– Imperturbable y calvo, y parpadeaba como un pajaro… ?Igual que un ave de rapina! Y usted dinamito su casa, despues de que el le salvara de la policia. ?No esta mal!

Finalmente, llegue al termino de mi relato. Se levanto con lentitud y me miro desde la chimenea.

– Puede olvidarse de la policia -dijo-. No tiene dada que temer por parte de la ley.

– ?Valgame Dios! -exclame-. ?Han encontrado al asesino?

– No. Pero hace quince dias le borraron de la lista de sospechosos.

– ?Por que? -pregunte con estupefaccion.

– Principalmente porque recibi una carta de Scudder. Le conocia, y habia trabajado para mi. Era medio loco, medio genio, pero honrado a carta cabal. Lo malo de el fue su empeno en querer actuar solo. Eso impidio que nos fuera de utilidad en el servicio secreto… una lastima, porque estaba excepcionalmente dotado. Creo que era el hombre mas valiente de este mundo, porque siempre temblaba de miedo, y a pesar de ello nada le hacia desistir de su empeno. El treinta y uno de mayo recibi una carta suya.

– Pero entonces ya hacia una semana que estaba muerto.

– La carta fue escrita y echada al correo el dia veintitres. Al parecer, no temia un fallecimiento inmediato. Sus comunicaciones solian tardar una semana en llegarme, porque primero eran enviadas a Espana y despues a Newcastle. Estaba obsesionado por ocultar sus huellas.

– ?Que decia? -balbucee.

– Nada. Unicamente que se hallaba en peligro, pero que habia encontrado refugio en casa de un buen amigo, y que recibiria noticias suyas antes del quince de junio. No me daba ninguna direccion, pero decia que vivia cerca de Portland Place. Creo que su proposito era librarle a usted de toda sospecha si ocurria algo. Cuando la recibi fui a Scotland Yard, revise la transcripcion de la encuesta judicial, y comprendi que usted era el amigo. Hicimos averiguaciones sobre usted, senor Hannay, y llegamos a la conclusion de que era un hombre respetable. Adivine los motivos de su desaparicion, no solo la policia, sino tambien los otros, y cuando recibi la nota de Harry adivine el resto. Le estoy esperando desde hace una semana.

Pueden imaginarse el peso que todo esto me quito de encima. Volvi a sentirme un hombre libre, pues ahora solo deberia enfrentarme a los enemigos de mi pais, no a la ley de mi pais.

– Ahora echemos una hojeada a esa agenda -sugirio sir Walter.

Tardamos mas de una hora en terminar. Le explique la clave, y el la capto con facilidad. Corrigio mi interpretacion en varios puntos, pero en conjunto habia sido correcta. Tenia una expresion solemne en el rostro cuando terminamos, y guardo silencio unos momentos.

– No se que pensar -dijo al fin-. Tiene razon en una cosa: lo que ocurrira pasado manana. ?Como diablos ha podido saberse? Es horrible. Pero todo esto de la guerra y la «Piedra Negra» aun es peor, parece un melodrama. ?Ojala hubiese tenido mas confianza en el criterio de Scudder! Lo malo de el es que era demasiado romantico. Tenia un temperamento artistico, y queria que todo fuese mejor de lo que Dios lo hizo. Ademas, se dejaba llevar por toda clase de prejuicios. Los judios, por ejemplo, le hacian perder los estribos. Los judios y las altas finanzas.

»“La piedra Negra” -repitio-. Der Schwarzestein. Es como una novela barata. ?Y todas esas tonterias acerca de Karolides! Esta es la parte mas inconsistente de la historia, porque lo mas probable es que el virtuoso Karolides nos sobreviva a los dos. Ni un solo estado europeo desea verle muerto. Ademas, ultimamente se ha dedicado a adular a Berlin y Viena, y ha hecho pasar momentos muy dificiles a mi jefe. ?No! En esto, Scudder se equivoco. Francamente, Hannay, no creo esta parte de la historia. Se esta preparando un asunto muy feo y el averiguo demasiado y perdio la vida a causa de ello. Sin embargo, este es el riesgo que corren todos los espias. Una cierta potencia europea hace un pasatiempo de su sistema de espionaje, y sus metodos no son demasiado particulares. Como paga por trabajo a destajo, sus componentes no se detienen ante uno o dos asesinatos. Quieren tener nuestros planes navales para su coleccion del Marinamt; pero no los conseguiran.

En ese momento el mayordomo entro en la habitacion.

– Una llamada de Londres, sir Walter. Es el senor Eath, y quiere hablar personalmente con usted.

Mi anfitrion salio a hablar por telefono.

Volvio a los cinco minutos con la cara livida.

– Lamento lo que he dicho de Scudder -declaro-. Karolides ha sido asesinado esta misma tarde, unos minutos despues de las siete.

8. La llegada de la «Piedra Negra»

Cuando a la manana siguiente baje a desayunar, tras dormir ocho horas seguidas, encontre a sir Walter descifrando un telegrama entre bollos y mermeladas. Su alegria del dia anterior parecia haberse desvanecido por completo.

– Ayer me pase una hora al telefono despues de que usted se fuera a acostar -dijo-. Encargue a mi jefe que hablara con el primer lord y el ministro de la Guerra, y traeran a Royer un dia antes. Este telegrama lo confirma. Estara en Londres a las cinco. Es extrano que la palabra clave equivalente a souschef d’etat major-general sea «puerco».

Me indico cuales eran los platos calientes y prosiguio:

– No es que piense que vaya a servir de mucho. Si sus amigos fueron lo bastante listos para averiguar la fecha de la primera cita, lo seran para descubrir el cambio. Me gustaria saber donde esta la filtracion. Creiamos que en Inglaterra solo habia cinco hombres enterados de la visita de Royer, y puede estar seguro de que en Francia hay menos, pues alli son incluso mas cautelosos en estas cosas.

Continuo hablando mientras desayunabamos, sorprendiendome al hacerme objeto de sus confidencias.

– ?No pueden cambiarse las disposiciones? -pregunte.

– Podrian cambiarse -dijo-, pero queremos evitarlo siempre que sea posible. Son el resultado de larguisimos estudios, y ninguna alternativa seria tan buena. Ademas, hay uno o dos puntos en los que no se puede hacer ningun cambio. Sin embargo, supongo que si fuera absolutamente necesario, podria hacerse alguna cosa. Pero no resultaria facil, Hannay. Nuestros enemigos no seran tan tontos como para arrebatar el maletin a Royer o algo por el estilo. Saben que eso nos pondria en guardia. Su proposito es obtener los detalles sin que ninguno de nosotros lo sepa, de modo que Royer regrese a Paris creyendo que el asunto sigue siendo un secreto. Si no pueden hacerlo asi habran fracasado, porque en el caso de que nosotros sospechemos saben que cambiaremos todos los planes.

– Entonces no podemos separarnos del frances ni un solo momento hasta que regrese a su pais -dije-. Si creyeran que pueden obtener la informacion en Paris, no lo intentarian aqui. Deben tener en Londres un plan lo bastante bueno para considerarlo factible.

– Royer cena con mi jefe, y despues ira a mi casa para entrevistarse con cuatro hombres: Whittaker del Almirantazgo, yo, sir Arthur Drew y el general Winstanley. El primer lord esta enfermo, y ha ido a Sheringhan. En mi casa recibira cierto documento de manos de Whittaker, y despues sera llevado en coche a Portsmouth, donde un destructor le conducira a El Havre. Su viaje es demasiado importante para que tome el barco de linea. No le dejaremos solo ni un momento hasta que se halle en suelo frances. Igual que a Whittaker hasta que se reuna con Royer. Es todo lo que podemos hacer, y no creo que pueda producirse algun fallo. De todos modos, estoy muy nervioso. El asesinato de Karolides provocara un verdadero alboroto en todas las cancillerias europeas.

Despues de desayunar me pregunto si sabia conducir.

– Bueno, hoy me hara de chofer y se pondra el uniforme de Hudson. Son aproximadamente de la misma estatura. Usted esta metido en este asunto y no podemos correr ningun riesgo. Nos enfrentamos con hombres desesperados, que no respetaran la casa de campo de un funcionario gubernamental.

Al llegar a Londres habia comprado un coche y me habia distraido viajando por el sur de Inglaterra, de modo que conocia algo de su geografia. Lleve a sir Walter a la ciudad por la carretera de Bath y me desenvolvi bastante bien. Era una calida manana de junio, y resulto delicioso atravesar las pequenas ciudades con sus calles recien regadas, y los jardines del valle del Tamesis. Deje a sir Walter en su casa de Queen Anne’s Gate a las once en punto. El mayordomo vendria en tren con el equipaje.

Lo primero que hizo fue acompanarme a Scontland Yard. Alli se entrevisto con un caballero de aspecto estirado y cara de abogado.

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