tiempo.
Subio por la Calle de la Fuente, cambio de parecer. Enfilo hacia Calle Larga y se aproximo a la casa de Gaballufix por detras. En el callejon encontro la puerta donde Elemak habia entrado tantos —o tan pocos— dias antes. ?Estaria trabada?
Lo estaba. ?Que hacer? Dentro habria alguien esperando. Vigilando. ?Como podia el, vestido como un vulgar soldado, exigir la entrada a esas horas? ?Y si en el interior le hacian desactivar el traje? Lo reconocerian de inmediato. Peor aun, reconocerian la ropa de Gaballufix y sabrian que solo habia un modo de entrar usando las ropas de su amo.
No,
Gaballufix debia de haber regresado borracho en otras ocasiones.
Nafai trato de recordar la voz de Gaballufix. Aspera y ronca. Con un susurro gutural. Nafai podia imitarla, y ademas no tenia que ser perfecta, pues Gaballufix estaba borracho —era evidente, pues apestaba—, asi que la voz podia resbalar, y el se tambalearia y caeria y…
—?Abrid la puerta! —rugio. Eso era pesimo, no se parecia en nada a Gaballufix.
—?Abrid las puertas, idiotas, soy yo!
Eso estaba mejor. Ademas, el Alma Suprema los distraeria un poco, los alentaria a pensar en otras cosas para que Gaballufix no les pareciera tan cambiado esa noche.
La puerta se abrio unos centimetros. Nafai la empujo bruscamente y se abrio paso a empellones.
—Me impedias entrar en mi propia casa. Deberia enviarte de regreso en un ataud, deberia devolverte a tu padre en pedazos.
Nafai no sabia como hablaba habitualmente Gaballufix, pero imagino que seria desagradable y violento, sobre todo cuando estaba borracho. Nafai no habia visto a muchos borrachos. Algunas veces en las calles, y con mayor frecuencia en los teatros, aunque esos eran actores que fingian estar borrachos.
Penso: Soy un actor, a fin de cuentas. Pensaba que terminaria por serlo, y aqui estoy.
—Dejame ayudarte, senor —dijo el hombre.
Nafai no lo miro. Tropezo y cayo de rodillas, se arqueo.
—Creo que voy a vomitar —jadeo. Se toco la caja del cinturon y desactivo el traje. Solo un instante. Solo para que quien estuviera en la habitacion viera la ropa de Gaballufix, mientras Nafai ocultaba el rostro y el cabello al encorvarse. Luego activo de nuevo el traje. Trato de imitar arcadas, y lo hizo tan bien que tuvo nauseas y sintio la bilis y el acido en la garganta.
—?Que necesitas, senor? —pregunto el hombre.
—?Quien guarda el indice? —ladro Nafai—. Hoy todos quieren el indice… Pues bien, yo lo quiero ahora.
—Zdorab —dijo el hombre.
—Llamalo.
—Esta dormido…
Nafai se levanto penosamente.
—?Nadie duerme en esta casa cuando yo ordeno lo contrario!
—Lo traere, senor, perdona. Solo pense…
Nafai se volvio torpemente hacia el. El hombre se alejo con una mueca de horror. ?Exagero demasiado? No habia modo de saberlo. El hombre se alejo pegado a la pared y se escabullo por una puerta. Nafai ignoraba si regresaria con soldados para arrestarlo.
Regreso con Zdorab. O, al menos, Nafai supuso que era Zdorab. Pero tenia que asegurarse. Se le acerco y le respiro en el rostro.
—?Eres Zdorab?
Para que el hombre imaginara que Gaballufix estaba tan borracho que no veia bien.
—Si, senor —dijo el hombre. Parecia asustado. Bien.
—Mi indice. ?Donde esta?
—?Cual?
—El que querian esos hijos de puta… los chicos del Wetchik… ?
—?El indice Palwashantu?
—?Donde lo has puesto, canalla?
—En la boveda. No sabia que querias tenerlo a mano. Nunca lo usaste antes, asi que pense…
—?Puedo mirarlo si quiero!
Deja de hablar tanto, se dijo. Cuanto mas digas, mas le costara al Alma Suprema evitar que este hombre dude de tu voz.
Zdorab lo condujo por un pasadizo. Nafai, como parte de su actuacion, tropezaba con las paredes. Cuando choco del lado donde Elemak le habia pegado con mayor fuerza, sintio un aguijonazo en el flanco, desde el hombro hasta la cadera. Gruno de dolor, pero supuso que eso volveria su actuacion mas convincente.
Mientras avanzaban por el piso inferior de la casa, comenzo a sentir nuevos temores. ?Y si tenia que identificarse para abrir la boveda? ?Un registro retinal? ?Una huella dactilar?
Pero la puerta de la boveda estaba abierta. ?El Alma Suprema habia influido para que alguien se olvidara de cerrarla? ?O era cuestion de suerte? ?Soy un titere de la fortuna, se pregunto Nafai, o una marioneta del Alma Suprema? ?O al menos estoy escogiendo libremente una parte de mi intervencion en la labor de esta noche?
Ni siquiera sabia que era preferible. Si escogia libremente, habia escogido libremente matar a un hombre indefenso en la calle. Mejor creer que el Alma Suprema lo habia obligado o lo habia persuadido mediante un subterfugio. O que habia algo en sus genes o en su educacion que lo habia obligado a cometer ese acto. Mucho mejor era creer que no habia otra eleccion posible, en vez de atormentarse preguntandose si no hubiera bastado con robar la ropa de Gaballufix, sin necesidad de matarlo. Ser responsable de lo que hacia era una carga mayor de la que Nafai deseaba soportar.
Zdorab entro en la boveda. Nafai lo siguio y se detuvo al ver una gran mesa donde la fortuna que Gaballufix les habia robado esa tarde estaba cuidadosamente apilada.
—Como ves, senor, ibamos a terminar la evaluacion —dijo Zdorab mientras ambulaba entre los anaqueles—. He mantenido todo muy limpio y organizado. Eres amable al visitarme.
?Me esta retrasando en la boveda, penso Nafai, aguardando a que llegue ayuda?
Zdorab salio de los anaqueles del fondo de la habitacion. Era un hombre menudo, mucho mas bajo que Nafai, y ya le raleaba el cabello, aunque no tenia mas de treinta anos. Un hombre comico, en verdad… pero si sospechaba lo que estaba ocurriendo, podia causarle la muerte.
—?Es esto?—pregunto Zdorab.
Nafai no tenia la menor idea. Habia visto muchos indices, pero la mayoria eran pequenos ordenadores autonomos con acceso inalambrico a una biblioteca importante. Este no se parecia en nada a los que conocia Nafai. Zdorab sostenia una esfera metalica color bronce, de veinticinco centimetros de diametro, un poco achatada en los polos.
—Dejame ver —gruno Nafai.
Zdorab parecia reacio a desprenderse del objeto. Nafai sintio una oleada de panico. No quiere darmelo porque sabe quien soy.
Zdorab explico su preocupacion.
—Senor, dijiste que siempre debemos mantenerlo muy limpio.
Temia que Gaballufix estuviera sucio debajo de su traje de soldado. A fin de cuentas, parecia borracho perdido y apestaba. Podia tener las manos sucias de cualquier cosa.
—Tienes razon —convino Nafai—. Llevalo tu.
—Como digas, senor.
—Es este, ?verdad? —pregunto Nafai.
Tenia que cerciorarse. Solo esperaba que su actuacion de borracho fuera tan convincente como para que las preguntas estupidas no despertaran sospechas.
—Es el indice Palwashantu, si a eso te refieres. Solo me preguntaba si es el que buscas. Nunca me lo habias pedido.
Conque Gaballufix ni siquiera lo habia sacado de la boveda. Nunca, ni por un momento, habia pensado en darles el indice, por muy habil que fuera Elemak en sus regateos. Nafai se sintio un poco mas tranquilo. No se