Aguardaron aturdidos unos instantes. Elemak se volvio hacia Issib, lo alzo suavemente y lo deposito en la silla.
—Lo lamento, Issya —murmuro—. No estaba en mi sano juicio. No te haria dano por nada del mundo. Issib guardo silencio.
—Fue Nafai quien nos enfurecio —se justifico Mebbekew. Issib se volvio hacia el y repitio en un susurro las palabras de Mebbekew:
—Despachemoslo de una vez. Y si Issib no puede mantener la boca cerrada, acabemos con ambos. Mebbekew se irrito.
—Veo que piensas reprocharmelo para siempre.
—Callate, Meb —dijo Elemak—. Pensemos.
—Buena idea —retruco Mebbekew—. Pensar nos ha servido de mucho ultimamente.
—Una cosa es que el Alma Suprema mueva una silla —declaro Elemak—. Pero Gaballufix tiene centenares de soldados. Puede matarnos varias veces… ?Donde estan los soldados del Alma Suprema? ?Que ejercito nos protegera ahora? Nafai estaba de pie, escuchando. No podia dar credito a sus oidos.
—El Alma Suprema acaba de mostrarte parte de su poder y tu aun temes a los soldados de Gaballufix. El Alma Suprema es mas fuerte que esos soldados. Si no quiere que nos maten, los soldados no nos mataran.
Elemak y Mebbekew lo miraron en silencio.
—Estabais dispuestos a matarme porque no os gustaban mis palabras —dijo Nafai—. ?Ahora estais dispuestos a seguirme, obedeciendo las palabras del Alma Suprema?
—?Como sabemos que tu no preparaste esa silla? —dijo Mebbekew.
—Muy listo —replico Nafai—. Antes de que fueramos a la ciudad supe que me culpariais por todo y que intentariais matarme, asi que Issya y yo preparamos la silla para que soltara ese discurso.
—No seas imbecil, Meb —dijo Elemak—. Nos mataran, pero ya que hemos perdido todo lo demas, no me importa demasiado.
—Que tu seas un fatalista no significa que yo desee morir —espeto Mebbekew.
Issib puso la silla en marcha.
—Vamos —le dijo a Nafai—. Seguire al Alma Suprema, y a ti como su servidor. Andando.
Nafai asintio y echo a andar cuesta arriba. Por un rato solo oyo el chasquido de sus propias pisadas y el zumbido de la silla de Issib. Al cabo de un rato, las zancadas de Elemak y Mebbekew los siguieron por el barranco.
15. ASESINATO
Si queremos alentar alguna esperanza, penso Nafai, debemos desistir de forjar nuestros propios planes. Gaballufix nos burla en cada ocasion.
Y ahora quedaban aun menos esperanzas, pues Elemak y Mebbekew se negaban a colaborar. ?Por que el Alma Suprema les habia dicho que Nafai los guiaria? ?Como podia impartir ordenes a sus hermanos mayores, que preferirian ver su fracaso antes que contribuir a su triunfo? Issib no presentaria problemas, desde luego, pero quiza no pudiera aportar gran cosa, ni siquiera con sus flotadores. Era demasiado conspicuo, demasiado fragil y demasiado lento.
Poco a poco, mientras atravesaban el desierto —con Nafai a la cabeza, no porque el quisiera, sino porque Elemak se negaba a ayudarle a escoger un camino—, Nafai llego a una ineludible conclusion: le iria mejor a solas que con sus hermanos.
No pensaba, por supuesto, que a solas pudiera irle muy bien. Pero el Alma Suprema le ayudaria. El Alma Suprema ya le habia ayudado a escapar de Basilica.
Pero cuando el Alma Suprema lo saco de Basilica fue porque Luet le cogia la mano. ?Quien seria su Luet esta vez? Ella era la vidente, tan familiarizada con el Alma Suprema como Nafai con su propia madre. Luet sentia la presencia del Alma Suprema a cada paso; Nafai solo sentia la guia del Alma Suprema en escasas ocasiones y de forma confusa. ?Que era esa vision de un soldado de manos ensangrentadas recorriendo las calles de Basilica? ?Un enemigo a quien tendria que enfrentarse? ?Era su muerte? ?O su guia? ?Como podia trazar un plan si estaba tan confundido?
Se detuvo.
Los demas tambien se detuvieron.
—?Y ahora que? —pregunto Mebbekew—. Esclarecenos, oh gran lider ungido por el Alma Suprema.
Nafai no respondio. En cambio, trato de vaciar la mente. Desanudar el miedo que le oprimia el estomago. El Alma Suprema no le hablaba como a Luet porque Luet no pensaba en trazar un plan. Luet escuchaba. Escuchaba primero, entendia primero.
Si Nafai deseaba ayudar al Alma Suprema, tratando de ser sus pies y manos en la faz de este mundo, tendria que desistir de sus absurdos planes y permitir que el Alma Suprema le hablara.
Estaban cerca de Villa del Perro, que se extendia a lo largo de los caminos que salian de la Puerta del Embudo. Hasta ahora Nafai habia creido que le convenia sortear Villa del Perro y escoger un barranco que regresara hacia el Camino del Bosque para entrar en Basilica por Puerta Trasera. Pero ahora aguardo, sopeso las ideas. Penso en continuar, sortear Villa del Perro, y sus pensamientos vagaron a la deriva. Luego se volvio hacia el Embudo y sintio un torrente de confianza. Si, penso, el Alma Suprema procura guiarme, siempre que me calle y escuche, tal como debi callarme y escuchar mientras Elemak regateaba con Gaballufix esta tarde.
—Que bien —exclamo Mebbekew—. Vayamos hacia una de las puertas mejor vigiladas. Atravesemos el barrio mas pobre, donde Gaballufix compra a todos los que estan en venta, es decir a todos los que estan vivos.
—Callate —ordeno Issib.
—Dejale hablar —rezongo Nafai—. Asi atraera a todos los hombres de Gaballufix y nos hara matar de inmediato, que es precisamente lo que Mebbekew quiere, porque mientras morimos podra decir: «?Mira, Nyef, nos has hecho matar!» Con lo cual morira feliz.
Mebbekew quiso acercarse a Nafai, pero Elemak lo detuvo.
—Nos callaremos —dijo Elemak.
Nafai los condujo hasta la Calle Mayor, que iba desde Villa de la Puerta hasta Villa del Perro. Aunque abundaban las casas, no era segura a esas horas de la noche y habia poca gente. Nafai los condujo hasta el centro del camino, miro a izquierda y derecha y cruzo a la carrera. Aguardo en una zanja seca del otro lado del camino.
Los demas no lo seguian.
No lo seguian.
Han decidido abandonarme ahora, penso Nafai. Bien, asi sea.
Pero aparecieron. No a la carrera, como Nafai, sino caminando. Los tres. Desde luego, penso Nafai. Habian esperado para sacar a Issib de la silla. Debi haber pensado en eso.
Mientras se aproximaban, Nafai comprendio que Issib no flotaba, sino que los otros dos le ayudaban, cogiendole los brazos y llevandolo a rastra. Para cualquier observador, Issib parecia un borracho a quien sus amigos llevaban a casa.
Y no caminaban en linea recta, sino que zigzagueaban como si siguieran los angulos de la calle pero se extraviaran en la oscuridad, o como si el borracho los obligara a desviarse. Al fin cruzaron y se internaron entre los arbustos.
Nafai se les acerco mientras bajaban a Issib y le ayudaban a ajustar los flotadores.
—Eso ha estado muy bien —susurro—. Mil personas pudieron haberos visto y nadie os habria dado importancia.
—Fue idea de Elemak —dijo Issib.
—Tu deberias ser el lider —dijo Nafai.
—No segun el Alma Suprema —respondio Elemak.
—La silla de Issib, querras decir —mascullo Mebbekew.
—Tambien fue prudente que tu cruzaras primero, Nyef —senalo Elemak—. Los guardias buscaran a cuatro