Se tendio de lado en el agua, levanto un brazo y una pierna, los apoyo en el bote y rodo hacia dentro. Un movimiento deslizante, casi silencioso. Luet le alcanzo sus ropas, aun mojadas, pero ahora muy frias. Nafai se vistio y tirito mientras las mujeres impulsaban el bote hacia la gelida niebla. Luet tambien tiritaba, pero parecia impavida.
Al fin llegaron a la costa, donde aguardaba otro grupo de mujeres. Tal vez otro bote habia cruzado el lago sin detenerse para observar el ritual de
—El primer varon que atraviesa las aguas —comento una mujer.
—El varon que atraviesa las aguas de las mujeres —dijo otra. Luet le explico, con cierta confusion.
—Profecias famosas. Hay tantas que es dificil no cumplir alguna de vez en cuando.
Nafai sonrio. Sabia que Luet tomaba las profecias mas en serio de lo que fingia. Tambien el.
Nadie pregunto a Luet que habia ocurrido en el agua; nadie le pregunto si habia visto una vision. Pero aguardaron, demorandose hasta que ella dijo:
—El Alma Suprema me dio confortacion, y fue suficiente. Entonces se desperdigaron, aunque algunas miraron a Nafai hasta que el nego con la cabeza.
—Ya hemos terminado con la parte facil —suspiro Luet.
Nafai penso que era una broma, pero entonces ella lo condujo a traves de la Puerta Privada, una legendaria brecha en la muralla roja, en cuya existencia no habia creido del todo. Era un pasaje combado entre dos macizas torres, y en vez de guardias de la ciudad solo habia mujeres. Al otro lado se extendia Bosque Sin Sendas. Pronto supo que el nombre era merecido. Cuando llegaron al Camino del Bosque tenia el rostro cubierto de aranazos, al igual que Luet, y los brazos y piernas llenos de rasgunos.
—Por alla esta Puerta Trasera —dijo Luet—. Y por cualquiera de estos barrancos llegaras al desierto. No se adonde iras desde alli.
—Con eso basta —dijo Nafai—. Sabre orientarme.
—Entonces he cumplido con lo que ordeno el Alma Suprema.
Nafai no supo que decir. Ni siquiera conocia el nombre para sus sentimientos.
—Creo que no te conozco —dijo Nafai. Ella lo miro perpleja.
—No, no quise decir eso —dijo Nafai—. Creo que antes no te conocia, aunque creia conocerte, y ahora que al fin te conozco, no te conozco en absoluto.
Ella sonrio.
—Las corrientes cruzadas causan este efecto. No cuentes a nadie, hombre o mujer, lo que has hecho esta noche.
—Creo que al recordarlo no creere que haya ocurrido.
—?Te veremos de nuevo en casa de Tia Rasa?
—No lo se. Solo se esto: que ignoro como obtener el indice sin hacerme matar, pero debo conseguirlo.
—Aguarda a que el Alma Suprema te indique que hacer. Y luego hazlo.
Nafai asintio.
—Eso esta bien, siempre que el Alma Suprema me diga algo.
—Lo hara. Cuando haya algo que hacer, ella te lo dira.
Impulsivamente Luet tendio la mano y cogio la de Nafai, apenas un instante. Nafai recordo de nuevo, como un eco en la carne, lo que habia sentido al aferrarse a ella en el lago, pero ahora sentia verguenza y aparto la mano. Ella lo habia visto en su debilidad. Lo habia visto desnudo.
—?Ves? —dijo Luet—. Ya estas olvidando como fue.
—No.
Ella dio media vuelta y enfilo calle abajo hacia Puerta Trasera. Nafai quiso llamarla para decir: Tenias razon, estaba olvidando como fue. Lo estaba recordando con ojos comunes, como el nino que fui antes, pero ahora recuerdo que yo no era debil ni desnudo, ni nada de lo que deba avergonzarme. Era yo irrumpiendo de la profecia como un gran heroe para atravesar el lago magico, contigo como guia y maestra, y cuando nos quitamos la ropa no hubo un hombre y una mujer desnudos, sino dos dioses surgiendo de antiguos relatos de tierras lejanas, despojandose de su apariencia mortal para revelarse en su gloriosa inmortalidad, dispuestos a flotar en el mar de la muerte y surgir indemnes en la otra orilla.
Pero cuando Nafai hubo pensado todo lo que deseaba decir, Luet habia desaparecido detras de un recodo.
14. LA SILLA DE ISSIB
Nafai no sabia que esperar cuando llego al escondrijo. Mientras cruzaba el desierto a la luz de las estrellas, imaginaba cosas tremendas. ?Y si ninguno de sus hermanos lograba escapar? Ellos no contaban con la ayuda de Luet ni de las mujeres de Basilica. ?Y si escapaban pero los soldados seguian a alguno hasta su reducto y los mataban? ?Al llegar alli encontraria sus cuerpos mutilados? ?O habria soldados al acecho, para capturarlo cuando el bajara por el barranco?
Se detuvo al borde de la sima, en el lugar donde habian elegido quien iria a la ciudad esa madrugada. Alma Suprema, dijo en silencio, ?debo bajar alla?
La respuesta que obtuvo fue una imagen mental: uno de los inhumanos soldados de Gaballufix recorriendo la vacias calles nocturnas de Basilica. No supo como interpretarlo. ?El Alma Suprema le indicaba que todos los soldados estaban en la ciudad? ?O los soldados aguardaban en el barranco y su cerebro solo habia anadido irrelevantes detalles de la ciudad a la vision?
Algo era inequivoco: la sensacion de urgencia que recibia del Alma Suprema. Como si hubiera una oportunidad que no podia perder. O un peligro que debia eludir.
Cuando el mensaje es tan ambiguo, penso Nafai, ?que hacer salvo guiarme por mi propio juicio? Si mis hermanos estan en apuros, debo saberlo. No puedo abandonarlos, aunque un peligro me aceche. Si me equivoco, aparta de mi este pensamiento.
Inicio el descenso. No hubo estupor ni distraccion. Aunque el mensaje fuera incierto, el Alma Suprema no se oponia a que acudiera a la cita con sus hermanos.
O bien habia desistido de guiarlo. Pero no… Se habia tomado demasiadas molestias para sacarlo de la ciudad, haciendole cruzar el Lago de las Mujeres. El Alma Suprema no podia abandonarlo ahora.
El barranco estaba tan oscuro que Nafai tropezo, resbalo y rodo hasta la plataforma de grava donde sus hermanos debian esperarlo.
—Nafai.
Era la voz de Issib. Pero en cuanto la oyo, Nafai recibio un duro golpe. Una sandalia en el rostro, aplastandolo contra las piedras.
—?Tonto! —grito Elemak—. ?Ojala te hubieran cogido y matado, pequeno bastardo!
Otro pie, al otro lado, le pateo la nariz. Y la voz de Mebbekew.
—?Toda nuestra fortuna perdida por tu culpa!
—?El no la cogio, tontos! —exclamo Issib—. ?Gaballufix la robo!
—?Callate! —grito Mebbekew, abalanzandose sobre Issib. Nafai al fin vio lo que sucedia. Aunque le ardia el rostro por la grava incrustada en la suela de las sandalias, no lo habian lastimado mucho. Pero ahora notaba que estaban encolerizados. ?Pero por que con el?
—Fue Rash quien nos traiciono —dijo. Se volvieron hacia el de inmediato.
—Conque si, ?eh? —dijo Elemak—. ?No te dije que yo me encargaria de las negociaciones? Pude haber conseguido ese indice por un cuarto de lo que teniamos; pero no, tu tenias que…
—?Estabas renunciando! —exclamo Nafai—. ?Ibas a desistir!
Elemak rugio de furia, cogio a Nafai por la camisa,
—?La mitad de un regateo consiste en desistir, idiota! ?Crees que no sabia lo que me hacia? Yo, que he