en cuclillas o sentada en el musgo humedo y suave que rodeaba al roble—, la primera cosa es que yo quiero tener ante todo una definicion clara de que significan exacta y precisamente esos terminos propuestos por ustedes, y que significan como garantia de seguridad para mi personal aqui presente y bajo mis ordenes.

Hubo un silencio.

—Algunos de ustedes entienden mi lengua, ?no?

—Si. Lo que no entiendo es su pregunta, senor Dongh.

—?Coronel Dongh, si me hace el favor!

—Entonces usted me llamara a mi coronel Selver, si me hace el favor.

Un canturreo vibro en la voz de Selver que se puso de pie, dispuesto a combatir, mientras las melodias le fluian como rios por la mente.

Pero el viejo yumeno no se movio; enorme, pesado e iracundo, no acepto el desafio.

—No vine aqui para ser insultado por vosotros, pigmeos humanoides —dijo.

?Pero los labios le temblaron mientras lo decia. Era viejo, y se sentia acobardado y humillado. Toda esperanza de triunfo se extinguio en Selver. Ya no habia triunfo en el mundo, solo muerte. Se volvio a sentar.

—No fue mi intencion insultarle, coronel Dongh —dijo con resignacion —?Quiere repetir la pregunta, por favor?

—Quiero oir los terminos de su proposicion, y luego ustedes oiran los nuestros, y eso es todo lo que quiero saber.

Selver repitio lo que le habia dicho a Gosse.

Dongh lo escucho con aparente impaciencia.

—Muy bien. Lo que ustedes no comprenden es que desde hace tres dias tenemos una radio en funcionamiento en el pabellon. —Selver lo sabia en realidad. Reswan habia averiguado en seguida que era el objeto lanzado por el helicoptero, temiendo que pudiera tratarse de un arma; los guardias le informaron que era una radio y permitio que los yumenos la retuviesen. Selver se limito a sacudir la cabeza —. Eso quiere decir que hemos estado en contacto con los tres campamentos, los dos de Isla King y el de Nueva Java, directamente, y si hubiesemos decidido preparar un golpe y escapar de la carcel del pabellon, nos hubiera sido muy facil hacerlo. Los helicopteros nos arrojarian armas y cubririan nuestros movimientos con sus ametralladoras. Un lanzallamas nos habria bastado para salir del pabellon, y en caso de necesidad hay bombas que pueden volar toda una isla ustedes no Es han visto funcionar, por supuesto.

—Y si escapaban del pabellon, ?adonde habrian ido?

—El hecho real, sin introducir en esto ningun elemento incoherente o erroneo, es que ahora las fuerzas de ustedes nos superan considerablemente en numero, pero nosotros tenemos los cuatro helicopteros en los campamentos, que es inutil que intenten inutilizar puesto que estan bajo custodia armada permanente, asi como todos los explosivos. De manera que la cruda realidad de la situacion es que estamos empatados, si lo podemos llamar asi, y que debemos discutir en igualdad de condiciones. Esta es, por supuesto, una situacion transitoria. De ser necesario estamos autorizados a una accion militar defensiva a fin de impedir una guerra por todos los medios. Ademas estamos respaldados por el Poder belico de la Flota Terraquea Interestelar, que podria borrar definitivamente del cielo vuestro planeta. Pero estas ideas son demasiado abstractas para nosotros, de modo que digamoslo tan clara y llanamente como sea posible: estamos dispuestos a negociar con vosotros, en los terminos de un equitativo marco de referencia.

La paciencia de Selver era corta; sabia que el malhumor era un sintoma de su deteriorado estado mental, pero ya no podia dominarlo.

—Prosiga, entonces.

—Bien, ante todo quiero que se comprenda claramente que tan pronto como tuvimos la radio en nuestro poder ordenamos a los otros campamentos que no nos trajeran armas ni intentaran ningun rescate aereo, y que las represalias estaban estrictamente prohibidas.

—Eso fue prudente. ?Que mas?

El coronel Dongh inicio una replica furibunda, y de pronto se interrumpio; se habia puesto muy palido.

—?No hay aqui donde sentarse? —pregunto.

Selver dio la vuelta por detras del grupo de yumenos, subio la pendiente, entro en la cabana de dos habitaciones, y cogio la silla plegable del escritorio. Antes de abandonar la habitacion silenciosa se inclino y apoyo la mejilla sobre la madera rayada y tosca del escritorio, donde siempre se habia sentado Lyubov cuando trabajaba con Selver o a solas; algunos de sus papeles estaban alli todavia; Selver los acaricio. Llevo la silla afuera y la instalo en la tierra mojada por la lluvia. El viejo se sento, mordiendose los labios, los ojos almendrados arrugados de dolor.

—Senor Gosse, quiza usted pueda hablar por el coronel —dijo Selver —. El no se siente bien.

—Yo seguire con las conversaciones —dijo Benton, adelantandose, pero Dongh meneo la cabeza y murmuro—: Gosse.

Con el coronel como oyente mas que como orador, las cosas anduvieron mejor. Los yumenos aceptaban las condiciones de Selver. Con una promesa mutua de paz, retirarian todos los destacamentos y vivirian en una sola area, la region que habian desbrozado en Sornol Central: unos dos mil kilometros cuadrados de tierras onduladas, bien regadas. Se comprometian a no entrar en los bosques; la gente del bosque se comprometio a no entrar en las Tierras Mutiladas.

Las cuatro aeronaves sobrevivientes dieron motivo a algunas discusiones. Los yumenos insistian en que las necesitaban para traer a sus hombres a Sornol desde las caras islas. Como las maquinas solo podian transportar cuatro hombres en cada viaje, a Selver le parecio que los yumenos llegarian mas rapido a Eshsen caminando y les ofrecio el auxilio de unas balsas para cruzar el estrecho; pero al parecer los yumenos no eran grandes caminadores. Muy bien, podian conservar los helicopteros para lo que ellos llamaban la “Operacion Aerea de Rescate”. Despues de eso tenian que destruirlos.

Negativa. Indignacion. Cuidaban mas de sus maquinas que de sus cuerpos. Selver transigio, diciendo que podian conservar los helicopteros a condicion de que volaran solamente sobre las Tierras Mutiladas y que las armas que habia en ellas fuesen destruidas. Tambien este punto suscito discusiones, pero entre ellos, mientras Selver esperaba, repitiendo de vez en cuando los terminos de su exigencia, porque en este punto no estaba dispuesto a ceder.

—?Que diferencia hay, Benton? —dijo por ultimo el anciano coronel, furibundo y tembloroso —. ?No ve que no podemos usar esas malditas armas? Hay tres millones de estos humanoides diseminados por todas estas islas del demonio, todas cubiertas de arboles y malezas, sin ciudades, sin redes de servicios vitales, sin un control centralizado.

No se puede desmantelar con bombas una estructura del tipo guerrilla, eso esta demostrado, y en realidad la parte del mundo en que yo naci lo demostro durante casi treinta anos, derrotando una tras otra a las grandes superpotencias en el siglo veinte. Y hasta que llegue una nave, no estaremos en condiciones de demostrar nuestra superioridad. ?Al demonio con el equipo grande si podemos conservar las armas blancas para la caza y la defensa personal!

Dongh era el Viejo para ellos, la Autoridad Suprema, y al final su opinion prevalecio, como hubiera podido hacerlo en un Albergue de Hombres. Benton se enfurruno. Gosse empezo a hablar de lo que sucederia si la tregua era violada, pero Selver le interrumpio.

—Esas son posibilidades, y aun no hemos acabado con las certezas. Esa Gran Nave de ustedes ha de volver dentro de tres anos, es decir tres anos y medio en la cronologia terrestre. Hasta entonces, son libres aqui. No les sera muy duro. Nada mas se retirara de Centralville, excepto algunos de los trabajos de Lyubov que yo quiero conservar. Todavia tienen aqui la mayor parte de las herramientas para cortar arboles y remover la tierra; si necesitan mas, las minas de hierro de Peldel estan dentro de este territorio. No hay ninguna confusion posible, me parece. Solo resta saber una cosa: cuando esa nave venga, ?que querra hacer con ustedes, y con nosotros?

—No lo sabemos —dijo Gosse.

Y Dongh explico: —En primer lugar, si ustedes no hubieran destruido el ansible, ahora podriamos recibir informacion regular sobre estos problemas, y nuestros informes influirian ciertamente en las decisiones que puedan adoptarse sobre el estatus definitivo de este planeta, decisiones que podriamos comenzar a poner en practica antes que la nave regrese a Prestno. Pero de esa injustificable destruccion, debida al desconocimiento de vuestros propios intereses, no se ha salvado ni siquiera una radio capaz de retransmitir a una distancia de unos

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