– ?Y… si tu la tuvieras?

Wil se encogio de hombros, indiferente.

– Nunca la he tenido en las manos, no lo se… Debe de sentirse algo muy raro aqui dentro, cuando se la posee.

– Es cierto… Bueno, quiero decir que a mi me habria gustado tener una…

– Bah… Olvidalo.

Y Wil se recosto en una roca, dispuesto tranquilamente a dormir. Pronto, su respiracion se acompaso y Rad, levantandose sobre sus brazos y sus rodillas, comprobo que su companero dormia. Entonces salio de la especie de covacha que les protegia y corrio silenciosamente bajo la lluvia. Las ruinas de la aldea quedaron a un lado, porque Rad dio un rodeo para no seguir adelante por la carretera, para no encontrarse con Hank o con los hombres que mataron a Phil.

De pronto, entre la lluvia densa, distinguio a lo lejos una figura agazapada. Se trataba sin ninguna duda de Hank, que esperaba el momento propicio. Rad se escondio a su vez, manteniendose lejos de su companero, a la espectativa.

Hank, detras de un monton de ruinas, tenia al alcance de su maquina la roca por detras de la cual habia aparecido el hombre. Ahora, ese hombre estaria seguramente alli. Y el, Hank, habia venido dispuesto a esperarle y matarle en cuanto asomara la cabeza. El cabello se le habia pegado al rostro, todo el estaba empapado y la lluvia seguia cayendo. Pero tenia que esperar. No podia siquiera mostrarse, no debia salir a campo descubierto, si queria matar al hombre. En un momento u otro asomaria y, entonces…

Pero pasaba el tiempo, la lluvia arreciaba y la oscuridad dominaba completamente el paisaje muerto. Hank se decidio a actuar. Si el hombre no asomaba, tendria que ir en su busca. Reptando como los lagartos verdes que cazaba en las laderas del Valle de las Rocas -esos lagartos a los que mataban aplastandoles la cabeza con un pedrusco- Hank se deslizo, sosteniendo la maquina en la mano derecha. Paso por detras de los ultimos muros desmoronados de la aldea y se acerco, siempre ocultandose, hasta el pie de las rocas.

Desde su escondite lejano, Rad vio su silueta arrastrarse y desaparecer tras un saliente. Se pregunto si Hank tendria la intencion de buscar al hombre en su propia guarida.

Pero Hank tenia otro plan. Metio una de las capsulas en el tubo de la maquina, apunto al aire y disparo. Mientras los ecos de la explosion se mezclaban rapidamente con el manso caer de la lluvia, Hank detuvo la respiracion y cargo de nuevo el arma. Su mirada no se apartaba de lo alto de la roca por donde el hombre tenia que aparecer. Ahora, ?ahora tenia que hacerlo! Y, sin embargo…

No fue Hank quien se dio cuenta, sino Rad, desde el escondite por el que atisbaba los movimientos de su amigo. Vio salir entre la lluvia, por detras de las rocas, una, dos, hasta seis cabezas de hombres armados con maquinas de matar. Y vio que si, ciertamente, el hombre en lo alto de la roca nunca habria podido descubrir el escondite de Hank, cualquiera de aquellos le tenia bajo el fuego de su maquina. Y no tardarian en descubrirle.

En un instante, antes siquiera de que hubiera tenido tiempo de pensar en aquella certeza que intuia, el aire se poblo de estallidos y luces fugaces y gritos. Hank se vio rodeado por aquellos hombres que le disparaban desde detras de las rocas. Saltaban esquirlas de piedras a su alrededor, junto a su cabeza. Y el zumbido de los proyectiles se perdia en la distancia, despues del rebote.

Hank disparo a ciegas, sin ver a los que le atacaban. Y, probablemente, no tuvo siquiera tiempo de cargar el arma de nuevo. Tenia que huir. Tenia que escapar de la ratonera donde se habia metido. Hank salio deslizandose. De pronto, al echar a correr para cubrir el trecho de espacio abierto que le separaba de las ruinas, sintio en su espalda la quemadura de mil llamas y un empujon terrible que le lanzo cinco metros hacia delante. Cayo de bruces sobre la tierra mojada y sintio que la lluvia fria se mezclaba con la humedad caliente de la sangre que le corria por la espalda. En torno suyo saltaba el barro al impacto de los disparos incesantes y los gritos de los hombres que salian de sus madrigueras para rematarle.

Haciendo un esfuerzo tremendo, se incorporo y se lanzo nuevamente a la carrera, sosteniendo aun la maquina. Sintio una vez mas, dos veces, los impactos sobre su cuerpo y sobre su pierna, pero tenia que escapar, como fuera. En la carrera pensaba por que no habria conservado las otras dos maquinas, en lugar de haberlas enterrado para que no cayeran en manos de sus companeros… Ahora, ellos podrian estar disparandolas, conteniendo seguramente la avalancha de disparos que sonaban sobre su cabeza.

Con el resto de sus fuerzas atraveso el pueblo derruido a la carrera, dando traspies que, a cada instante, amenazaban lanzarle contra los muros. Pero los disparos y los gritos se oian cada vez mas lejos y Hank fue cediendo la velocidad de su carrera, jadeante, en el limite de sus fuerzas, sintiendo que cada paso le hacia levantar una tonelada de carne muerta. Se detuvo. Miro en torno suyo. Estaba en una especie de plazuela que marcaba la salida de la aldea. La vista se le estaba nublando y solo el peso de la maquina le hacia ya caer, caer… Hank se desplomo como una masa inerte en medio del asfalto mojado. Ya todo, incluso la lluvia, era silencio a su alrededor. Silencio total.

Los hombres de las maquinas de matar tuvieron miedo a salir de sus escondrijos. La oscuridad era casi completa y temian una emboscada. Rad, desde el muro donde se habia ocultado, les vio durante largo rato asomar medrosos las cabezas y atisbar entre las sombras. Todavia espero un largo rato antes de decidirse a salir.

Luego, deslizandose entre las ruinas de la aldea, se dirigio hacia donde habia visto correr vacilante a Hank. Le encontro -casi tropezo con el- tendido en el suelo, inmovil, con el rostro hundido en un charco y la sangre manandole abundante de las heridas de la espalda. La maquina estaba a un costado, aun fuertemente sujeta por la mano rigida. Rad se inclino lentamente, hasta tocar el cuerpo de su companero. Sin duda, debia de estar muerto. Y alli, junto a el, estaba la maquina de matar: ahora podia ser suya. Pero tenia que darle vuelta al cuerpo y apoyar su mano en el corazon de Hank y comprobar que habia dejado de latir. Y, si latia, debia llevarle consigo, cargar con el hasta donde aguardaba Wil aunque, de todos modos, aquellas heridas en la espalda de Hank significaban su muerte. O estaba muerto o iba a morir en unos instantes. Pero debia volverle y comprobarlo…

Sus ojos pasaron dudosos del cuerpo a la maquina fuertemente agarrada en la mano rigida. Tan fuertemente sujeta que solo con un tremendo esfuerzo consiguio arrancarla. Pero ahora, bajo la lluvia, contemplo por primera vez la maquina entre sus manos. Suya. Era suya. La maquina de matar seria ahora para el, y el, Rad, seria el todopoderoso, el amo de la comunidad del Valle de las Rocas y de otras comunidades. Con aquella maquina en sus manos iniciaria la conquista. Y luego, el Mundo… Rebusco en la bolsa que Hank tenia colgada al hombro. Tuvo que mover un poco el cuerpo para poderla sacar. Pero el cuerpo pesaba mucho, Hank debia de estar muerto. Registro en la bolsa, saco las veinte capsulas que quedaban y las metio en su propia bolsa. Luego echo a correr sin mirar atras.

El cuerpo inmovil de Hank se empapaba lentamente de lluvia y se hundia en el charco.

– ?Donde esta Hank? -Muerto. Lo han matado. -?Donde?

– Junto a las rocas. Salieron muchos hombres con maquinas de matar… No tuvo tiempo de dispararles… - Pero tu… Tu si has podido escapar. -No se como pude. He corrido…

– Con la maquina de Hank. -Pude recogerla antes de huir. -Estabas con el, entonces… -Cerca… -Y tuviste tiempo de…

– Vamonos. Nos perseguiran en cuanto despunte el dia.

– ?Quienes?

– Los de las rocas. Eran muchos. ?Vamos, Wil!…

Luego, la larga noche de camino. La lluvia incesante. Las continuas miradas atras de Wil, dominado por la oscura esperanza de ver aparecer a Hank entre las sombras. La mano de Rad aferrada a la maquina, como si la maquina hubiera pasado a formar parte de su cuerpo. Y la marcha continua, pesada, entre los charcos formados en el viejo cemento saltado de la carretera. Y el barro. Y los ojos de Rad que, inconscientemente, se apartaban de los de Wil cada vez que Wil le lanzaba una mirada muda e interrogante. ?Que habia hecho con Hank?…

– ?Esta muerto!… ?Muerto, me entiendes!… -grito, sin poder contenerse.

Luego, con la amanecida, las nubes se disiparon y salio un sol caliente, dispuesto a secar los cuerpos ateridos de los dos caminantes.

En cuanto hubo luz suficiente para ver, Rad se dedico, sin abandonar su paso rapido, a comprobar el funcionamiento de la maquina, tal como, desde lejos, en la ciudad, habia visto hacer a Hank. ?Hank, Hank, siempre Hank volviendo a apoderarse de sus pensamientos!… Pero ahora la maquina era suya y tenia que aprender a

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