oscuro y los oscuros pensamientos de Miles.

—?Puedo sugerir que no es el unico oficial veterano a quien le vendria bien un poco de tiempo libre? Incluso tu necesitas aliviar el estres de vez en cuando. Y tambien te hirieron.

—?Me hirieron? —la tension le atenazo la mandibula—. Oh, los huesos. Los huesos rotos no cuentan. He tenido los huesos quebradizos toda la vida. Solo he de resistir la tentacion de jugar a oficial de campo. El lugar adecuado para mi culo es una bonita silla acolchada en una sala de tacticas, no en primera linea. Si hubiera sabido con antelacion que Dagoola iba a ser tan… fisico, habria enviado a otro como prisionero de guerra falso. De todas formas, ahi lo tienes. He tenido mi permiso en la enfermeria.

—Y luego te pasaste un mes deambulando como un criocadaver calentado en un microondas. Cuando entraste en la sala fue como si la visitara un muerto viviente.

—Dirigi el asunto de Dagoola por pura histeria. No puedes estar despierto tanto tiempo y no pagarlo despues con un poco de cansancio. Al menos, yo no puedo.

—Mi impresion fue que habia algo mas.

El se giro en la silla para dirigirle una mueca.

—?Quieres dejarlo? Si, perdimos a unos cuantos buenos hombres. No me gusta perder a la buena gente. Lloro lagrimas de verdad… ?en privado, si no te importa!

Ella retrocedio, el gesto cambiado. Miles suavizo el tono de voz, profundamente avergonzado por su estallido.

—Lo siento, Elli. Se que he estado muy irascible. La muerte de ese pobre prisionero que cayo de la lanzadera me afecto mas de lo que… mas de lo que tendria que haber permitido. Parece que no puedo…

—Me he pasado de la raya, senor.

El «senor» fue como una aguja que atravesara un muneco vudu de si mismo. Miles dio un respingo.

—En absoluto.

Bueno, bueno, bueno, de todas las idioteces que habia hecho como almirante Naismith, ?habia establecido jamas una politica explicita de no buscar intimidad fisica con nadie de su propia organizacion? Le parecio una buena idea en su momento. Tung la habia aprobado. Tung era un abuelo, por el amor de Dios, probablemente las gonadas se le habian secado hacia anos. Miles recordo como habia esquivado el primer paso que Elli dio en su direccion. «Un buen oficial no va de compras al economato de la compania», habia explicado con amabilidad. ?Por que no le habia dado ella un punetazo en la boca por ser tan fatuo? Habia soportado el insulto inintencionado sin comentarios, y nunca lo volvio a intentar. ?Comprendio que Miles se referia a si mismo, no a ella?

Cuando estaba con la flota durante periodos prolongados, solia enviarla en misiones especiales, de las cuales invariablemente regresaba con soberbios resultados. Ella habia encabezado la avanzadilla a la Tierra, y habia preparado a Kaymer y la mayoria de los otros suministradores para cuando la Flota Dendarii llego a la orbita. Una buena oficial; despues de Tung, probablemente la mejor. ?Que no daria el por zambullirse en ese esbelto cuerpo y perderse ahora? Demasiado tarde, habia dejado pasar la ocasion.

Su boca de terciopelo se arrugo, burlona. Se encogio de hombros; como una hermana, quizas.

—No te dare mas la lata. Pero al menos piensatelo. Creo que nunca he visto a un ser humano que necesite relajarse mas que tu ahora.

Oh, Dios, vaya frase… ?que significaban exactamente esas palabras? Su pecho se tenso. ?El comentario de un camarada, o una invitacion? Si era un mero comentario, y el lo confundia con lo segundo, ?pensaria que contaba con sus favores sexuales? En caso contrario, ?se sentiria insultada de nuevo y no le dirigiria la palabra en los anos venideros? Miles sonrio, lleno de panico.

—Cobrar —estallo—. Lo que necesito ahora mismo es cobrar, no descansar. Despues de eso, despues de eso… um, tal vez podemos ver algunos paisajes. Parece un autentico crimen venir hasta aqui y no ver nada de la vieja Tierra, aunque sea por accidente. Se supone que he de tener a un guardaespaldas en todo momento mientras este alla abajo, asi que podriamos doblarlo.

Ella suspiro y se enderezo.

—Si, el deber primero, por supuesto.

Si, el deber primero. Y su siguiente deber era informar a los jefes del almirante Naismith. Despues de eso, todos sus problemas se simplificarian enormemente.

Miles hubiese deseado haberse podido vestir de civil antes de embarcarse en aquella expedicion. Su uniforme de almirante dendarii, gris y blanco, destacaba como una bengala en el centro comercial. Si al menos hubiese hecho que Elli se cambiara, habrian podido pasar por un soldado de permiso y su novia. Pero su ropa civil se habia quedado olvidada varios planetas atras… ?la recuperaria alguna vez? Era cara y a medida, no como muestra de su condicion social sino por necesidad.

Normalmente no tenia en cuenta las peculiaridades de su cuerpo: una cabeza enorme exagerada para un cuello corto que coronaba una espalda retorcida; todo reducido a una altura de menos de metro y medio, el legado de un accidente congenito. Pero nada resaltaba mas sus defectos, segun su opinion, que tratar de llevar ropa de alguien de estatura y hechura normales. «?Estas seguro de que es el uniforme lo que destaca, muchacho? —penso para si—. ?O estas jugando al escondite con tu cabeza otra vez? Dejalo.»

Volvio a prestar atencion a su entorno. La ciudad espaciopuerto de Londres, un rompecabezas de casi dos milenios de estilos arquitectonicos contrapuestos, resultaba fascinante. La luz del sol de la tarde a traves de las vidrieras de la arcada era de un color rico y sorprendente, sobrecogedor. Con eso le habria bastado para deducir que habia regresado a su planeta ancestral. Tal vez mas adelante tuviera la posibilidad de visitar mas emplazamientos historicos, en una visita submarina al lago Los Angeles o a Nueva York tras los grandes diques, por ejemplo.

Elli dio otra nerviosa ronda, observando a la multitud. Parecia improbable que los comandos de asalto cetagandanos escogieran ese lugar para aparecer, pero de todas formas Miles se alegraba de que ella estuviera alerta, pues le permitia sentirse cansado. «Puedes venir a buscar asesinos debajo de mi cama cuando quieras, encanto…»

—En cierto modo, me alegro de que acabaramos aqui —le comento a la mujer—. Podria ser una oportunidad excelente para que el almirante Naismith desaparezca del mapa durante una temporada. Para calmar los animos de los dendarii. Los cetagandanos se parecen mucho a los de Barrayar, de veras, tienen una vision muy personal del mando.

—Pareces muy confiado.

—Puro condicionamiento. Que unos autenticos desconocidos intenten matarme me hace sentirme como en casa —una idea le lleno de macabra alegria—. ?Sabes que es la primera vez que alguien trata de matarme por mi mismo, y no por mis parientes? ?He llegado a contarte lo que hizo mi abuelo cuando me…?

Ella corto su chachara con una indicacion de barbilla.

—Creo que esto es…

El siguio su mirada. Si que estaba cansado. Elli habia localizado a su contacto antes que el. El hombre que se les acercaba con una expresion dubitativa en los ojos llevaba ropa terrestre, pero el pelo trenzado al estilo militar barrayares. Un suboficial, tal vez. Los oficiales preferian un estilo patricio algo menos severo. «Necesito un corte de pelo», penso Miles, sintiendo de pronto pegajoso el cuello.

—?Milord? —dijo el hombre.

—?Sargento Barth?

El hombre asintio, miro a Elli.

—?Quien es esta?

—Mi guardaespaldas.

—Ah.

Un levisimo fruncimiento de labios. Abrio un tanto los ojos para demostrar a la vez diversion y desden. Miles noto los musculos de su cuello retorcerse.

—Es excelente en su trabajo.

—Estoy seguro, senor. Venga por aqui, por favor.

Se dio la vuelta y abrio la marcha.

Se estaba riendo de el, con mirarle la nuca podia sentirlo. Elli, consciente solo de la repentina tension que flotaba en el aire, le dirigio una mirada de preocupacion. «No pasa nada», penso el, colgando la mano de su brazo.

Caminaron tras su guia: atravesaron una tienda, bajaron por un tubo elevador y luego por unas escaleras;

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