realidad un excelente arquitecto), quedo sorprendido y admirado de la capacidad y sabiduria natural del maestro, demostradas en la construccion de ese edificio, impensable en la epoca, en el modesto pueblo.

?De donde habia sacado el maestro Gaspar Cristaldo -comentaba Doria con sus amigos- esos detalles del genuino mudejar y los arcos de medio punto en las amplias galerias que rodeaban el edificio?

El signore arquitecto Doria se remitia a la evidencia.

– ?Es un genio el piccolo tipejo este! -le alababa con sincera admiracion-. Un genio puede aparecer en cualquier parte. Y he aqui que a Iturbe le ha tocado en suerte uno de marca mayor. Un Leonardo da Vinci de medio metro. Ma non un medio metro de Leonardo… -se despepitaba en estruendosa risa el cavaliere ufficiale.

Vicisitudes de la fortuna y un pasado algo turbio, que nadie conocia bien y sobre el cual solo se tejian conjeturas cada vez mas desvaidas, habian traido al signore Doria al Paraguay.

Los ojos negrisimos y el cuerpo de junco de una morena iturbena lo habian anclado definitivamente en el pueblo.

Y en verdad formaban una pareja soberbia.

Doria gozaba de general estimacion por sus dotes de simpatia y hombria de bien. Su opinion elogiosa sobre la capacidad del maestro Cristaldo resulto decisiva para aquellos que no veian en el hombrecito sino un personaje disparatado y maniatico.

– Claro -se chanceo uno-. De genio y de loco todos tenemos un poco.

– Vayan a verlo trabajar -decia el cavaliere ufficiale Octavio Doria-. No he visto algo igual en ninguna parte.

2

Las autoridades le felicitaron. Incluso el cura Orrego, que no veia con buenos ojos al extrano hombrecito desde que el mismo habia hecho correr la historia de que era un hombre que no habia nacido.

Vinieron inspectores del ministerio de Culto e Instruccion Publica. Le trajeron en propias manos su designacion como director de la escuela primaria. Algo que ocurria por primera vez en el Paraguay.

Un gran sello de lacre rojo y una cinta de raso del mismo color atestiguaban la jerarquia del nombramiento.

El inspector delegado se doblo por la mitad para imponerle la insignia de la Orden del Magisterio.

No parecia el maestro particularmente impresionado ni conmovido. Mas bien se le veia incomodo y molesto. Habia bajado al maximo sus antenas de comunicacion. Su aspecto era casi lamentable.

El inspector, avisado por el cura, le pregunto por que decia que no habia nacido.

– Yo no soy mas que un nonato adulto -contesto de mala gana el maestro Cristaldo.

– Pero ?por que nonato adulto? -inquirio con cierto enfado el inspector, que seguia doblado por la mitad, apretandose los lanzazos del lumbago.

– Porque, senor -replico el maestro Cristaldo-, como todo el mundo yo nazco todos los dias y al anochecer muero.

Era por lo menos una expresion un poco enigmatica. El inspector quedo bastante humillado ante lo que consideraba un desplante del hombrecillo.

Los funcionarios se miraron con irritacion y asombro. Nadie entendia nada. Pensaron que habian cometido un grave error al delegar tanta responsabilidad en un loco de pueblo.

Pronto ibamos a descubrir nosotros el verdadero sentido de las palabras del maestro.

3

Apenas se marcharon los funcionarios, el maestro se saco la insignia y la guardo en el bolsillo trasero del pantalon. Despego la oblea de lacre para utilizar el material en sus experimentos de taller con el concurso de los alumnos mas adelantados.

Me toco en suerte ser uno de ellos. Yo le vi fabricar, pieza a pieza, la paloma robot que redoblo su fama hechiceril.

La paloma daba un vuelo en redondo por la plaza y venia a posarse, acezante de fatiga, sobre la mesa del maestro.

En estos experimentos el mismo parecia electrizado de energia psiquica, concentrado en la fuente oscura que moraba en el y que le manaba por todos los poros como una tenue radiacion.

Pasaba la mano sobre el plumaje del ave mecanica, que al instante parecia calmarse metiendo la cabeza bajo el ala, como un poco avergonzada de su debilidad.

4

Pequeno, oscuro, deforme, su figura era para nosotros, los escolares de aquel tiempo, la mas hermosa, la mas querida.

Dentro de su pequenez, aquella sabiduria prodigiosamente antigua ponia en movimiento una fuerza incalculable. Con solo mirarnos, sentiamos la vibracion de esa energia en sus miradas como un hormigueo en los ojos, en la piel.

Planeaba sobre nosotros una especie de viento, de sonido inaudible que nos decia poco mas o menos esto: Hay un tiempo para aprender, un tiempo para ignorar y otro para saber; un tiempo para comprender y otro para recordar.

Se adelantaba siempre a nuestros pensamientos. Los entendia y los completaba sin palabras.

En poco tiempo aprendimos a leer, a escribir y a realizar sin error las cuatro operaciones.

A veces se encolerizaba porque no le entendiamos muy bien. Nos miraba fijamente, los ojos encendidos como dos carbunclos. La nariz filosa y aguilena resoplaba con enojo tenue y ardiente.

Вы читаете Contravida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×