita el Shackleton se ha comunicado diariamente con Terra, ahora a una distancia de veintisiete anos luz. Un mensaje no tarda cincuenta y cuatro anos en ir y venir, como ocurre con los aparatos electromagneticos. No tarda ningun tiempo. Ya no hay brecha de tiempo entre los mundos —Tan pronto como salimos del tiempo de dilatacion NAFAL y entramos en el espacio tiempo planetario, aqui, telefoneamos a casa, como quien dice —prosiguio la voz suave del comandante —. Y nos contaron todo lo que ocurrio durante los veintisiete anos que estuvimos viajando. La brecha de tiempo subsiste para los cuerpos, pero no para la informacion. Como ustedes comprenderan, esto es tan importante para nosotros como especie interestelar, como la aparicion del lenguaje en las etapas primitivas de nuestra evolucion. Tendra el mismo efecto: hacer posible una sociedad.

—El senor Or y yo partimos de la Tierra, hace veintisiete anos, como delegados de nuestros respectivos gobiernos, Tau II y Hain —dijo Lepennon. La voz era siempre suave y afable, pero ya no habia en ella ninguna vehemencia —. Cuando partimos, la gente hablaba de la posibilidad de fundar una especie de liga entre los mundos civilizados, ahora que las comunicaciones eran posibles. La Liga de los Mundos ya existe. Existe desde hace dieciocho anos. El senor Or y yo somos ahora Emisarios del Consejo de la Liga, y por consiguiente tenemos ciertos poderes y responsabilidades que no teniamos en la Tierra.

Los tres, los que habian bajado de la nave, seguian diciendo las mismas cosas: existe un comunicador instantaneo, existe un gobierno supremo interestelar… Crease o no. Se habian confabulado, y mentian. Cuando este pensamiento le cruzo por la mente, Lyubov reflexiono, y decidio que era una sospecha razonable pero injustificada, un mecanismo de defensa. Sin embargo, algunos de la plana mayor, habituados a pensar en compartimientos estancos, especialistas en autodefensa, aceptarian la sospecha tan sin dilaciones como el la habia desechado. Quienquiera que reivindicase de pronto una nueva autoridad no podia ser sino un farsante o un conspirador. Una reaccion no menos compulsiva que la de Lyubov, que habia aprendido a mantener la mente abierta en cualquier circunstancia.

—?Tenernos que aceptarlo todo… solo porque usted lo dice, senor? —pregunto el coronel Dongh, con dignidad y cierto patetismo.

El, demasiado aturdido para mantener los pensamientos en compartimentos estancos, sabia que no debia creer lo que decian Lepennon, Or y Yung, pero en realidad lo creia, y tenia miedo.

—No —dijo el cetiano —. Eso es cosa del pasado. Antes, una colonia como esta recibia las noticias que llegaban en anacronicos mensajes radiales, traidos por naves de paso, y nada mas. Ahora ustedes pueden comprobar lo que decirnos. Vamos a dejarles el ansible destinado a Prestno. Tenemos autorizacion de la Liga para hacerlo. Recibida, naturalmente, a traves del ansible. Esta colonia se halla en mala situacion. Peor de lo que me parecio comprender a traves de los informes de ustedes. Esos informes son muy incompletos; culpa de la censura o de la tonteria. Ahora, sin embargo, tendran el ansible, y podran hablar con la Administracion Terraquea; podran pedir ordenes, y asi sabran que hacer. Dados los profundos cambios que se han producido en la organizacion del Gobierno Terraqueo desde que partimos de alli les recomendaria que hablaran inmediatamente. Ya no hay pretextos para actuar de acuerdo con ordenes obsoletas; por ignorancia; por una autonomia irresponsable.

Agrio el cetiano y, como la leche, se mantenia agrio. El tono del senor Or habia sido despotico, y el comandante Yung tendria que ordenarle que cerrase la boca. Pero ?podia acaso? ?Cual era el rango de un “Emisario del Consejo de la Liga de los Mundos”?

?Quien manda aqui? penso Lyubov, y tambien el sintio de pronto un estremecimiento de miedo. El dolor de cabeza le habia vuelto como una sensacion de constriccion, una venda que le oprimia las sienes.

Miro a traves de la mesa las manos blancas de dedos largos de Lepennon, la izquierda apoyada sobre la derecha, inmoviles, sobre la desnuda madera pulida. De acuerdo con las normas esteticas de Lyubov, aprendidas en la Tierra, la piel blanca era un defecto, pero la serenidad y la fuerza de aquellas manos le seducian. Para los hanianos, reflexiono la civilizacion era algo natural. La conocian desde hacia tanto. Vivian la vida sociointelectual con la gracia de un gato que caza en un jardin, la precision de la golondrina que busca el verano mas alla del mar. Eran expertos. Nunca tenian que posar, que fingir. Eran lo que eran. En ningun otro pueblo la envoltura humana parecia tan adecuada. ?Excepto, quiza, los hombrecillos verdes? Los descarriados, minusculos, supraadaptados y estancados creechis, que eran tan absolutamente, tan honestamente, tan serenamente lo que eran…

Un oficial, Benton, le pregunto a Lepennon si el y Or estaban en este planeta como observadores de la (titubeo) Liga de los Mundos, o si estaban autorizados para…

Lepennon se apresuro a responderle cortesmente: —Somos simples observadores, sin autoridad para dar ordenes, solo para informar.

Ustedes siguen siendo responsables solo ante el gobierno de la Tierra.

El coronel Dongh dijo con alivio: —Entonces nada ha cambiado fundamentalmente…

—Se olvida usted del ansible —le interrumpio Or —. Tan pronto como hayamos finalizado con esta discusion, le dire como manejarlo, coronel. Y entonces podra consultar a la Administracion Colonial.

—Visto y considerando que el problema de ustedes aqui es bastante urgente, y que la Tierra es ahora un miembro de la Liga y podria en los ultimos anos haber modificado de algun modo el Codigo Colonial, el consejo del senor Or es a la vez adecuado y oportuno.

Tendriamos que agradecer profundamente al senor Or y al senor Lepennon la decision de ceder a esta colonia terraquea el ansible destinado a Prestno. Ellos lo decidieron; a mi solo me toca aplaudir. Ahora bien, hay que tomar aun una decision, Y esta me incumbe; apelare como guia al juicio de todos ustedes. Si creen que la

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