encendidas, lo que me parecio muy extrano. Me pregunte si Scudder ya se habria acostado.
Aprete el interruptor, pero alli no habia nadie.
De repente vi algo al otro extremo de la habitacion que me hizo soltar el cigarro y estremecerme de pies a cabeza.
Mi huesped estaba tendido boca arriba. Un enorme cuchillo le atravesaba el corazon y le mantenia clavado en el suelo.
2. El lechero emprende sus viajes
Me sente en un sillon porque la cabeza me daba vueltas. Eso duro cinco minutos, y fue seguido por un acceso de terror. La blanca cara con ojos vidriosos a poca distancia de mi era mas de lo que podia resistir, y consegui coger un mantel y taparla. Despues fui tambaleandome hasta la mesa de las bebidas, encontre el conac y engulli varios tragos. No era la primera vez que veia un cadaver; yo mismo habia matado a unos cuantos hombres en la guerra de Matabele; pero ese asesinato a sangre fria era diferente. Sin embargo, logre dominarme. Consulte mi reloj, y vi que eran las diez y media.
De pronto me asalto una idea, y registre el piso de arriba abajo. No habia nadie, ni el rastro de nadie, pero baje todas las persianas y puse la cadena de la puerta.
Cuando termine habia recobrado mis cinco sentidos, y pude volver a pensar. Tarde una hora en aclarar mis ideas, y no me apresure, pues a menos que el asesino regresara, tenia hasta las seis de la madrugada para reflexionar.
Me encontraba en un apuro; eso era evidente. Cualquier duda que hubiese podido tener sobre la verdad de la historia de Scudder ya se habia desvanecido. La prueba estaba debajo del mantel. Los hombres que sabian que el sabia lo que sabia le habian localizado, y habian tomado medidas drasticas para asegurarse de su silencio. Si, pero habia estado cuatro dias en mi piso, y sus enemigos debian haber supuesto que habia confiado en mi. Asi pues, yo seria la siguiente victima. Podia suceder aquella noche, o al cabo de un dia o de dos, pero de todos modos estaba sentenciado.
De repente se me ocurrio otra posibilidad. ?Que pasaria si ahora saliera a la calle y llamara a la policia, o me fuera a acostar y dejara que Paddock encontrase el cadaver y les llamara a la manana siguiente? ?Que historia les contaria sobre Scudder?
Habia mentido a Paddock acerca de el, y toda la situacion resultaba desesperadamente inverosimil. Si lo confesaba todo y revelaba a la policia todo lo que el me habia contado, se limitarian a reirse de mi. Lo mas probable era que me culparan de asesinato, y las pruebas circunstanciales eran suficientes para ahorcarme. Pocas personas me conocian en Inglaterra; no tenia ningun amigo verdadero que pudiera responder de mi. Quiza fuese esto lo que pretendian aquellos enemigos secretos. Eran muy listos, y una carcel inglesa constituia un medio tan efectivo para quitarme de en medio hasta el quince de junio como un cuchillo en mi pecho.
Ademas, si revelaba toda la historia y por algun milagro me creian, estaria siguiendoles el juego. Karolides se quedaria en su pais, que era lo que ellos deseaban. De un modo u otro la vision del livido rostro de Scudder me habia convertido en un apasionado partidario de su plan. El habia desaparecido, pero despues de haber depositado su confianza en mi, y yo estaba destinado a llevar a cabo su trabajo.
Quiza les parezca algo ridiculo para un hombre en peligro de muerte, pero yo lo veia asi. Soy un tipo normal y corriente, no mas valeroso que otras personas, pero no me gusta ver a un hombre derrotado y aquel cuchillo no significaria el fin de Scudder si yo podia jugar la partida en su lugar.
Tarde una o dos horas en llegar a esta conclusion, pero entonces ya me habia decidido. Tenia que desaparecer de algun modo, y no dejarme encontrar hasta finales de la segunda semana de junio. Entonces tendria que hallar la manera de ponerme en contacto con alguien del gobierno y decirle lo que Scudder me habia contado. Desee que me hubiera contado algo mas, y haber escuchado con mas atencion lo poco que me habia revelado. Solo conocia las lineas generales de la confabulacion. Corria el riesgo de que, aunque lograra sobrevivir a los demas peligros, al final no me creyeran. Tenia que arriesgarme y confiar en que sucediera algo que confirmase mi relato a ojos del gobierno.
Lo primero que debia hacer era mantenerme con vida durante las tres semanas siguientes. Estabamos a veinticuatro de mayo, por lo que deberia mantenerme oculto durante veinte dias antes de entrar en accion. Comprendi que dos grupos de personas harian todo lo posible para encontrarme: los enemigos de Scudder para liquidarme, y la policia que me buscaria por el asesinato de Scudder. Seria una caceria vertiginosa, y es extrano lo mucho que me conforto la perspectiva. Habia estado inactivo tanto tiempo que recibia con agrado cualquier clase de actividad. Si hubiera tenido que quedarme sentado junto a aquel cadaver y confiar en el destino, habria reaccionado con abatimiento, pero mi vida dependia de mi propio ingenio y esto me hizo reaccionar con animacion.
Despues pense que quiza Scudder tuviera algun papel que me revelara algo mas sobre el asunto. Retire el mantel y le registre los bolsillos, pues ya no me asustaba acercarme al cadaver. Tenia la cara maravillosamente serena para ser un hombre que habia fallecido de modo tan violento. No encontre nada en el bolsillo del pecho, y solo unas cuantas monedas y un estuche de cigarros en el chaleco. En los pantalones llevaba un pequeno cortaplumas y varios billetes, y el bolsillo lateral de su americana contenia una vieja petaca de piel de cocodrilo. No habia rastro de la pequena agenda negra en la que le habia visto tomar notas. Seguramente el asesino se la habia llevado.
Pero cuando hube terminado el registro y mire a mi alrededor, vi que algunos cajones del escritorio estaban abiertos. Scudder no los habria dejado en este estado, pues era el mas ordenado de los mortales. Alguien debia haber buscado algo; quiza la agenda.
Di una vuelta por el piso y descubri que todo habia sido registrado a fondo: el interior de los libros, cajones, armarios, cajas, incluso los bolsillos de mis trajes y el bufete del comedor. No habia rastro de la agenda. Lo mas probable era que el enemigo la hubiese encontrado, pero no la habia hallado en el cuerpo de Scudder.
Despues saque un atlas y examine un gran mapa de las Islas Britanicas. Mi intencion era refugiarme en algun distrito solitario, donde mis conocimientos sobre las zonas agrestes me resultaran utiles, pues en una ciudad me sentiria como una rata acorralada.
Pense que Escocia seria lo mejor, pues mi familia era escocesa y yo podia pasar por escoces en cualquier parte. En el primer momento tuve la idea de ser un turista aleman, pues mi padre habia tenido socios alemanes, y yo habia aprendido a hablar esa lengua con bastante fluidez, aparte de que habia pasado tres anos haciendo prospecciones cupriferas en la Damaralandia alemana. Pero me imagine que pasaria mas inadvertido como escoces, incluso para la policia. Decidi que Galloway era el mejor lugar a donde podia ir. Constituia la zona agreste de Escocia mas cercana, y por el aspecto del mapa no estaba demasiado poblada.
Una mirada a la Guia de Ferrocarriles Bradshaw me revelo que a las siete y diez salia un tren de St. Paneras, el cual me dejaria en la estacion de Galloway a ultima hora de la tarde. Eso estaba bastante bien, pero lo mas importante era como llegaria a St. Paneras, pues me hallaba convencido de que los amigos de Scudder estarian vigilando en el exterior. Esto me desconcerto durante un rato; despues tuve una inspiracion, de modo que me fui a la cama y dormi durante un par de horas con un sueno bastante agitado.
Me levante a las cuatro y subi las persianas de mi dormitorio. La luz mortecina de una esplendida manana primaveral inundaba el cielo, y los gorriones habian empezado a cantar. Mi estado de animo cambio subitamente, y me senti como un tonto olvidado de Dios. Tuve la tentacion de dejar que las cosas siguieran su curso, y confiar en que la policia britanica enfocara razonablemente mi caso. Pero cuando repase la situacion no encontre ningun argumento que justificara un cambio de actitud, de modo que con una mueca de desagrado decidi seguir adelante con mi plan de la noche anterior. No es que estuviera especialmente asustado; solo reacio a meterme en un lio, si es que ustedes me entienden.
Me puse un traje de tweed muy usado, un par de fuertes botas claveteadas y una camisa de franela. Me llene los bolsillos con una camisa de repuesto, una gorra de pano, varios panuelos y un cepillo de clientes. Dos dias antes habia retirado del banco una buena suma de oro, por si Scudder necesitaba dinero, y oculte cincuenta libras en soberanos dentro de un cinturon que habia traido de Rodesia. Esto era lo unico que queria. Despues tome un bano, y me recorte el bigote, que llevaba largo y caido, en una linea corta y recta.
Ahora venia el paso siguiente. Paddock solia llegar a las siete y media en punto y entraba con su propia llave.