– Aprendan a hablar en silencio. Hablar no es pensar. La palabra muerta esta demasiado apegada a nosotros. Hay que hacerla vivir en lo que uno hace.

Todo se encarrilaba en seguida, como si no hubiera pasado nada y hubiera pasado todo en el mismo momento.

Siempre reservado, parco, escrutando lo que estaba por pasar, manifestaba sin embargo explicitamente que le agradaban nuestras explosiones de risa y alegria, aun cuando las bromas fuesen a su costa.

5

Eulogio Carimbata le dijo un dia:

– Usted, senor maestro, siempre esta serio. Parece un caballo de circo.

– ?Donde has visto un circo? -fulmino el maestro.

– En ninguna parte… -respondio apocado el espinudo pez de Eulogio.

– Bueno, pues yo soy un caballo de circo -dijo sin inmutarse el maestro.

Nos reimos a carcajadas.

Ninguno de nosotros habia visto un circo y menos un maestro que fuera caballo de circo.

El maestro paso del mito al hecho.

Se convirtio para nosotros en ese increible caballo. Emitio un relincho muy fuerte que atrono en nuestros oidos. Soplo sobre la clase una rafaga de frio que nos hizo estornudar a todos y nos obligo a encoger las piernas debajo de los bancos.

Se oyo el corcovear de un caballo en el aula.

Eulogio cayo al suelo de bruces, como si de verdad le hubiera volteado el corcovo de un caballo.

No veiamos a ningun caballo por ninguna parte.

Se oyo el repiqueteo de sus cascos al alejarse, saltando por sobre el cercado de la escuela.

Se veian las tolvaneras de polvo rojo que el galope del caballo invisible iba levantando por las calles hasta que el ruido del galope no fue mas que el zumbido de una cigarra.

El maestro era asi. De repente intercalaba un hecho imposible en la realidad, fiel a la naturaleza magica de su alma. Aprendimos con el sin esfuerzo. Hasta los mas tarugos. Como si las verdades de la vida solo pudieran aprenderse de un representado personaje.

6

Cuando Gaspar Cristaldo aparecio, Manora no existia aun.

Iturbe era un pantanal de barro y azucar. Nos sentiamos sumergidos en un mar de aloja hecha de melaza negra.

Las avalanchas de agua en las crecientes arramblaban las calles y los caminos, invadian los ranchos, las casas, arrastraban arboles, ahogados, animales muertos, montanas de canas cortadas y peladas, la desesperacion de la cosecha perdida.

El rio, padre y amigo del pueblo, cuando se salia de madre, se convertia en su peor enemigo.

No habia medico. Gaspar Cristaldo atendia a la gente sin cobrar nada. Acudia adonde se le llamaba para todo servicio. Atendia a los viejos, a las mujeres solas, llenas de hijos y de miseria.

A los que no tenian ya remedio en su agonia, el hombrecito, que decia no haber nacido, los ayudaba a bien morir.

7

Fue entonces cuando, sin que nadie se apercibiera de ello, el maestro Cristaldo fundo la misteriosa aldea de Manora en el mismo corazon del pueblo de Iturbe.

Una aldea invisible como el aire que entra en el cuerpo de una persona y sale de ella permitiendole respirar, vivir.

Durante algun tiempo nadie sabia, excepto el maestro Cristaldo, que existia esa aldea ni donde estaba situada.

El le dio ese nombre: Manora. El-lugar-para- la-muerte. Si un lugar era para el morir, lo cierto era que hasta el morir todo es vivir.

Al maestro Cristaldo le gustaban las contradicciones.

Nos decia que toda la energia del mundo y de la vida se engendra en la oposicion de los contrarios.

8

Manora empezo a dar senales de existencia.

Estaba alli. En el mismo pueblo de Iturbe (que antes se llamaba Santa Clara y ahora Manora). Ocupaba el mismo lugar. El registro catastral era el mismo. No habia divisorias entre los dos pueblos engastados, engarzados uno en otro.

Las mismas casas, la misma gente.

El rio, el monte, el cielo, los canaverales, las lomas altas, el cementerio, eran de los dos pueblos. El maestro Cristaldo hizo revivir la laguna muerta de Piky, canalizando las aguas purulentas y sembrando en ellas plantas purificadoras y balsamicas.

La laguna de Piky se convirtio en un jardin publico.

Los sabados y domingos se aglomeraba la gente en los alrededores de la laguna para aspirar esos efluvios y presenciar las carreras cuadreras.

El maestro rechazaba este esparcimiento porque los propietarios de caballos hacian grandes apuestas, en las que a veces se jugaban estancias enteras. Los pobres perdian sus ahorros y el pueblo se volvia mas pobre.

Las parejas jovenes se metian entre los setos olorosos a jazmin y reseda para besarse y hacer el amor, casi a vista y paciencia del publico, como la cosa mas natural del mundo.

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