– Ratas… Las hay a millares en las cloacas. Hay una red de pozos que debio atravesar la ciudad antes de todo esto. Ahora, las ratas los llenan, y salen de noche para devorar lo que pueden. De dia se devoran entre ellas. Ven, mira…

Llevo a sus companeros junto a uno de los pozos mas cercanos y les hizo guardar silencio para escuchar el chillido constante de las ratas. Hank rio de pronto. Cargo una de las capsulas en la maquina de matar y apunto el tubo hacia el fondo del pozo. La explosion hizo derrumbarse parte de las paredes y los chillidos cesaron un segundo para recrudecerse en el siguiente. Rad y Wil dieron un salto atras, cuando unas cuantas ratas aterradas saltaron del pozo. Hank cargo de nuevo el arma y la disparo, casi a ciegas, contra el monton de ratas subitamente cegadas por el sol. El monton se disperso, dejando en el centro unos cuantos animales destripados y sanguinolentos en sus ultimos estertores. Hank los miro, con una mirada que reflejaba toda su satisfaccion. Si, la maquina era perfecta, cumplia maravillosamente con la mision que tenia encomendada. Mataba.

Wil le estuvo observando un instante, preocupado, desde la prudente distancia a que le habia empujado el horror de las ratas. Vio la risa silenciosa de Hank y el placer que sentia ante la muerte de los roedores. Se estremecio: -Hank… Hank se volvio.

– Hank… Tenemos que echar una mirada a las ruinas. Tal vez encontremos cosas utiles para los nuestros…

Hank rio de nuevo, ahora abiertamente. -La ciudad esta tan vacia de cosas utiles como la palma de mi mano… Ya mire…

– Y encontraste la maquina, ?no?… Puede haber otras cosas, si buscamos…

– No hay…

– ?Como lo sabes? No te has ocupado mas que de buscar la maquina… Tiene que haber recipientes de metal… y tal vez semillas para el campo…

– ?No buscaremos! -exclamo Hank, hosco-. Hemos de regresar en busca de los hombres que mataron a Phil.

Y, apenas lo hubo dicho, se arrepintio y lo penso mejor. Su rostro se distendio en una sonrisa superficial. - Bien, en cualquier caso… id vosotros. Tal vez tengais mas suerte que yo. Os esperare aqui.

Los dos companeros se fueron. Y Hank paso el resto del tiempo, hasta su regreso, aprendiendo a utilizar la maquina de matar con punteria. Apoyo la culata contra su hombro, como habia visto hacer al hombre de la roca. El primer disparo le echo al suelo, pero aprendio pronto a mantenerse firme. Y, cuando Rad y Wil regresaron, tenia el hombro dolorido, como si lo hubiera cargado con una tonelada de peso. Pero era capaz de acertarle a una rata a diez metros. En la bolsa quedaban veinte capsulas de muerte.

Rad y Wil habian estado escuchando los disparos en la distancia, cada vez mas rapidos, indicando la seguridad del que manejaba la maquina. Una vez, Wil se volvio a Rad, preocupado. -Me da miedo Hank… Rad le miro a su vez:

– ?Por que? -pregunto ingenuo-. No va a disparar contra nosotros. Tiene la maquina para el hombre que mato a Phil…

– La tiene para el, Rad. Para ser mas poderoso que nadie en la comunidad. Se ha dado cuenta de eso sin saberlo siquiera.

– Pero Hank nunca…

– ?Le viste cuando mato a la rata? ?Sentia placer de matar!… ?Y ahora, le escuchas?…

Los disparos se oian seguidos, como lanzados con rabia. Rad se callo. El sol caminaba de prisa hacia el ocaso y las sombras de la ciudad en ruinas se alargaban. Hacia tiempo que Hank habia terminado su entrenamiento y se habia sentado a esperar a sus companeros, cuando sintio pasos a su espalda. Se volvio como una flecha, encanonandoles con la maquina. Rad y Wil se detuvieron asustados. Hank bajo la maquina al reconocerles, pero les grito:

– Podriais haber avisado… ?Y llegar antes!… Tenemos que salir de la ciudad inmediatamente. Si llega la noche antes de que hayamos salido, las ratas nos comeran…

– Pero aun falta… -apunto Wil. -?Las ratas salen en la sombra, Wil!… ?Que habeis encontrado?

– Poco…

Le mostraron dos ollas de acero y un saquillo con semillas.

– ?De que son? -pregunto Hank, mirandolas en su palma.

– No lo sabemos. El Viejo nos lo dira…

– ?El Viejo!… El Viejo ha olvidado ya hasta su nombre…

Cargo la maquina de matar sobre su hombro izquierdo y el contador, ya inutil, del otro brazo. Entonces les hizo senas para que le siguieran.

Y, cuando las sombras cubrieron la tierra, la ciudad fantasma habia quedado muy atras y sus muros se destacaban como siluetas de ahorcados sobre un cielo cada vez mas negro. El silencio -un silencio mas agudo aun, cuando el chillido constante de las ratas habia desaparecido- les envolvia cuando se tendieron en torno a la fogata. Comieron lo mismo que habian comido a lo largo de todo el camino: carne de lagarto seca y raices. Rad, tendido ya sobre la arena, se palpo el estomago casi vacio y sono en voz alta:

– El proximo ano comeremos maiz…

Los otros no le respondieron. Hank se habia echado con la maquina de matar fuertemente abrazada. Wil le miro desde el otro lado de la fogata.

– ?Por que no la dejas, Hank?… Podria estallar durante la noche y matarte…

– No estallara, se como hay que hacer para que no estalle.

– ?Y si te duermes, Hank?

– Aunque me duerma… -y Hank se incorporo ligeramente, mirando a su companero con una extrana fijeza-. ?Que querrias hacer, quitarmela?

– No quiero quitarte nada, Hank… Quiero solo que no te pase algo malo.

Hank rio y las llamas rojas le tineron el rostro.

– ?Que no me pase algo malo!.,. Apostaria cualquier cosa a que te gustaria presentarte en la comunidad con mi maquina, en vez de esas ollas sucias que habeis encontrado.

Wil no respondio. Volvio la espalda a Hank y trato de dormirse. Pero era dificil, sabiendo que a pocos pasos estaba la maquina en las manos de su companero.

***

Imperceptiblemente, el orden de la marcha cambio a lo largo del dia siguiente. Hank no caminaba delante, sino detras de sus dos companeros, como si quisiera tenerles constantemente a tiro de su maquina. Los otros no habian dicho nada, pero sabian que, ahora mas que nunca, tenian que obedecerle, que tenian que inclinarse inexorablemente ante ese nuevo y terrible poder mucho mas de lo que antes habian acatado su inteligencia y su mayor edad. La atmosfera habia refrescado con los nubarrones que, desde la manana temprana, habian cubierto el cielo. Y, a mediodia, gruesas gotas de lluvia se convirtieron en vapor ardiente al tocar el asfalto del camino. Y Hank escondio la maquina entre los restos de sus ropas, como pudo, para ocultarla de la lluvia.

Cuando llegaron al cruce de caminos, Hank ordeno:

– Os quedareis aqui, hasta que yo regrese. Buscad refugio del agua y no os movais. Cuando escucheis los disparos es que he matado a esos hombres.

– Dejame acompanarte -suplico Rad, y su sangre joven deseaba ardientemente la vista de otra sangre humana.

Pero Hank no le dejo. Se rio de el y le ordeno que se refugiase con Wil. Luego se alejo. Wil y Rad se metieron en una hondonada entre rocas y se decidieron a aguardar alli, mientras la sombra se hacia mas densa en el cielo cubierto de nubarrones.

Rad movia la cabeza de un lado a otro:

– ?Por que no ha querido que le acompanara?

– Hank no es el mismo desde ayer… Tiene en sus manos la maquina y se ha convertido casi en un hombre como el que mato a Phil.

– ?Por que?

– Porque… -Wil se detuvo un instante, intentando escrutar los pensamientos ocultos del muchacho-. Porque esa maquina parece rodear de odio y de afan de poder a quien la tiene.

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